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Mientras tantoNo escuchar el preguntar

No escuchar el preguntar


 

…O, como sabe cualquiera con cierto nivel de inglés, no listen the ask. Mucho meterse con la alcaldesa, que al fin y al cabo enhebró como pudo su discurso (eso sí con fondo y forma entre la vacuidad castiza y la sobreactuación –¡esas miraditas de complicidad!-), pero hasta hoy no había leído ni escuchado ni un solo comentario sobre el papelón del presidente de Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco, que contestó con semejante atrocidad a una pregunta en inglés. Se me ha adelantado hoy domingo un columnista en El País, Ricardo de Querol, (pág. 61), que añade “la surrealista rueda de prensa en que las respuestas no casaban con las preguntas”. Pues ya somos dos.

 

1.- Este señor tiene obligación de manejarse en inglés, está en su sueldo. 2.- Si no te sientes seguro, ¡ponte los cascos, hombre! ¿Se puede saber qué les pasa con los cascos? ¿Prefieren hacer el ridículo y avergonzarnos a todos que hablar dignamente en su idioma y que les traduzcan? Si quieren probar su inglés, que lo hagan luego en los corrillos y los cafés (bueno, él ni eso, me temo).

 

Calló bajo mis ojos un pie de foto que sazonó un poco una semana que empezó siendo sosa; era un artículo de El País sobre la película gallega Arraianos, que pienso ver inmediatamente porque me temo que dure lo que un caramelo a la puerta de un colegio. Claro, además de que no sabemos hablar en público (tema estrella últimamente), resulta que tampoco sabemos hacer pies de fotos. ¿Qué hablamos de un tal Jamie, cocinero inglés? Pues, ale, en el pie de foto ponemos Jaime, ¡si es casi igual! ¿Que la película es Arraianos? Pues Arrianos (era una herejía, ¿no tú?) Todavía me acuerdo de otro pie que ilustraba una presentación en la British Library y lo traducía como “una librería británica”…

 

También en El País encontré una noticia con la siguiente frase: “…según las primeras pesquisas el agresor podría tratarse de un solo hombre que escapó y no le robó nada”. Es muy corriente ahora. No sé por qué se empeñan en meter siempre lo de “tratarse de”, que es impersonal, ya que si hay un agresor (un sujeto), ya no hay “se trata de”. O “el agresor podría ser”, o bien desplazas al agresor y metes el “tratarse de” que es lo que te gusta: “en cuanto al agresor, según las primeras pesquisas podría tratarse de…”. En fin, un poco de cintura, innovación, emprendimiento léxico-sintáctico, colegas. Y menos oscurecimiento, que el barroco ya pasó de moda. No es trendy.

 

Encuentro absurdo el dequeísmo en este caso, que oí en la radio: “La marcha de Özil está dando mucho de que hablar”. Es el afán de retorcer y alambicar el lenguaje, cambiar las frases hechas, llenas de sentido y asentadas por el uso, confundiendo dos casos diferentes (falta de oído también): una cosa es dar que hablar, y otra es tener algo de que hablar. En este caso lo lógico hubiera sido decir “está dando mucho que hablar”.

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