Ya estoy de vuelta. Por estas fechas siempre ando de mudanza; regreso de la sierra huyendo del frío a mis cuarteles de invierno en Madrid y me cuesta un poco volver a encontrar la ruta. Reconocer de nuevo el escritorio. Poco a poco, el sofá se va vaciando de libros y voy colocando mis cuadernos de notas. Me voy haciendo al espacio y a unas rutinas diferentes, en definitiva.
Hay reencuentros inesperados con cosas que creía perdidas. Cambio los caminos de tierra por el asfalto de las calles y vuelvo a los locales de la ciudad. Allí también hay reencuentros inesperados con personas que creía perdidas.
No sé hace cuántos años que conocí a Cristina Narea. Nacho Béjar acababa de sacar “Donante de corazón”, su segundo disco en solitario, y había montado banda para presentarlo en la sala Galileo Galilei. Nos reunió a todos en un local de Tablada: Cristian Constantini (batería), Gino Pavone (percusión), Iñaki García (teclas), Nacho Béjar (guitarra y voz), Cristina Narea (guitarra y voz) y yo (bajo). Allí estaba ella; una isla en un mar de hombres. Pero está acostumbrada y se mueve como pez en el agua (por seguir con los símiles acuáticos) en esos ambientes.
Aparte de la gran experiencia como músico que para mí fueron aquellos ensayos y conciertos, la amistad con Cristina fue de lo mejor que me llevé. Aquí no tengo espacio suficiente para describirla, pero más allá de la música, están las personas. Su risa, su manera de cantar, irnos de cañas, un cometario durante los ensayos… Las relaciones especiales se forjan por detalles que pasan inadvertidos.
Además de cantar y tocar la guitarra, compone sus maravillosas canciones. Cristina es la emperatriz de los sueños. Sólo ella podía vivir en la calle Clavileño y galopar buscando una melodía, una canción que nos hiciera soñar.
Hace unos días, en un concierto de Basilio Martí en el Berlín Café, nos reencontramos después de mucho tiempo. No sé si ella sentirá lo mismo, pero a pesar del tiempo, siempre es un momento especial para mí cuando ríe (siempre a carcajadas). Escucha a los músicos, porque respeta su trabajo. Baila, porque siente la música. Habla, porque no lo puede evitar… Y ríe. Siempre ríe (a carcajadas)…
Ahora está grabando su próximo disco. ¿Qué nos contará? Dejaos llevar por sus canciones. De verdad que es una gozada… Nunca dejes de esperar, lo de soñar dura toda la vida…
@Estivigon