La enciclopedia Espasa indica que el surrealismo nace en Francia y tiene su apogeo en el periodo de entreguerras. André Bretón, uno de sus principales impulsores, define surrealismo como automatismo psíquico puro por el que nos proponemos expresar, ya sea verbalmente, por escrito o de cualquier otra manera, el funcionamiento real del pensamiento, dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón porque es ajeno a toda preocupación estética o moral. La pintura de El Bosco, de William Blake o Goya son citados como referencias anteriores a este fenómeno cultural donde intervienen la pintura, el cine y la literatura.
El surrealismo, en palabras de Bretón, trata de encontrar un cierto punto del espíritu en el que la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, lo pasado y lo futuro, lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y lo bajo dejan de ser percibidos como contrarios. En el año 1925 se celebra la primera exposición de pintores surrealistas, un año después de que apareciera la revista La Révolution Surréaliste. Pintores como Paul Klee, Joan Miró, Max Ernst y Pablo Picasso se darían cita en la galería Pierre de París. En 1925, uno de los directores de la mencionada revista, había negado la existencia del surrealismo al pertenecer al terreno de lo soñado, de lo imaginado, de la fantasía. Sin embargo, Bretón, lo contradice en 1928, cuando escribe Le surrealisme et la pinture. En su opinión, la pintura surrealista sí existía, era aquella que, en lugar de inspirarse en las imágenes que están fuera, exterioriza una oleada psicofísica o refleja un modelo interior, como se puede leer en la mencionada enciclopedia.
Fotografía realizada por la autora de este blog en Bruselas.
Imagen exterior del Museo donde se encuentra la colección artística del pintor René Magritte.
El pintor español Salvador Dalí y el pintor belga René Magritte son dos de los exponentes de este movimiento artístico, haciendo del surrealismo una forma de vida. Dalí daría la vuelta el mundo con su excentricidad y sus blandos relojes, Magritte nos enseñaría Ceci n’est pas une pipe (esto no es una pipa) para cuestionar el concepto de imagen y realidad. Son dos autores a los que admirar profundamente por su manera de interpretar la realidad, después de haber visto muchas de sus obras en exposiciones y en importantes museos, hay quienes no dejan de sorprenderse ante tantísima genialidad.
Este fin de semana se ha estrenado en Madrid una película surrealista que no deja indiferente, que puede dejar un mal sabor de boca por su extrema bipolaridad, L’ecume de jours, traducido com La espuma de los días. Su director Michel Gondry pretende recrear el mundo imaginado por Boris Vian, el autor de una novela homónima, cuya biografía está encuadrada dentro de la bohemia parisina de los años 40. Vian tenía amistad con Simone de Beavoir y con Jean-Paul Sastre, al mismo tiempo, que se deja influenciar por el arte surrealista. Gondry se atreve a llevar a la gran pantalla La espuma de los días con cierto desenfreno surrealista.
En esta película hay muchísimo colorido a pesar de los claros oscuros, se ha rodado con grandes actores como Audrey Tautou, reconocida por Amelie, y Omar Sy, conocido por su espléndida actuación en Untouchable (Intocable). Sin embargo, ¿qué sucede cuando la fantasía supera al guión y cuando la imaginación se superpone a los personajes? Cuando los aspectos formales y estéticos lo embriagan todo, el fondo parece diluirse. Bien es cierto, que los objetos cobran vida, que la casa se adapta a los personajes, que hay un ratón-hombre y un aparato-cucaracha, que existe una historia de amor de película entre Chloé y Colín, sus dos protagonistas.
¿Qué sucede cuando la locura se adueña del script? Nace así un cine surrealista, sin lógica, repleto de contradicciones y sin explicaciones que valgan. Pero, en este caso, más que la espuma de los días es una espuma surrealista que se diluye después de ser vista.