Como cada año cuando llega el frío se incrementan los casos de gripe, que en caso de enfermedades previas y edades avanzadas puede requerir la hospitalización de los afectados, lo que lleva al colapso de los servicios de urgencias, algo también habitual en estas fechas. Sin embargo, parece que se nos olvida de un año a otro y volvemos a caer en el alarmismo.
En España se ha duplicado ya el umbral epidémico europeo (de 40 casos por cada 100.000 habitantes), pero ese incremento es similar al que se produce todos los inviernos. Hasta ahora se han registrado 13 fallecimientos directamente atribuibles a la gripe, frente a las 54 muertes de toda la temporada 2012-2013.
Podría argumentarse que la diferencia es que este año las infecciones se deben fundamentalmente al virus de la Gripe A(H1N1), del que no tenemos muy buen recuerdo ya que causó en 2009 «la primera pandemia de influenza del siglo XXI«, en palabras de Margaret Chan, directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tras ese potente “bautizo” el virus A (H1N1) pasó a convertirse en un virus estacional que circula cada año junto a otro subtipo de la gripe A (H3) y el virus de la gripe B (que por ejemplo fue la cepa mayoritaria en las infecciones del año pasado). En previsión de que esta cepa fuera una de las predominantes este año, la vacuna contra la gripe que se está distribuyendo es una combinación de dos virus de tipo A y uno B.
No obstante, el virus AH1N1 suele provocar un mayor número de hospitalizaciones por infecciones graves, que son más frecuentes en personas de entre 15 y 64 años, una franja de edad en la que no se suele aplicar la vacuna antigripal al no pertenecer a grupos de riesgo. No obstante, el Instituto Carlos III, encargado del Sistema de Vigilancia de la Gripe en España, destaca que un 77% de los casos graves presentaban otras enfermedades concomitantes como patologías cardiovasculares, pulmonares y obesidad.
Precisamente la pandemia de gripe de 2009 puede haber provocado que haya descendido la cobertura vacunal. Según el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC), Holanda es el único país europeo que alcanza el 75% de cobertura que recomiendan la OMS y el Consejo de la Unión Europea. Entre las causas del “rechazo” a la vacuna está la ignorancia de la población sobre la gripe y sobre la propia vacuna, y en ello tienen un papel fundamental los medios de comunicación. Son los encargados de transmitir a los ciudadanos los mensajes de los organismos científicos y médicos que respondan a sus dudas. Pero esa labor de intermediarios debe hacerse de forma responsable y rigurosa, sin dejarse llevar por el alarmismo y el sensacionalismo. Es decir, respaldar las informaciones con datos, hechos y fuentes de prestigio, en lugar de destacar solo los aspectos más escabrosos (como los fallecimientos).
Hace solo unos días el propio presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), Juan José Rodríguez Sendín, declaró que «lo único de excepcional» de la gripe de este invierno es que “se está contando golpe a golpe, casi caso a caso» a través de los medios, tratando de intentar calmar a la población pero también a los propios periodistas.
No se trata de ocultar nada, sino de informar de forma objetiva y ponderada sobre lo que ocurre, dando voz a todos los actores implicados (médicos, científicos, Ministerio de Sanidad y consejerías, etc.) sin olvidar ninguna de las vertientes de la información, como, por ejemplo, el efecto de los recortes y la escasez de recursos humanos y sanitarios en el abordaje de la gripe.