Francisco de Castellvi, el hombre que resultó vencedor en la primera partida que se conoce del ajedrez moderno, nació en Valencia en una fecha aún no precisada del siglo XV y murió en esa misma ciudad en el año 1506. Una vida dentro de la alta nobleza de su sociedad, y destacado al servicio de grandes señores. Fue, según quien lo cuente, Barón de Benimuslem y señor de Mislata, otros dicen que fueron su hermano Luis o su sobrino Pedro quienes ostentaron ese título; pero lo que sí es seguro es que en 1464 fue nombrado camarero del entonces príncipe, Fernando, quien llegaría a ser Fernando II de Aragón, el poderoso Fernando el Católico.
Lo encontramos más tarde, en 1476 como mayordomo real en Valencia y todo parece indicar que se mantiene en ese cargo hasta 1495. En 1496 es nombrado jurado, y en 1497 consejero de la ciudad de Valencia.
Debemos imaginarnos a un noble de la época, participando activamente en la vida de la corte de Fernando II de Aragón, corte de carácter más bien local, y dedicándose a la poesía y los juegos como forma de esparcimiento cortesano.
Frecuentaba la tertulia literaria de Bernat Fenollar, famosa en la Valencia de la época por ser visita obligada de poetas, burgueses o aristócratas; allí se organizaban certámenes poéticos o simplemente se retaban para responder acertijos o entablar discusiones utilizando el lenguaje de la poesía. No entendían la poesía si no era como un medio de polemizar o dar respuestas de manera ingeniosa a distintas cuestiones.
Bernat Fenollar publicó una compilación de poemas de los poetas participantes en el certamen de 1474, donde aparece como uno de los autores Francisco de Castellvi.
Y en el Cancionero General, recopilado por Hernando del Castillo y publicado en 1511 aparecen, además de obras de varios de los poetas que frecuentaban la tertulia de Bernat Fenollar, estos tres poemas de Francisco Castellvi:
“Quien es un viejo ligero”
“Razón es la que desuia”
“Si agua bastasse matar”
En la tertulia de Fenollar también se jugaba al ajedrez, pero como es de suponer, personajes tan cercanos a Fernando II de Aragón y por tanto, a Isabel, reina de Castilla, comprometidos con los nuevos tiempos y justo en la época en que se decidió la unidad de los dos reinos, no se sentían cómodos con aquel juego antiguo heredado de la tradición musulmana. Decidieron afrontar el cambio y un día el reto poético fue mostrar el nuevo ajedrez, el ajedrez de la Reina, de la Dama.
Pusieron manos a la obra: Francisco de Castellvi, en la conducción de lo que hoy serían las piezas Blancas, Narciso de Vinyoles en las piezas Negras y el propio Bernat Fenollar como árbitro, figura imprescindible en el caso del poema porque tenía que explicar las novedades de este juego que ya no era el mismo. Ni lo sería a partir de ese momento.
Algunos dicen que la partida no se jugó, que fue solo un despliegue alegórico y poético.
Yo creo que el reto fue: Jugar una partida con las nuevas reglas y la nueva pieza e ir narrándola en versos hasta su final. Cuando vemos la partida observamos a dos bandos que intentan, lo mejor posible para esa época, la victoria. El jugador de piezas Negras está deseoso de utilizar su Dama y la pone en juego rápidamente, Castellvi, organiza muy bien sus piezas y su ataque es certero hasta lograr dar jaque mate con la nueva poderosa pieza. Así surgió Ajedrez de Amor, el poema que nos narra esa primera partida del ajedrez moderno, que ganó Francisco De Castellvi, y que intentaremos acercar más a ustedes en la próxima entrega de esta sección.
Salvador Palomino
