Publicidadspot_img
-Publicidad-spot_img
Mientras tantoEuropa secuestrada por Montoro

Europa secuestrada por Montoro

Cinesporas en el blogo aerostático   el blog de Federico Volpini

 

En el rapto de Elena, valenciano


El pirata Cañete existió. Saqueó los mares. Poniéndose en peligro. Con  riesgo de su vida. Eso ya no lo hacen los piratas.

 

Primera distopía


DIVERGENT

Neil Burger. 2014

 

Adoro las distopías: vivo en una.

 

Peor, por otra parte.

 

Saberse “divergente”, ¿de verdad tiene tan escasa entidad?

 

Sociedad dividida por clases, compartimento estanco, que sólo en un momento de la pubertad son permeables: eliges. Cordialidad, Abnegación, Verdad, Erudición: campesinos, filántropos, juristas, científicos o -lo emocionante de verdad- soldados/policía, la Osadía. Poco uso del cerebro, adrenalina y buena forma física.

 

De relleno, los que no pertenecen a ninguna. El “coco”, que da miedo a los niños.

 

Fábula adolescente, aunque agradable, no dejas de preguntarte dónde van y por qué esos vagones que no paran de moverse y que acaban por llevarte al fin de la película.

 

Segunda distopía


SNOWPIERCER

Joon-ho Bong. 2013.

 

Sería estupendo encontrar en la RED “Train to nowhere”, de Message. Uno no sabe nunca si esa canción no está, o si uno es torpe. Aunque sabe que es torpe. En su lugar, la versión que hizo Vanilla Fudge de “People get Ready”.

 

 

Se prepara la gente. Para el tren que no va a ningún sitio. Somos eso. Pero las previsiones apuntan a que seremos menos. Como los tiburones (si se detiene, el tiburón muere), un tren lanzado por las vías, que no puede parar, embarca a lo que resta de la Humanidad. Primera Clase. Policía. Y la gente. Como en casa. Pero sin sitio para que te lo oculten.

 

es Hollywood, diga lo que diga Bong Joon-Ho. Pero, como está muy bien hecha, a veces emociona y, casi todo el rato, divierte.

 

Ahora y no muy lejos


BIG BAD WOLVES

Aharon Keshales y Navot Papushado. 2013

 

La cosa es el soplete, que te saca de dudas. No porque te cuente la verdad, sino porque, lo que te cuentan, te lo crees. Es el poder de convicción de los sopletes. La letra con sangre entra; y la respuesta, te la saca el soplete.

 

Alguien es acusado de algo que ha hecho, o que no ha hecho. Lo importante: el alivio cuando al mal se le pone una cara.

 

En una película judía suena en el móvil Wagner; las víctimas muestran su sadismo sin complejos; las personas lo son o no lo son, de donde vengan. Más allá de una magníficamente espeluznante película de terror: la madurez de mirarse uno a la cara.

 

“COME TO THE SABBAT”.

Black Widow

 

Sábado


El sábado, en Lisboa, España echó balones fuera. El sábado, ¿se ha hecho para el hombre?

 

¿Qué es el fin de semana?


Hubo un tiempo en el que llegaban los fines de semana y la gente no iba al cine. Lo mismo que hoy. Con una diferencia: que entonces no lo había. Un tiempo largo en el que no hubo cine, como ahora, que dejará de haberlo. Un tiempo en el que las personas, los fines de semana, ni siquiera se quedaban en casa: salían. A trabajar, salían. Dieciocho horas diarias, a veces sólo por la comida y un espacio bajo el mostrador: cortesía del dueño, para que ni siquiera tuviese el aprendiz, el dependiente, el empleado, que salir.

 

Una vez descubrió el hombre el capital y el capital cayó en que un asalariado le viene más a cuenta que un esclavo, al que tenemos que cuidar para proteger nuestra inversión, por baratos que salgan los esclavos; una vez que se creó la fuerza de trabajo: el sudor por el pan; y el pan yo te lo vendo por lo que yo le fije como precio, hicieron falta siglos para que la Humanidad se sacudiese el yugo un poco, de manera que al menos le quedase más holgado. Para que no apretara hasta la asfixia. A eso se lo llamó: “la sociedad de bienestar”. Que consistió, al principio, en ir al cine los domingos por la tarde. Y luego, con el tiempo y la sangre y la gente en la calle, en ir al cine los sábados también. Una conquista, el sábado, que parecía hecha para siempre. Y todas las demás: el mundo, que progresa; la Historia, hacia delante y nosotros con ella. Y con el cine. No. Para eso se han creado nuevas generaciones que no aprecian el cine, sino lo que se bajan de Internet y hasta eso sin pagarlo.  Y no aprecian tampoco los avances del hombre, el tiempo y el espacio conquistados, la fuerza de saber lo que se quiere y pelear.

 

Lo que no se conoce, nadie lo echa de menos.

 

Una anécdota, el hombre. Y el hombre con derechos, la anécdota en la anécdota. El cine, por ejemplo, no va a estar. En el momento justo: cuando, de aquí a nada, no se pueda ir a verlo porque es robo que se le hace a la empresa dedicarle un instante a aquello que no sea enriquecerla.

 

SÁBADO 24.

 

Sorprende. Lo del sábado, no. O igual sí sorprende lo del sábado. La gente en suspenso, el ánimo en un puño. Por un balón.

 

Cuando llega el domingo -el domingo, la primera conquista, que será la trinchera que nos quede según vayan quitándonos, lo primero, los sábados-; cuando llega el domingo lo que la Humanidad, en España, quiere, es regresar al sábado. Dar la vuelta al partido o disfrutarlo en un eterno éxtasis.

 

DOMINGO 25.

 

ELMER GANTRY

Richard Brooks. 1960.

 

Hoy, ¡todavía!, 16 escaños al PP. 14 escaños al PSOE. El 50% del votante. Atado y bien atado. Con todo lo que han hecho. Con todo lo que hacen. Con todo lo que harán, si se les deja. Juntos. “La misma mierda”, que decía Felipe González de Anguita y del PP. Ése con el que a él, hoy, no le importa fundirse: la hora de la verdad. ¡Fuera caretas!. Y los vota, ¿cómo no va a votarlos?, el hombre que ellos llevan fabricando, educación, Panrico, Coca Cola, un año y otro año, para el sábado. El zombie, que en el cine no hace daño, sábados y domingos, te lo cruzas fuera del cine y tiemblas.

 

‘Yo anduve con un zombie’. Jacques Tourneur. 1946.

Más del autor

-publicidad-spot_img