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Mientras tantoDe mi Diario: Semana 48 / 2013

De mi Diario: Semana 48 / 2013


 

Weiß/Colonia, 24.11.

0:20 am : The Gingerbread Man. ¡Oh dioses míos, Altman es tan bueno que hasta consigue que lo sea un mamotreto de Grisham! La genialidad de Altman es pareja a la de Galdós, cada uno de ellos con su herramienta. Estoy completamente seguro de que si Altman hubiese leído alguna vez la saga de Torquemada, hace tiempo que tendríamos la gran peli sobre la avaricia, que es una de las que, pese al ¿fallido? intento (nunca lo sabremos) de Erich von Stroheim, todavía  no se filmó. Ni siquiera Buñuel, tan amante de Galdós, se atrevió a descender a ese abismo. Y bueno, lo que pasa es que en el fondo Buñuel era un pequeñoburgués con muchas ganas de escandalizar a sus congéneres, porque eso le divertía (y le autodisculpaba), peropero sólo se aventuró hasta los pecados veniales, los demás se los había prohibido su mamá. Pajas mentales.

 

2:07 am : Quiero morir. Quiero morir. Quiero morir. Ojalá esta noche sea la última en que cierre los ojos, pero me temo que no tendré tanta suerte.

 

Me levanté temprano y ya durante el desayuno sentí que algo andaba mal con mi cuerpo, así es que me acosté después de llamar a Carlitos para avisarle de que no podría ir a la tertulia. No voy nunca, bien es cierto, pero la de este mes era especial por tres razones; a) celebrarse un domingo a mediodía; b) en el Museo Etnográfico; y c) el invitado era Julio, que acudió expresamente a mi conferencia de Hamburgo, desde Hildesheim, y siquiera por ello estaba en deuda con él. Pero ni caso, el cuerpo me pedía reposo absoluto. Se lo di hasta pasado largo el mediodía, luego estuve despachando correspondencia, e incapaz de hacer nada, ni siquiera almorzar, recordé a tiempo que en el canal Arte daban a las 3:35 pm Last Chance Harvey [en alemán Amor a segunda vista y en español Nunca es tarde para enamorarse,], que me encanta, no sólo por la formidable actuación de Emma Thompson y Dustin Hofman, sino por la declaración de amor implícita a Londres en general y al Támesis en especial. Me pudo levantar un poco el ánimo.

 

Weiß/Colonia, 25.11.

2:00 am : Acabo de ver The Chamber [Cámara sellada], con Gene Hackman. ¡Qué pedazo de actor! La peli es mala (otro Grisham, ¡sólo que sin Altman dirigiendo!), pero vale la pena verla sólo por la interpretación de GH, de a deveras portentosa. Hay actores como él, Michael Caine o Rod Steiger, que nomás con su presencia llenan la pantalla y dejan chiquitito a quien aparece a su lado, o todo lo contrario, lo engrandecen. Gene Hackman y Fernando Rey, vis–à–vis en French Connection, son un buen ejemplo de vasos comunicantes de grandeza. 

 

Una lectora mexicana, Raquel González Jiménez, me ha dejado ayer un comentario al pie de mi columna The Twitter’s Digest, en Nexos, rotulándolo como “La tecnología amable”: «Gracias. A mis 59, entrar en estas innovaciones tecnológicas no ha sido fácil. Eso sí, lo intento con ahínco cada vez más, pero siempre me gana. Esta página me dio la parte amable y reflexiva de ella». Es por lectores así que continúa valiendo la pena seguir en el tajo. Mientras el cuerpo aguante.

 

Leído esta tarde en la Historia de Inglaterra, de André Maurois, cuando habla de los puritanos en tiempos del primer rey Estuardo, Jacobo I. Dice Maurois que eran «tristes, honrados, fuertes e insoportables», y luego, al referirse a los peregrinos que con la Mayflower cruzaron el océano hasta Nueva Inglaterra: «Otros millares de emigrantes fueron a unírseles, y estos hombres, que habían preferido el destierro a la herejía, establecieron allí, como era de esperar, una teocracia». Me parece un resumen bastante acertado de la Historia de los Estados Unidos.

 

Weiß/Colonia, 26.11.

En La Modicana, hoy, niente spaghetti fruti di mare. Consuelo clásico: spaghetti alla modicana. Pero joder, ¡¡¡si fue justamente por los spaghetti alla modicana que nos “domiciliamos” aquí!!! Por supuesto que abandonamos ese domicilio de la felicidá (somos gastronónicamente adúlteros innatos) apenas descubrimos la variante marisca, pero nunca, nunca olvidamos al primer amor.

 

El cartero me trajo, por fin, Clases de Literatura, con la transcripción de trece horas grabadas de las que dio Cortázar en la uni de Berkeley, en el otoño de 1980. Y me llega el ejemplar con una dedicatoria de lo más cariñoso, de Carles, «hun hadicto» de mi diario, como me dice echando mano al recurso cronopial de una ortografía a contrapelo. ¡Qué golosina, carajo! Por supuesto, lo he colocado encima del montón, arriba del todo. Mañana mismo comienzo a leerlo, dándole prioridad absoluta sobre el resto. A tal señor, tal honor, diría mi abuela Remedios, taaan sabia.

 

Weiß/Colonia, 27.11.

Felicidad por partida doble: hoy por fin salió el sol, Henri vino a casa, y también Oskar, para echarme una mano porque Diny tenía una invitación a almorzar, impostergable. Así es que fui a buscarlo, a Henri, al Kindergarten, lo traje a casa, le puse un pañal limpio y el pijama, y durmió con Oskar (conmigo no tiene la costumbre, ni quiere, y debo aceptarlo sin rechistar). Y luego les hice una pizza salami y estuvimos viendo pelis hasta que regresó Diny y luego vino el papá, para llevárselo a su casa. Pero lo mejor de todo ha sido que al llegar al Kindergarten me mostró una hoja DIN A4, un folio, con un hombre con lentes dibujado por él, y encima suyo un sol. Y me dijo: «El hombre de las gafas es papá, el sol eres tú». Me lo hubiera comido a besos, qué cabrón. Y ese dibujo, con esa frase, el nombre de su autor y la fecha de hoy, adorna desde hoy la puerta de este cuarto de trabajo.

 

Weiß/Colonia, 28.11.

Fronterad cumple hoy cuatro años en la red, y aunque no puedo afirmarlo con un 100% de seguridad, pero ± por ahí van los tiros, mi blog es el único que no ha fallado ni una sola a lo largo de las 208 semanas. Me entra la curiosidad por ver mi primer post, justamente fechado ese 28 de noviembre de 2009, y me río con la primera anotación de mi diario registrada en él:


Weiß/Colonia, 22.11. :  “Rolando me envía desde Austin esta cita sofisticada, aunque algo arbitraria, de John Berger: «Cada ciudad tiene su sexo y su edad. Roma es femenina. Odessa también. Londres es un chico de 13 a 19, un pilluelo, y en eso no ha cambiado desde los tiempos de Dickens. Y París, a mi parecer, es un hombre a sus veintes, enamorado de una mujer mayor que él». Le contesto: «Y Barcelona es un travesti viejo que se creía europeo porque le obligaban a hablar en castellano»”.

 

Empecé, pues, pidiendo guerra. Y en ese mismo post, la que no tiene desperdicio, y además es de mucha actualidad, por el centenario del nacimiento de Camus, es esta otra entrada:


Weiß/Colonia, 27.11. : “Juan Gabriel ha escrito para El Espectador, de Bogotá, una excelente columna sobre Camus y el traslado de sus restos mortales al Panteón, estableciendo de paso un diáfano paralelo entre Camus y Sartre. Le dejo un comentario: «Hay algo más que diferenció a Camus de Sartre, mi querido y admirado Juan Gabriel. A sus 44 años, Camus aceptó con humildad el Nobel*, aun pudiendo presumir de ser el segundo autor más joven en obtenerlo (después de Kipling, quien lo recibió veinte días antes de cumplir los 42). En cambio Sartre lo rechazó, y era su buen derecho, pero no la fundamentación de su rechazo: que se lo debían de haber concedido en otro momento léase: antes, o sea, hablando en plata, en vez de a Camus tendrían que habérselo dado a él. Y para más inri, años después, en un momento de escasez de peculio, hizo preguntar a la Academia Sueca (que no aceptó el rechazo, y lo sigue incluyendo en su lista de premios) si no podían transferirle la plata con que están dotados. Sartre siempre fue miserable, pero ahí se superó»”.

 

Y ya basta de autocitas. Además, si alguien sintiese el deseo de recuperar esas primeras entradas en mi blog, copio el post entero acá, como hipervínculo.

 

[* Addenda hoy: Tan humildemente que preguntó cómo es que se lo daban a él y no a Malraux. Luego, en 1972, pasó tanto de lo mismo cuando se lo concedieron a Böll, y el viejo don Enrique –como yo lo llamaba– preguntó: «¿A mí solo, y no junto con Günter Grass?»  Una reacción así fue la que esperábamos que hubiese tenido el tal Saramago: «¿A mí solo, y no junto con Jorge Amado?»… ¡quien además se lo merecía bastante más que él, me cago en Deus!]

 

Voy a mi cita con la pedicura y el autobús, aunque solicito la parada, no se detiene y le grito al conductor que solicité la parada y tiene que detenerse; logra frenar antes de la esquina: cada día es peor el servicio de transportes públicos en Colonia. Lo comento con la pedicura y ella replica que cada día desciende más la calidad de vida en la ciudad, sobre todo en lo que se refiere a la seguridad ciudadana. Hay una especie de consenso tácito políticamente correcto para no decirlo de manera abierta, pero todas las mentes acusan a los gitanos, rumanos y búlgaros que cada vez llegan más a este país. La pedicura incluso trata de explicárselo mientras me lo explica (le noto el trabajo mental): «Son gente que viene de donde no hay nada y acá van por la calle, mirando los escaparates, las vitrinas, los negocios, los supermercados hay de todo, y de sobra, y no sólo es eso sino también hay médicos, hospitales, atención sanitaria, y quieren tenerlo todo, pero lo que no tienen es dinero, y entonces el recurso es robarlo». La tienda de ropa al lado de su consulta es el mejor ejemplo, la asaltaron hace dos noches y arramblaron con la caja y los sobres de los sueldos para los empleados, y lo peor, con dos compus portátiles donde estaban archivados los ficheros de la clientela. Y todo eso, aunque haya sido de noche, en pleno centro del pueblo y enfrente de un hotel, donde siempre hay, por lo menos, un portero nocturno.

 

Weiß/Colonia, 29.1.

1:30 am : Mi familiaridad con los personajes de las series policiales, en este caso el inspector Gently me hace recordar siempre la de la esposa del protagonista de Fahrenheit 451, hablando de los personajes de las telenovelas como si fuesen personas de la vida real. Y la verdad es que, para mí, Gently, Lewis, Lynley & Havers, Beck, Van Veeteren, Wallander, y sobre todo Linda Wallander, son más reales que los vecinos del 2° en el 11b, la casa de al lado.

 

Esta es una mañana de citas telefónicas que convierten mi calendario de la próxima semana en un viacrucis de la fisioterapeuta al otorrinololaringólogo, y de él una vez más a la fisioterapeuta, y de ella al ortopeda, y no sé si de allí al notario para firmar mi testamento. Pero a decir verdad, la única cita que me importa es con el otorrino. El resto es anécdota. Lo que él me diga, no.

 

Frau Schumacher se ríe cuando le digo que menos mal que mañana termina noviembre, ojalá que no haya noviembre en el 2014, la famosa depresión de este putísimo mes me ha afectado este año más que ningún otro: «¡Por Dios, Herr Bada, no me quite usted noviembre, en mi familia celebramos cinco cumpleaños en este mes!»

 

Weiß/Colonia, 30.11.

Ayer, a lo largo del día, me planté en la página 180 de Clases de Literatura, este último libro póstumo de Cortázar. En la 152, por cierto, en un pasaje que dedica al uso de las comas y cómo él renuncia a ellas en algunas ocasiones, por mor del ritmo, me tuve que acordar de lo que dijo cierta vez Héctor Aguilar Camín: «¡Respiren, comas, al ritmo de Ricardo Bada!»  Ah, este libro es una gozada en todos los sentidos, pero lo que más me divierte de su lectura, a cada capítulo que avanzo en ella, es retornar a la página 9 y al epígrafe de Unamuno que Carles le antepuso a su prólogo: «Me lo has oído mil veces, aborrezco los hombres que hablan como libros y amo los libros que hablan como hombres». El problema, no sé si Carles se ha dado cuenta, es que Clases de Literatura es un libro que habla como un hombre que hablaba como un libro. La elocuencia y la facilidad de expresión de Julio son algo excepcional, y tengo de ello un documento personal impagable, la fonocarta que me envió en octubre 1976 y en la que me habla durante ½ hora de Hermann Hesse, del idioma español, de amigos comunes Suerte que soy hombre de radio y a esa casete la guardé como oro en paño, mientras que todas las demás que Julio envió a lo largo de su vida se han perdido, con excepción de esta mía y una que conserva Manuel Antín. Releo las respectivas transcripciones, en los volúmenes de correspondencia del Gran Cronopio y me digo que qué gran libro se perdió por culpa de quienes recibieron fonocartas suyas y las borraron para regrabar encima. Maldición eterna sobre sus tumbas.

 

12:49, inesperada visita de Frida & Netty. Van de regreso a Holanda, con su auto, y decidieron hacer una parada en nuestra casa, tomar un café con nosotros antes de continuar viaje. Recuerdo muy bien cuando fuimos a pasar un día con ellas en junio del 2002, en Vinkeveen, que es algo así como una semicolonia de semimarginales automarginados. Estaban recién casadas (fueron de las primeras parejas homosexuales que se beneficiaron de la ley neerlandesa al respecto), y gran parte de lo que charlamos aquel día fue acerca de cómo las niñas de Frida aceptaron, o no, el que su madre comenzase una relación con Netty. La menor, la cuarta de ellas, Mariëlle, era casi un bebé. Recién una vez que las acompañó a una reunión de parejas homosexuales con hijos fue que comprendió que ella no era la única en el mundo con ese problema, y terminó asumiendo la situación. Durante nuestra visita pude darme cuenta de que Netty era para ella una especie de segundo padre. Ahora, cuando voy al living a saludarlas, lo primero que les pregunto es por los nietos. Son cinco y uno en camino. ¿Niños, niñas?  Cuatro niñas y un niño, y el sexto todavía no saben. ¿Y no nos cambiaríais una de vuestras cuatro nietas por uno de nuestros cuatro nietos? Netty se echa a reír: «Nooooooo, y además, abuelo descastado, ¿de cuál te desprenderías tú?» Menos mal que sabemos que es una broma. Yo a Netty la quiero mucho, fue nuestra madrina de boda, cuando aún no había descubierto que era lesbiana, hace de esto la friolera de 48 años.

 

8:15 pm : Como tantas veces, me encasqueto los auriculares mientras trabajo en pantalla y activo el enlace www.hjck.com con la seguridad de que siempre tendré buena música en fondo a mis tareas. A las 8:00 comenzó puntual la transmisión de un programa de Radio Nacional de España sobre el compositor brasileño Alberto Nepomuceno, y, por todos los dioses, qué gazapo se les ha ido a los colegas de RNE; afirmar, nada más y nada menos, que El guaraní, de Carlos Gomes, compatriota y antecesor de Nepomuceno, lo cantó Montserrat Caballé en la Scala de Milán ¡en 1870! Además, qué falta de delicadeza, la edad de una dama debería ser tabú para todos, hasta para un crítico musical hablando de una prima donna. Sobre todo, si bien ya sabemos que la Caballé no es un pimpollo, porque tampoco la imaginábamos matusalémica.

 

***********FIN***********

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