¿Se ruborizaría el diamante en bruto ante un cristal de swarovsky?
Frente a toda la monserga retórica, y los grandes simulacros escénicos que suelen transitar por los escenarios teatrales, la grandísima actriz letona, Résiya Kalnina, ofrece con su interpretación de Juana de Arco en la hoguera, una posible respuesta a tan cristalino dilema. Este Oratorio dramático en once escenas y un Prólogo, escrito por Paul Claudel y musicalizado por Arthur Honegger, no ha dejado de representarse por todo el mundo desde su estreno en 1939. Lamentablemente, no le han faltado ocasiones, a esta pacifista y espiritual obra, de retornar a las grandes Salas de Conciertos, para desgranar su hermoso grito antibelicista. La calidad literaria de Claudel (que convierte el Proceso contra Juana, en una especie de “Juana de Arco en el país de las pesadillas”) junto a la envergadura musical de la partitura de Honegger (que requiere una orquesta sinfónica y tres coros -masculino, femenino e infantil- para interpretarse), convierten a este Oratorio en un insólito y regocijante espectáculo.
El papel de Juana de Arco (única solista dramática de este Oratorio) exige ser interpretado por una primerísima actriz teatral, de envergadura superior a lo corriente. La primera Juana fue la mítica ex bailarina rusa Ida Rubinstein (para quien había sido escrita), que la estrenó en Orleans en 1939 «ante un público hostil. Durante la ocupación nazi de Francia, la actriz Jacqueline Morane representó a Juana en una gira por cuarenta ciudades de la Francia no ocupada, a lo largo de 1941. Ingrid Bergman convirtió este espectáculo en una bandera de su arte, paseándolo junto a su esposo Roberto Rossellini (que lo había dirigido) entre 1950 y 1954, por los mejores templos del Bel Canto de Europa; incluido el Teatro del Liceo de Barcelona. La actriz española Adela Escartín lo interpretó al aire libre, ante la fachada de la catedral de La Habana, en 1951, en el 40 Aniversario de la Independencia de la isla, convirtiéndose en un hito de la escena cubana.
El pasado año 2009, con motivo del 70 aniversario del estreno del Oratorio, se realizaron nuevas versiones de Juana en la hoguera, para celebrar la efemérides. Si en el mes de abril, la actriz española Aitana Sánchez Gijón dio vida y voz a Juana en el Auditorio Nacional de Madrid, junto a la OCNE (Orquesta y Coros Nacionales de España), con dirección de Josep Pons; a finales de noviembre, la actriz francesa Marion Cotillard interpretó a Juana… en la hoguera, en una celebrada producción del Teatro del Liceo barcelonés. Numerosas primeras actrices aspiran a alcanzar este personaje, porque pocas obras se han escrito como ésta, donde una gran actriz pueda hacer tanta gala y derroche de sus facultades interpretativas.
El 28 de agosto de 2009, la actriz letona Réziya Kalnina interpretó -en Riga- a una Juana en llamas, en un estado de gracia vocal y presencia escénica, que ha sido capaz de percibir hasta una grabación de vídeo. El gran arte de la Kalnina no radica sólo en el poder de transfiguración, evocación y transportación de su voz; ni en las poderosas fuerzas de la naturaleza que a través de ella puedan manifestarse; sino en una relajación absoluta frente al paroxismo de la escena y la encendida emoción del público. El misterio y la garra telúrica de esta grandísima actriz báltica, se convierten en prueba irrefutable de las altas cotas artísticas que pueden alcanzarse en el arte del teatro. La Juana de Arco en la hoguera, interpretada por la Kalnina, y dirigida por Maris Sirmais, alcanzó los premios a la Mejor Representación en Vivo, del año 2009, y el Premio Grand Musical 2009 in Latvia (Letonia).
La escena “Juana de Arco en las llamas”, que recoge el vídeo adjunto (pinchar sobre la fotografía), evoca el miedo final de la joven heroína francesa a morir en la hoguera; y su diálogo con la Virgen María (voz de soprano), que la asiste y acompaña en el doloroso trance del fuego. Y si, tras el primer visionado, no les pareciera que el arte de la Kalnina fuera para tanto, les recomiendo que vuelvan a verla; comprobarán cómo el poder de la inmensa actriz, y la cúpula sonora de la orquesta -más sus tres coros- les irán reduciendo y conquistando para la gran causa del Teatro; lo demás, si no llega a ser timo, seguro que no es arte.