Es lo que debería ser; o sea, los dineros, la granja de cerdos y cabras, que no existe, toda la malanga y los maíces de todas las fincas. Y que los niños tengan educación, que las niñas no tengan necesidad de participar en elecciones de mises para que un analfabeto ministro se fije en ellas y sean casadas como cuarta esposa, eso sí, con un llamativo coche a disposición.
Desde que Guinea recogió la bandera y la letra del himno que acreditaron su status de estado independiente, pasamos a depender de la malvada gestión de los que se hicieron con el poder. Los primeros, o el primero de todos, Masié, no había tenido tiempo de aprender lo que significaba ser el presidente de un país independiente. Y tuvo tanto miedo que se enfadó con todos y a la vez se vio acorralado por todos, tanto que empezó a dar por buenas las noticias que le llegaban sobre golpes de estados orquestados por enemigos suyos y luego abortados con frialdad diabólica por sus allegados. Así siguió hasta que se vio ante el pelotón, después de desentenderse de sus responsabilidades, en un acto digno de figurar en todos los anales. Hay que decir que la culpabilidad de Masié se asienta básicamente en que sí que aceptó que sus bufones le encumbraran hasta lo patético. Si no hubiera aceptado aquellos actos de servilismo, entonces hubiera sido creíble su inocencia, pobre hombre.
Fue fusilado, pero la Historia tenía que seguir su curso, y hoy vemos a muchos guineanos en el extranjero, y otros tantos en el país, esperando que el pueblo se sacuda la vergüenza de 33 años de dictadura. El pueblo guineano. Si se levanta este pueblo, entonces permitirá que haya elecciones, y luego los guineanos constituidos en partidos políticos podrán ser elegidos, y permitirán, desde sus altos puestos, ser relevados por otros, y etcétera. Pero, ¿qué pueblo? El guineano, responden.
Bien. ¿Es una vía posible la de que el pueblo, sin el dinero de César y sin la ayuda de Dios, se constituya en la vanguardia de una lucha y permitiera aupar al poder a los que esperan en la retaguardia? Pues creemos que debería ser al revés, que en la cabeza del movimiento estuvieran los jefes de los partidos, señalando el camino al pueblo. De hecho, en Francia hubo este cuadro de la Libertad, con los pechos fuera, y tanto nos gustan estos temas en Guinea, guiando al pueblo hacia su libertad. De hecho, Guinea Ecuatorial es muy amiga de la France. Lo que piden ahora los que están constituidos en partidos es algo que se daría en otras condiciones, no en las actuales, en las que el pueblo todavía sigue con las cadenas del colonialismo, de cuando el mismo Dios y otros césares creían que los guineanos eran unos animales. Lo decimos por enésima undécima tercera vez, los guineanos, lo que llamamos el pueblo, no puede por su cuenta única levantarse contra la dictadura de Obiang y permitir el multipartidismo. ¿Cuándo hubo multipartidismo en Guinea? Sin sujetarse en hechos materiales, el multipartidismo es una meta política, y el pueblo de Guinea necesita ser liberado del yugo de la opresión.
Como muchas veces los asuntos se personalizan, y porque las inquietudes políticas y sociales se publicitan con denominaciones conocidas, debemos ejemplificar estas reflexiones en siglas conocidas de nuestro país. Ha habido intentos variados, y prolongados, para sacudirse la dictadura, y tenemos que decir que la formación política CPDS ha tenido mucho protagonismo en esta lucha. Insistimos en lo dicho arriba, y creemos que tendría que existir un movimiento que aglutine a todas las formaciones políticas, las cuales, no se debe dejar de decir, están formadas por personas que quieren alcanzar el poder. O sea, en busca de los bienes de César, y muchas veces, como ocurre ya con Obiang, apropiándose de las de Dios. Hace poco hubo unas elecciones en las que Obiang, sin nadie que le discuta nada, quiso probar el alcance de su fuerza y creó de la nada otras instituciones para seguir ahí. Bien, ¿son las elecciones la vía por las que los guineanos podemos alcanzar la libertad, y, de paso, desprendernos de Obiang y de su familia? No, y porque las circunstancias previas a las mismas ponen al descubierto las trampas que impedirían el progreso del mismo proceso. ¿Fue una buena idea que CPDS convocara una manifestación para defender sus votos, supuestamente obtenidos en una elecciones que sí fueron una patraña? No se respondería bien si se preguntara antes si habría habido la posibilidad de que, a falta de un movimiento único de la oposición, el resto de guineanos se hubiera sumado al llamamiento de CPDS. O sea, ¿pudo haber constituido aquella llamada lo que se necesitaba para iniciar el camino? Deberíamos dar una respuesta después de reconocer que los mismos guineanos, y muchos, ya dieron por hecho de que aquella no era la vía. O sea, ya se cree que a Obiang no se le ganará en unas elecciones controladas por él mismo. O sea, no hace falta responder. Entonces, la llamada de CPDS se vio como una cuestión partidista que, hoy por hoy, no hubiera tenido el seguimiento necesario para surtir efectos. De hecho, no se llevó a cabo porque Obiang no lo permitió.
Pero todavía queda pendiente la constitución de esta columna única de hombres y mujeres guineanos que caminen hasta el palacio para exigir la renuncia de Obiang y propongan luego las maneras de mejorar la situación patria. No valen ni han prosperado las vías partidistas. ¿Por qué no han prosperado las iniciativas para la creación de esta columna? Porque los componentes de todos los partidos son de carne y hueso, quieren el oro de César, pero también querrían ser Dios, son humanos, y hay muchos deseos que vuelven muy cuidadosos a los hombres, estén en la situación en la que estén. No hemos avanzado nada.
Terminaremos recordando lo principal. Mientras haya un grupo grande de guineanos que estén entreteniendo a Obiang en sus juegos electorales, la posibilidad de la formación de esta columna se retrasaría, porque, queramos o no, hay un grupo del pueblo que se ve arrastrado a estos juegos de entretenimiento, de los que solamente salen bien parados los de la familia Obiang y sus aduladores. Además, debe constar que, más que nunca, la dirección política lo deben marcar los líderes de la oposición. Todos. ¿No llama la atención el hecho de que haya muchos que quieran ser presidentes, y que por eso fundaron partidos, y no haya una poderosa plataforma compuesta por estos líderes, tras la que debe seguir el pueblo? Parte de las razones del hecho ya fueron mencionadas. Ahora durmamos con la convicción de que en la dinámica impuesta por los mismos líderes de los partidos, del interior y del exilio, descansa el inmovilismo en un tema que debería ser prioritario en nuestras vidas inmediatas.
Barcelona, 5 de noviembre de 2013