Hay algunas obras de teatro para las que parece que el tiempo no pasa. Un ejemplo es Wozzeck, de Alban Berg. Basada en la obra de Georg Büchner,  que convierte por primera vez en protagonista de ópera a un proletario, Alban Berg le da vida a este antihéroe y lo convierte en un personaje mítico de la opresión del hombre por el hombre. La obra dura menos de dos horas y gracias a un trabajo depurado de Sylvain Cambreling, la música alcanza cotas narrativas estremecedoras que soportan la tensión hasta el esperado desenlace.