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Mientras tantoReading is sexy

Reading is sexy


 

 

 

«So many books, so little time»

Frank Zappa

 

 

Soy preguntona por naturaleza. Los que me conocen, lo saben. Que cuál es tu película favorita, que qué te llevarías a una isla desierta, que si estás enamorado de tu pareja, que si tienes algún amor platónico –éstas últimas son de mis favoritas-. Pero sí. Que soy la típica preguntona. Las preguntas son a veces como un filtro. Pasas o no. Y en una cita, la pregunta-filtro que más veces he utilizado es la de cuál es tu libro favorito. Ya lo dicen: reading is sexy. Y estoy de acuerdo en que es una pregunta infantil como la de quién es tu mejor amigo o tu plato preferido. Sí, lo mismo. Pero a veces da muy buen resultado.

 

Leía ayer “15 libros que te demuestran cómo son los tíos. Dime qué lees y veré si me acuesto contigo” y me reí. Qué razón tiene Luna Miguel. He vivido todo tipo de situaciones inverosímiles con chicos que “dicen leer”. Algunos sustos también, ataques de risa, ese momento de buscar la cámara oculta en el restaurante. Pero no, no suele ser una broma. Como aquella vez, hace ya tantos años, que creí haber conocido al hombre de mi vida: ese chico guapísimo y simpatiquísimo que afirmaba ser un amante de la poesía. Touché. Ya está. Lo vislumbré claramente: el padre de mis hijos, leyéndoles a Borges a los niños antes de irse a la cama. Sí. Me imaginaba el momento soñado, confesiones a la luz de la luna: “Soy un gran admirador de Anne Carson o ¿Conoces ese verso de Mary Jo Bang que dice…?” Pero no. No llegó. Cuando le pregunté qué tipo de poesía le gustaba me contestó escuetamente que le volvía loco “la poesía rimada”. Así tal cual. Pensé que tal vez fuera una corriente nueva, algo súper experimental que yo no conocía. Pude haber soltado un ¡Recórcholis!, para estar a la altura del momento estelar, pero me lo callé e inquirí: ¿Rimada, a qué te refieres? El tipo dio un sorbo a su whisky-cola y me miró seductoramente, muy a lo Humphrey Bogart: Laurita, ya sabes, no es muy difícil: que rima. Fin de la cita. Nunca más bien dicho.

 

Después de este tipo de experiencias, decidí dejar las preguntitas para otro rato. En las citas se habla del tiempo, de lo bueno que está el chuletón, a lo sumo te haces la experta en vinos, Laura. Eso es lo que aprendí. Era muy difícil –y arriesgado- intentar sacar algo en claro de todo aquel asunto de los hombres, los libros y el postureo literario. Así que dejé de preguntar. Ahora me dedico a observar: busco libros en mesillas de noche, husmeo entre las estanterías. Uy no, esto no. Uy, bueno, por lo menos… Porque hay gente que se fija en los zapatos –nunca de punta, por favor-, pero yo me fijo en los libros.  Todos tenemos manías, aunque no quede bien decirlo y menos públicamente. Y yo tengo esta, qué le vamos a hacer. Que te gusta El guardián entre el centeno y lo has leído mil veces. Bien. Que tienes una antología de Pedro Salinas en la mesita de noche: muy bien. ¿Lo has leído, de verdad? Que lees a Carver, a Cheever y a Ribeyro… ¿Nos tomamos algo? En fin que a lo que íbamos: los libros son importantes. Al menos para mí. Definen y nos definen.

 

El mes pasado unos amigos realizaron un video que aborda este tema: el de la importancia de los libros que han sido especiales para cada uno de nosotros. En el marco de las celebraciones del veinte aniversario del centro cultural y biblioteca Koldo Mitxelena, en San Sebastián, crearon una campaña llamada “liburu bat istorio bat” (un libro, una historia) en la que animaban a la gente a mandar la foto de ese libro especial y que lo compartieran en instagram o twitter con el hashtag #liburubatistoriobat. Así se creaba una biblioteca, la de esos libros especiales de todos. Sí. Una biblioteca singular. Y me pareció una iniciativa muy interesante, bonita, de esas de las que desgraciadamente quedan pocas. Una iniciativa que me hubiera ahorrado mis preguntitas de hace unos años. Pero en la vida todo llega un poco más tarde de lo que debería. Pero sí. Ya lo decía Borges : “siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca”. Y para mí, esta biblioteca se le parece un poco.

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