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Mientras tantoDe mi Diario: Semana 7 / 2014

De mi Diario: Semana 7 / 2014


 

Weiß/Colonia, 9.2.

Acabo de hacerme la tortilla de camarones que voy a cenar alrededor de las 7 pm. Mientras la freía estuve pensando en pergeñar calculándolo al céntimo –que es como tiene que hacerse– el escandallo de su producción. En él intervendrían el precio de los 100 gr de camarones del Mar del Norte, de los dos huevos, del chorreón de aceite de oliva italiano y extra virgen (si es que tal cosa no es un oxímoron), del gasto de energía eléctrica al fritarla, and last but not least lo que podría ser quizá lo más caro de todo, el coste de la mano de obra. Pero como es ¼ de hora de mi tiempo libre, casi que no incide en el total. Resumen: por ± cinco euros, una comida regia.

 

En principio iba a dedicarle a Cortázar mi columna de El Espectador del próximo viernes, pero luego lo he pensado mejor y he escrito un artículo casi el doble de largo que la columna, para la sección Cultura. Sé de quienes van contando por ahí la historia de lo que sucedió después del entierro de Julio, por habérsela oído a alguno de los cuatro que la protagonizamos, y la cuentan como si ellos hubiesen estado presentes. Así queda en claro de una vez por todas este asunto.

 

Malas noticias. Un 50,3% de votantes suizos con un miserable complejo de inferioridad (es la única explicación posible) decidieron que su país tiene que contener con métodos propios del apartheid la amenaza de un alud migratorio. La recontramilputa que los recontrarremilparió. Ya Max Frisch nos puso en guardia acerca de sus compatriotas, basta leer su Guillermo Tell para la escuela, donde desmonta el mito nacional hasta dejarlo más en cueros que una modelo de Rubens. Lo que ya es decir. No de la modelo, ¡pobrecita mía!, sino del lujurioso Rubens.

 

Weiß/Colonia, 10.2.

1:40 am: Chloe. Los actores buenísimos, la peli mediana, el final un remiendo. Qué pena que con tales mimbres hayan hecho un canasto tan mediocre.

 

Mañana desdichada y casi perdida. Me despertó la vejiga, puntual, queriendo aliviarse, a eso de las 7:45 am, y lo primero que sentí es un dolor agudo en el ojo derecho, que me hacía lagrimear sin pausa. Amén de ello un resfriado de nariz que me tenía moqueando asimismo sin pausa. Pero lo decididamente molesto y enloquecedor era lo del ojo. Leí el periódico durante el desayuno, guiñándolo a cada instante y teniendo que secármelo cada dos por tres, así como la nariz hecha grifo. Comprendí que era una pestaña desprendida y que se había pegado a la cara interior del párpado, pero no lograba soplarla, ni expulsarla a base de provocar más lagrimeo, y no estaba Diny, que se fue muy temprano para Düsseldorf, al consulado, a renovar su pasaporte. Ay.

[Define el Diccionario de la RALE: «Pestaña: Cada uno de los pelos que hay en los bordes de los párpados, para defensa de los ojos». ¡¿Defensa?! ¡La remilputa que los recontramilparió!]

 

Diny regresó a tiempo de pasar a recoger a Henri en el Kindergarten, cuando yo me estaba ya calzando para ir allá. Luego pasó con él por aquí, así se lo rogué porque hace muchos días que estaba sin verlo. Y nos hemos alegrado los dos, lo que significa que mi alegría ha sido el doble.

 

Después de la siesta compruebo aliviado que sólo queda un resto de dolor fantasma en el gliso derecho. Y que puedo ponerme a trabajar sin el tormento de la vista capitidisminuida. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.

 

Weiß/Colonia, 11.2.

O:10 am : “Spooks”, la serie inglesa sobre el MI5, me gusta cada vez más. Pasaron ahora el 4° episodio de la novena temporada, así es que me restan diez semanas de buen entretenimiento.

 

Tras unos espaguetis fruti di mare de intensidad 7,5 en la escala Mancinone, en La Modicana, vamos como siempre a la compra semanal en Aldi, y ya en la cola de la caja le digo a Carlitos algo que nebulosamente vengo pensando desde hace tiempo: «Después de vernos llegar cada martes, a la misma hora, durante años, los empleados de Aldi seguramente creen que somos pareja. Y como yo soy el que siempre paga, me parece que te tocó la parte menos favorecida de la misma». Carlitos, piadoso, omite cualquier comentario.

 

Todo el día trabajando el texto para Nexos sobre las postales de Cortázar. No consigo dar con el tono que necesita esa escritura. ¿O sí?  Pero si la respuesta es que sí, lo jodido es que no lo sé. Tendrán que ser otros quienes lo digan, y eso me emputa.

 

Weiß/Colonia, 12.2.

Marjorie subió a su cuenta T un tuit de @vassility traducido por mí: «Parece que había una errata en la receta pekinesa. Sea como fuere, las tripas ronronean con este Gato Laqueado». Pero me temo que este tuit nomás van a entenderlo quienes sepan que una de las especialidades pekinesas es el pato laqueado. Sólo que no es eso lo que dice el original, tuve que inventarme un juego de palabras en castellano, puesto que el original era intraducible a nuestro idioma. Y lo era porque en nuestro ámbito lingüístico, si bien se conoce la rúcola, no se conocen (o no son tan populares como en Alemania) los caramelos suizos de la marca Rícola, que los niños de por acá chupan con devoción y todo el mundo los tiene presentes a través de sus anuncios en la tele (con acento suizo, para más inri). En el original dice así «Angeblich wäre da ein Schreibfehler im Rezept. Das ist mir aber egal, ich habe noch nie so etwas Knuspriges gegessen wie diesen Ricolasalat», que traduzco al pie de la letra: «Al parecer había una errata en la receta. Pero no me importa, nunca hasta ahora he comido nada tan crocante como esta ensalada de Rícola».

 

Estaba escrito que el 30° aniversario de la muerte del Cronopio Mayor no iba a pasar sin dejar huella. Mi artículo de hoy en EE, de Bogotá, poniendo en claro qué fue lo que  pasó durante la hora siguiente al entierro de Cortázar en el cementerio de M’parnasse, ha traído una cola inesperada y de lo más cronopial: el reencuentro con el punk. Al cabo de 29 años, 11 meses y 28 días. Pues nos conocimos entonces y en aquel cementerio, el 14.2.1984. Y desde aquel día ni una sola palabra suya, hasta hoy. Si esto no es un misterio cronopial, que vengan los famas y me lo digan. Si es que tienen lo que hay que tener. A ver, ¡maricón el último!

 

Weiß/Colonia, 13.2.

0:10 am : Una vieja serie del comisario Beck, que han reactivado, y el episodio de esta noche casi no lo recordaba, así es que me ha sorprendido el final como si fuese la primera vez que lo viera. ¿Es esto alzhéimer o sencillamente sobresaturación?

 

Diny está en la ciudad desde muy temprano, para su gimnasia, me cito con ella en la boca de Metro de Neumarkt y acudimos a Fielmann. Es la firma más acreditada de tiendas de óptica en Alemania. Hora y ¼ dura la tarea hasta que se quedan contentos ellos con lo que quieren y yo con lo que quiero. Mientras tanto ha empezado a llover, una lluvia tenaz de la que escapamos en el Nordsee; Diny encarga un filete de faneca con champiñones y yo un cuenco de bullabesa con un pincho de gambas a la plancha, amén de ½ litro de blanco Entre-deux-Mers para compartir. Cuando regresamos a casa lo hacemos en el tranvía hasta Sürth y en la parada nos encontramos con Mohamed, el hijo menor de nuestros vecinos nigerianos del piso de abajo, por quien siento un gran cariño. Cuando lo saludo y le digo que qué bueno que vayamos juntos a casa con el bus, me contesta que, si queremos, nos puede traer él en su auto. Y ahí suelto la carcajada porque, le explico, «¡Mira donde se nota el paso del tiempo, te conozco desde que eras un niño algo mayor que jugaba con nuestro primer nieto, y ahora ya tienes tu propio auto!» Y también él se ríe con esa risa suya casi silenciosa pero más elocuente que la mía a carcajadas. En el auto, de camino acá, nos cuenta entre otras cosas que sus viejos regresarán a Nigeria dentro de dos años, cuando el padre se jubile en la Deutsche Welle. «¿Y vosotros?» (le digo pensando en él y en sus dos hermanos, Fátima y el mayor, cuyo nombre siempre olvido). «Nosotros nos quedamos los tres». «Pero no en el Pflasterhofweg, en nuestra casa, sería muy caro para vosotros». «No, claro, nos tendremos que ir». Me entristece pensarlo, hace tantos años que convivimos con ellos que son como una parte de la familia, y decido cambiar de tema: «¿Cuánto te queda en la escuela?» «Un año». «¿Y ya pensaste que vas a hacer después?» «Sí, quiero descansar un año de todo lo que sea estudiar, trabajaré un poco para pensar tranquilo qué estudiaré después». «O sea, te vas a tomar un año sabático». «Así es». Muy tranquilo, muy serio, muy decidido. Quiero a Mohamed desde niño porque así ha sido siempre desde que lo conozco, un amor de persona.

 

Como mañana le toca plancha + Henri en lo de Montse, y el chajá necesita por lo menos unas 24 horas de reposo para asentarse, después de la siesta Diny se mete en la cocina y se la siente feliz entre los fondos de torta y los merengues para desmigajar, la nata, los duraznos en almíbar. Fue una promesa que les hicimos a los Bayer, que la próxima vez que fuésemos a almorzar con ellos, en su casa de Linz (y eso será pasado mañana), el postre lo pondría Diny y sería un chajá.

 

Weiß/Colonia, 14.2. 

Cada vez me convenzo más de que la gente ya no sabe leer. Hace dos días, hubo una tuitera que me atribuyó unos versos del indefenso Cernuda: «Si morir fuera esto, un recordar tranquilo de la vida, un contemplar sereno de las cosas, cuán dichosa la muerte». Hoy, un tuitero me atribuye uno de los tuits que cito en mi columna de EE, de Bogotá, dedicada a la “festividá” del día: «Yo ya tengo mi chaleco antibalas para San Valentín, por si las flechas». De lo que no se dan cuenta es de que lo ponen a uno en un compromiso. Resulta que si el primer tuit lo lee, por ejemplo, alguien bien versado en la poesía española, no sería raro que pensase: «Mira tú el Bada, con esa cara de no haber roto nunca un plato, y robándole versos a Cernuda». Ay

 

Gmail.com ha estado hoy todo el día jugando al gato y al ratón conmigo, permitiéndome recibir emails pero no enviarlos porque dizque tengo agotada la cuota. ¿Cuál cuota?  Luego, al par de horas, me restablece el servicio, pero los correos han ido saliendo a lo largo de la jornada como si mi estafeta estuviese tartamuda. ¿Y a eso se le llama “Servidor”? Qué risa, María Luisa.

 

Weiß/Colonia, 15.2.

En el diario, mientras desayuno, descubro una esquela con un epígrafe de Balzac: «Sólo se vive dos veces; la primera vez en la realidad, la segunda vez en el recuerdo». Y eso me recuerda que ayer, en la página tradicionalmente dedicada a esquelas amorosas con motivo de San Valentín, había una en un castellano de telenovela sincronizada, pero enternecedor. La busco al terminar el desayuno, dice así: «Luis, mi amor, yo te amo para siempre infinito. Marion».

 

Llegamos a casa de los Bayer con una puntualidad yo diría que repelentemente británica, a las 12:30 en punto del mediodía. Ya nos estaban esperando Marlies y Osvaldo, y se descorcha lo tradicional en estos casos, una botella de espumoso alemán, Metternich. El almuerzo es una vez más un lujo: la ensalada mixta con atún y el pollo al horno con arroz al vermut. Regado todo el almuerzo con tinto ecológico (Marlies, Osvaldo, yo) y blanco bien frío (Diny, Carlitos). Y luego el chajá. Pura delicia. Como la conversación, con lindas anécdotas de Osvaldo acerca de Julio Cortázar enamorado de Carol. Y el anuncio de que a fin de mes regresa a Buenos Aires con el fin de emprender una gira por todo el país, con una compañía teatral, para interpretar el papel del autor de Las putas de San Julián, es decir, de él mismo. Si pienso que dentro de tres días, el martes 18, cumplirá 87 años, lo único que puedo hacer es sacarme mentalmente el sombrero. Al despedirnos, entre abrazos, nos emplazamos mutuamente para agosto, cuando regrese a Linz.

 

Después de la siesta, repasando en un fólder olvidado unos viejos papeles, cae en mis manos la colección completa de la revista juvenil Camino, que se editaba en Huelva en los años 50 / 60 y en la que yo colaboré bastante. Y en el # 8, de Mayo 1959, aparece una entrevista con un gringo llamado Dexter Allen, que vivía en la misma pensión estudiantil que yo, en Sevilla, y con quien conversé mucho porque él se decía escritor y que estaba documentándose para una novela sobre Almanzor, el caudillo cordobés, terror de los cristianos. Lo cierto es que le hice la entrevista (fue la primera que le hecho a un escritor, en toda mi vida) y aquel año terminaron mis estudios de Derecho, regresé a Huelva y al buen Dexter Allen lo perdí por completo de vista. Así es que me entró la curiosidad, busqué con ayuda de mi buena amiga Miss Hortensia Google, descubro que Dexter Allen vive y escribe en California, e inmediatamente he contactado a todos mis amigos en los USA preguntándoles si hay algún Who’s who? de los escritores donde se pueda conseguir su dirección virtual o de correo quelonio. Según pude comprobar en el boudoir de Miss Google, su relación con América Latina, y el mundo hispano en general, es muy fuerte. Sería interesante, se me ocurre, contactarlo al cabo de 55 años. Y preguntarle por Almanzor.

 

Dan en la tele, en el canal 3sat, Rhythm is it! Esta es una de las experiencias más fascinantes del cine documental en lo que va de siglo. De repente, por sus comentarios, me doy cuenta de que es la primera vez que Diny la está viendo, y la envidio.

 

***********FIN***********

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