Esto, más que un post divino de la muerte, es una faena de aliño. Así que os voy a pegar anuncios donde empresas burkinesas pretenden no sólo ganarse el cielo, que no está mal, sino algo más importante, por si no acabamos llegando: ¡CLIENTES!
El jueves pasado se dio por terminado el mes de ayuno para los musulmanes, al menos por estas tierras: el Ramadán.
Era fiesta nacional en Burkina como en los demás países de población mayoritariamente islámica, aunque no supimos a ciencia cierta qué día era la fiesta hasta el telediario de las 8 de la tarde del día anterior. Porque para ello tienen que mirar la luna y decidir qué día es el fin del Ramadán, tal como dice el Santo Corán, bendita sea su falta de erratas.
Me encanta la capa amarilla del Gran Imán de Ouahigouya, que por otra parte es un tipo bastante sencillo y amable (sin coña). Le tengo que preguntar dónde la ha comprado, por encargarme una.
En el siglo XXI, cuando la Voyager 1 está cerca de salir del sistema solar y tenemos (me refiero a la Humanidad en general, no a mi familia) un vehículo en Marte desde hace un año dando vueltas y cogiendo souvenirs, resulta que para saber si hay luna llena o nueva para los musulmanes hay que mirar fijamente y prestando atención a la luna, para ver si toca ponerse a régimen.
Así que un experto, en lo suyo: leer y releer, hasta el infinito y más allá, el Santo Corán, benditas sean sus entretenidas suras, nos cuenta en la entrevista reproducida, de la que rescato esta pregunta del periodista sobre por qué, en pleno siglo XXI, y “la tecnología, que nos permite tener información precisa, hay que esperar a ver la luna con los propios ojos (o de extraños)».
Y responde clarito para el que no lo entienda, “hay debates incluso con los sabios musulmanes (oxímorom, donde los haya) y hay que respetar simplemente en sentido estricto, el texto islámico lo dice ‘mirad la luna antes de ayunar, mirad la luna antes de romper el ayuno’ ”. Más claro, agua.
Bueno agua tampoco se puede tomar en el ayuno, no nos liemos.
Nuestro buen sabio nos explica que no hace falta que veamos la luna con nuestros propios ojos, que podemos fiarnos de alguna persona de confianza. No aclara si estamos hablando de alguien de la familia, un vecino, o se puede llamar a un teléfono 900 de información lunar…
Porque, aclara, también hay ciegos, fieles creyentes. O puede anochecer nublado, o descargando granizo, que te puede pegar en los ojos y hacerte pasar a la categoría de ciego, total o parcial… y repite, nuestro buen sabio lo de ‘si la ves, ayuna…, etc’.
No os he pegado foto del ‘sabio’, para ahorraros el careto, con su sabiduría ya vais sobrados
Y remata y sentencia:
“Yo creo que la ciencia evoluciona, pero permanecemos fieles (lo de la evolución no va con ellos) a los textos islámicos porque ¡¡¡la ciencia se puede equivocar!!! Eso es algo que no hay que olvidar”
¿Cómo lo veis?
Pues que lo sepáis, más de 1.000 MM de creyentes, se acuestan convencidos de estas cosas tan simpáticas.
Lo mínimo que tenían que hacer es ser consecuentes y dejar los móviles y los ordenadores, que no se les menciona en ninguna sura del Santo Corán, bendita sea su edición digital.
Este soy yo mismo, con el bubú en cuestión en otra ocasión especial
Bueno lo dejo que soy una contradicción andante. Amén de pelín cobarde.
Porque el día de la fiesta me puse mi mejor bubú, sólo tengo 2 y el otro me tira de la sisa, y me fui a la Plaza de la Nación a rezar con mis amigos musulmanes.
Yo grababa el vídeo, así que en cuanto acabé, me di la vuelta para mirar con los demás a La Meca (no se llega a ver, está muy lejos) y me puse a repetir la coreografía. Lo siento no hay vídeo, le había dado el día libre a mi fotógrafo personal. No tengo biografo, que me la estoy escribiendo yo solito (se llama, por ello, autobiografía)
Yo no puedo creer en estas cosas, que me lo prohíbe mi ateísmo, pero también voy a misa a veces, cuando no me queda más remedio.
Y a mis amigos musulmanes les hace mucha ilusión que vaya y me marque toda la escenificación del rezo, aunque lo de hincarme de hinojos me resulta molesto, que me cuesta un montón recuperar la verticalidad con cierta dignidad. Además me di un coscorrón en la frente en la primera postración.
La plegaria no es para mí, no le tengo cogida la medida, la distancia, ni la gracia. Ni siquiera la gracia divina.
Os dejo con el marketing divino. De la muerte.
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Motos, evidentemente. Estos no han podido evitarlo y han colgado el modelo en promoción
GALERÍA DE RETRATOS DE JAVIER NAVAS