Aunque no lo sabíamos, nos conocíamos antes de conocernos. Y cuando nos encontramos, no fue por algo casual, sino porque mucho tiempo atrás se había desencadenado una sucesión de causas y efectos para que ocurriese lo que un día sería inevitable. Como algo grabado en la memoria del tiempo, a todos nos llega ese día y es entonces cuando algunas cosas inexplicables, cobran sentido.
Hasta el día que nos vimos por primera vez, supe reconocerlo entre todos los demás. Como cuando reconoces una de entre mil voces de alguien que habla tu mismo idioma en el extranjero. Pero era algo más que hablar el mismo lenguaje, era vivir en el mismo rango de frecuencias.
Siempre medio oculto. Huyendo del protagonismo. Como los cimientos de una casa, que no los ves, pero que guardan el sueño de quienes la habitan, comprendí cuál era su misión y me llegó claro su mensaje.
Tocarlo fue comprobar cómo el fenómeno físico que se produce al vibrar una cuerda es la transmisión de un sentimiento que nace en algún lugar recóndito de nuestro sistema nervioso. Hay que entenderlo para comprender la esencia de la arquitectura de la música.
¿Recordáis aquel fantástico anuncio de televisión en el que un niño le preguntaba a su padre por qué eran del atleti? Pues alguien, una vez, me preguntó que por qué tocaba el bajo… Hay cosas inexplicables que ocurren porque tienen que ocurrir.
@Estivigon