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Mientras tantoDe mi Diario: Semana 46 / 2013

De mi Diario: Semana 46 / 2013


 

Weiß/Colonia, 10.11.

Estuve pensando en algo que escribí hace un par de días, acerca del sustantivo alemán para autorretrato, Selbstbildnis, «tres vocales contra diez consonantes, una lucha tan desigual». Y ahora leo el adjetivo “selbstverschmutzt” [=autoensuciado], donde el combate pasa a ser una despiadada burla del fair play, sólo tres vocales contra 14 consonantes. Y aun eso con ser malo no es lo peor, sino que ♫♫ las diecisiete letras, cielito lindo, que hay en tu boca, ni una le des a nadie, cielito lindo, porque se pronuncian todas, ayayayay, canta y no llores ♫♫ etcétera.

 

El mordisco del alcohol a mis neuronas es tan fuerte que ya sé que sólo puedo escribir cuando estoy en condiciones de leer y entender lo que escribo, y corregir mis errores de ortografía y/o sobre todo tecleo. En último término, y como no soy alguien cuya escritura valga la pena sino para los amigos, y aún eso mientras la entiendan, el caso no es grave. Pero la verdad es que no quisiera morir dejando un diario deslavazado y lleno de erratas. Aunque sea un mercenario del oficio, algún orgullo me queda: ningún redactor tuvo que llamarme nunca la atención acerca de mi ortografía ni la legibilidad de mis textos. Aunque quién sabe, de repente eran filántropos.

 

Tercer episodio de la serie policial irlandesa con el detective privado Jack Taylor. Se diría que es cuando menos curioso que lo interprete Iain Glen, un escocés, pero bueno, el santo irlandés por antonomasia, san Patricio, era británico, lo que tal vez ignoren muchos ciudadanos de la Verde Erín. Este episodio es hasta ahora el mejor, y está relacionado con el sombrío pasado de una de las instituciones más horripilantes concebidas por la Iglesia Católica en su prontuario criminal: el de las hermanas magdalenienses, filmado por Peter Mullan en una peli admirable y revulsiva, que el Vaticano condenó sin remisión y lavándose las manos a la manera romana, como Pilatos, como suele condenar todas las revelaciones acerca de sus delitos. Me pregunto por qué todavía no han elevado a los altares a San Pilatos, con la cantidad de milagros que ha hecho. No podrá ser porque lo hagan responsable de la crucifixión del hijo del carpintero, puesto que sin ella no existiría la multinacional que han montado estos miserables. ¿Por qué será, pues? 

[Nota bene: Nora–Jane Noone, que en la serie de la tele es una policía amiga de Jack Taylor, en Las hermanas de la Magdalena desempeñó el papel de una de las pupilas de aquellas sádicas].

 

Weiß/Colonia, 11.11.

No vino Henri hoy a casa; la mamá y la abuela, sin decirme nada, pasaron el doble encuentro a la semana próxima. No me cago en Dios porque no existe.

 

Después de la relectura de las memorias de Miguel de Molina he empezado la de la Historia de Inglaterra, de André Maurois, en paralelo con el resto de la autobiografía de Ingmar Bergman, pero el correo me trajo hoy un par de regalos. Edurne, tan querida, me manda desde Donosti un volumen con ensayos y discursos de Faulkner, y Berta, desde Valenciennes, las cartas de Emma Reyes a Germán Arciniegas y el # 143 de El Malpensante, que le pedí que me consiguiera, con el testimonio del cautiverio de Guillermo Cortés secuestrado por esos altruistas que se llaman las FARC, unas siglas que no significan otra cosa sino Fuerzas Armadas Reaccionarias y Cobardes. Así pues, lectura y relectura aseguradas para toda la semana, y quién sabe si no más.

 

BN es una de las personas que más amo. Nos hemos encontrado una sola vez en nuestras vidas, en octubre 1992, en Fráncfort, y en aquel momento no anudamos esta amistad que nos une, pero sí me quedé en su memoria como el mejor amigo de alguien a quien ella quería mucho, no sé si hasta más que yo, aunque sería difícil. Cuando NM murió, al poco, comenzó mi correspondencia con BN, al otro lado del Atlántico, y desde entonces no se ha interrumpido y es un manantial de ternura y de comprensión mutuas que nunca cesa. Un par de razones que me inducen a dudar de que no existan dioses son mis nietos y BN. Los dioses (si es que existen) los bendigan.

 

Fargo. He perdido la cuenta de las veces que la he visto, pero esta vez me he fijado en algo que me había pasado desapercibido todas las anteriores: la peli dura 98’ y a Frances McDormand no se la ve en los 35 primeros, y tampoco es tanto lo que se la ve en los 63 restantes. Sí, pero de qué mimbres tan nobles está hecha su actuación, carajo, qué Oscar tan merecido.

 

Weiß/Colonia, 12.10.

Dizque hoy es el Día Internacional del Witzwort, de la palabra chistosa, y un periodista alemán descubrió que hay una aldea, en Slesvig–Holstein, cerca de la frontera con Dinamarca, que se llama Wortwitz, nombre que podría traducirse como “el chiste palabra”. Lo que le dio ocasión de escribir una glosa divertidísima e intraducible a causa de los juegos de palabras, toda ella en base a sinsentidos tales como, por ejemplo (invento), «no por mucho amanecer se temprana más madrugo». Sea como fuere, a mí el chiste que más me ha gustado en los últimos tiempos es uno que me contó Javier, cuando pasó por nuestra casa el fin de semana anterior, y es el de un ciego que llega a una cocina y, tanteando, se encuentra con un rallador de queso, y lo recorre con los dedos de izquierda a derecha y de arriba abajo, y al final suspira desolado: «¡Ay Dios mío, qué estupideces se escriben hoy!» ¿Será que el rallador incluía en Braille un texto de Javier Marías?

 

Weiß/Colonia, 13.10.

Tampoco viene Henri hoy a casa; la mamá y la abuela, otra vez sin decirme nada, pasaron este encuentro a la semana próxima. Mi estimado Sr. Dios, no me cago en Usté porque no existe. Y sí, lo sé, lo sé, ya sé que Usté no es el culpable [directo, aunque sí indirecto, porque si Usté de verdá es omnipotente -¡joder, qué envidia!–, entonces todo está ya tan escrito como en ese otro libro de la competencia, el tal Corán], lo sé, lo sé, tranquilícese, era sólo un exabrupto fecal.

 

El índice del libro de Faulkner es como el catálogo de Fauchon, habrá que leerlo despacito y en «pequeñas diócesis», como decía el redicho camarero Espasa en La del manojo de rosas. Pero de repente ¿descubro? que falta el discurso en West Point, 1962. Me meto a averiguar por qué, y es que la memoria me la jugó de puño. Sí, la visita de Faulkner a West Point fue de veras memorable (¡sí hasta yo la recuerdo!), pero no pronunció ningún discurso, sólo leyó un par de capítulos de la novela que estaba escribiendo, The Reivers, y después dialogó con los cadetes.

 

El tiempo a veces se diría detenido, hibernado, en otra dimensión. Lo pienso al ir a la cocina por un vaso de agua con sabor a manzana, de la heladera. Son casi las cinco de la tarde. Anochece ya, y lo que veo por la ventana hace que me quede absorto, inmóvil. Es una acuarela pintada por el aire, enmarcada por el verde oscuro de los dos pinabetos, con una franja rojo ladrillo oscuro en el tejado de la casa al otro lado del seto que deslinda nuestro jardín, y una franja rojo ladrillo claro en la casa alta del camino del dique; arriba el azul agrisadumbrado del cielo y en el centro el verde claro de un árbol que todavía no sé que es (porque mis conocimientos botánicos apenas alcanzan a distinguir una palmera de un bonsai), casi tapado por la explosión de luz del cerezo ornamental japonés con su fulgurante follaje otoñal, como el corazón de una llamarada. Al rato trina un mirlo y rompe el hechizo.

 

Weiß/Colonia, 14.11.

Repica el teléfono y acudo pensando que es mi deuda estherna, con quien había convenido que nos llamaríamos después de la siesta. Por eso me sorprendo al oír la voz de MN, sorpresa que se convierte en pena cuando me dice de la manera más neutra imaginable que le han diagnosticado Parkinson. Conversamos un rato acerca del tema, dominándonos ambos, y al cabo le digo lo que es lógico, que cuente con nosotros para todo lo que necesite. Me contesta que lo agradece, pero no es necesario, en la casa donde vive han creado una comuna: «La comuna 4711». Me extraño: «¿4711? ¿En homenaje a la marca de agua de Colonia?» Se ríe antes de contestar: «No, no, es porque nuestra casa es el # 47 y somos 11 vecinos». Siempre admiré en MN una cualidad que no tiene precio: no perder el humor en medio de la catástrofe. Estoy seguro, vamos, podría poner la mano en el fuego, de que la feliz ocurrencia del nombre de la comuna es cosa suya. Y muy suya. 

 

Mi escuincla querida subió a su cuenta T un tuit sacado de un artículo mío:

George Bernard lo lee en Campinas y me escribe para contarme lo siguiente, en portugués, claro está, yo me limito a traducir: «Por increíble que pueda parecer, cuando viví en Buenos Aires lo hice durante 16 años a una cuadra de donde vivía Borges. El vivía en Maipú esquina Charcas (hoy Marcelo T. de Alvear) y yo en Maipú esquina Paraguay. Lo veía con frecuencia. Cuando yo tenía más o menos 12 años (1950) yo ya sabía quién era él. Al principio andaba dándole el brazo a su madre, que vestía de luto riguroso. Después caminaba solito, con mucho cuidado, porque ya veía mal. Y yo, sabiendo quién era, muchas veces tuve la intención de decirle, al verlo dudar antes de atravesar una calle: “Borges, ¿quiere que le ayude a cruzar?”  Pero nunca me atreví a hacerlo, era muy tímido. ¡Imagínatelo! Si lo hubiese hecho, tal vez habría nacido una amistad» Y se me ocurre que por qué no, hasta que sí, porque creo que a Borges le hubiese encantado tener un joven amigo vienés [brasileño desde 1969] que se llamara George Bernard, como Shaw ¡y en honor a él!, uno de los pocos escritores a quienes respetaba.

 

Weiß/Colonia, 15.11.

Los dibujos de Helen ya están en la redacción de Nexos. Y Ángeles entusiasmada con ellos.

 

Me temo que voy a tener que leer una novela del tal Murakami, frente a cuya fama siempre he sentido una desconfianza irracional. Acabo de enterarme de que en una de sus novelas le rinde homenaje a mi canción preferida de Los Beatles, “Norwegian Wood”.

 

Acaban de pasar el último episodio de la única temporada de la serie danesa “Aurora boreal: Asesinos sin arrepentimiento”. Fueron seis episodios, cada uno dividido en dos entregas de ± 45’ cada una. No logró el favor del público, y sin embargo es una de las mejores que conozco. La he visto ahora completa por segunda vez, seis semanas consecutivas, y me confirma algo que tengo anotado desde hace rato: un elemento fijo y constante en todas estas series es la muerte “en combate” de uno de los miembros más simpáticos del equipo investigador. La paradoja es el caso de la 1ª temporada del comisario Wallander con Krister Henriksson, donde Linda tiene que asistir impotente al suicidio de su compañero de equipo, de quien estuvo/¿está? enamorada, y al terminar la filmación de la serie fue la actriz, Johanna Sällström (=Linda), quien se suicidó. Eso y la calidad de semejante 1ª temporada son los dos factores que le confieren el status de culto.

 

Weiß/Colonia, 16.11.

En el ensayo que publicó ayer Luis Carlos en el # de Fronterad de esta semana, se ve, se palpa, que es un entendido y sabe transportar su entendimiento al caletre de sus lectores. Para mí, además, que me vanaglorio de ser uno de los extranjeros que mejor conocen la literatura colombiana, lo de Arnoldo Palacios es un descubrimiento que le agradezco en el alma, y a la primera amistad mía que viaje a Colombia, o que venga de allá, le encargaré ipso fuckto que me traiga Las estrellas son negras, para no morirme sin haber leído al menos un libro de los suyos. [He buscado en www.iberlibro.com, pero sólo hay disponibles dos ejemplares en francés, una antología trilingüe y uno de la edición del Ministerio de Cultura, que cuesta nada menos que 114.09 € y se encuentra en una librería de viejo de la Inglaterra profunda, los dioses quimbayas sabrán cómo es que ha llegado allá]. Dicho sea de paso, me divertí con su referencia a la peli In Old Arizona, porque está basada en uno de mis cuentos favoritos de O’Henry, “The Caballero’s Way”, título que por cierto, en la edición de sus Obras que poseo lo tradujeron como «El estilo de los caballeros». Hay en él, subrayada por mí, una frase que me hizo reír mucho cuando lo leí la primera vez: «Sus movimientos y su talante hablaban del ardor intenso que la consumía, y hablaban del encanto de las gitanas que en España pueblan hasta las provincias vascongadas». ¡Gitanos en Euzkadi! ¡O’Heny es el precursor secreto y lejano del realismo mágico!

[Luis Carlos, a quien le escribí para felicitarlo por su ensayo, rebaja mi entusiasmo acerca de la génesis del realismo mágico: al parecer, los gitanos en Euzkadi no están en el original, son una invención de quien tradujo el libro]. 

 

De mis lecturas paralelas en estos días, la que más me entretiene es la Historia de Inglaterra, de André Maurois. Curiosamente, al hablar de Ricardo Corazón de León, no menciona para nada su posible homosexualidad (o bien eso lo cortó la censura española de la época). Ni tampoco dice que de los diez años que fue rey de Inglaterra no pasó allá más de diez meses, por lo cual un historiador irónico, en vez de Richard Cœur de Lion lo llamaba Richard Gare de Lyon.

 

Don Samuel, un ingeniero que me lee bastante, me envía unas fotos «de una Viga alveolar desarrollada por Arcelor Mittal, los más grandes acereros del mundo. Se llama Viga Angelina porque, según ellos,  recuerda a los labios de Angelina Jolie, se lo oí en una conferencia a un colega de Arcelor, que nos contó que el nombre se le ocurrió al desarrollador, al inspirarse en esos labios para hacer el diseño. ¿Cómo le parece?» Le respondo: «Ahora lo que tendrían que hacer sus colegas de Arcelor Mittal es diseñar otra viga dedicada al otro par de labios de la dama, ¿no? Sería digno de ver en una estructura abierta cómo esa nueva viga sostiene un primer piso y la ya inventada el segundo. El resto quedaría librado a la imaginación del espectador». 

 

***********FIN***********

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