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Mientras tantoCrónica de la gala de los Premios Max IV

Crónica de la gala de los Premios Max IV


 

Estaba claro. Nuestro modo de contar las cosas no gusta. Y la única manera de callarnos que encontró la SGAE fue secuestrar a una de las reporteras de El Gallinero para impedir que pudiera publicar la cuarta crón…

 

No. Demasiado arrogante, muy poco verosímil.

 

Se veía venir: tanto comer canapé en lugar de hacer nuestro trabajo periodístico no podía acabar bien. Una horrible indigestión ha mantenido a esta reportera lejos de sus lectores, y pide disculpas por una ausencia, debida enteramente a su muy débil salud. Ojalá hubiera podido…

 

Uf. Fatal. Se me agotan los cartuchos para explicar el retrasazo. Último intento:

 

(La puerta de los aseos (visible en la anterior crónica) de la sala de prensa del Teatro Circo Price se entreabre veinte días después de la gala. Sale… Salgo YO.)

 

¿Hola? ¿Hay alguien ahí? ¿nico? ¿nico guau? ¿señor Botto?

 

Nada. Nadie me acompaña aquí arriba.

 

Pero si ya lo advertí, donde mejor se está es en el gallinero. Era de esperar que, por eso mismo, se nos haga difícil salir de él.

 

(Saca… saco el ordenador y lo enciendo encima de la mesa que habitaron hace tres semanas los portátiles del señor Bravo, la señorita García, el señor Losánez o el señor Ayanz.)

 

Y aun así, me encuentro con que nico guau me conmina a hablar de lo que pasó abajo, en el hall. No me creo que no me viera cargarme de provisiones en la sala de cátering y encerrarme en los baños de este gallinero para no tener que bajar… Con razón no puso nada de los baños, ¡porque los estaba ocupando yo!

 

(Cierro el ordenador y me decido finalmente a bajar las escaleras, viendo que allí arriba no hay más cátering con el que alimentar este selecto paladar francés.)

 

¿Qué pudo pasar aquella noche en este hall, después de la gala? No lo viví, pero me lo puedo imaginar…

 

Otras vistas desde el Gallinero 

 

Veo a gente saliendo sudorosa y espantada de la sala, aunque contenta de haber sobrevivido a la sesión… Algunos, aún con la contradicción interna: ¿hubiera estado bien que me premiaran, o mejor no, para no pasar el mal rato de ser interrumpido en las dedicatorias?

 

Veo a nico guau leyendo esa pregunta en los ojos de sus admirados Joaquín Casanova y Elisa Ramos, de La Maquiné, tan sinceros, cariñosos y modestos ellos. Veo también a la señorita Luque cruzando rápido el hall hacia la salida, y a los #tuiteatreros recordar los mejores momentos de la noche.

 

 

 

Me veo incluso a mí misma con el dedo cansado de la competición de ‘a ver quién tuitea más rápido’. Y veo a nico guau abordado por muchísima más gente aparte de la que ya le había saludado al entrar.

 

 

Y es que el mundo teatral madrileño no solo está convulsionado por los gritos de las plumas negras, por lo que veo, sino por una frase de nuestro nico que, lanzada desde otro de sus gallineros, ha saltado por las redes sociales hasta las altas esferas, produciendo algún que otro corrimiento de tierra:

 

 

Viendo su éxito (nico tendrá que darnos su versión de este culebrón del que no se sabía autor…), a nuestro perro reportero se le acerca incluso gente que no conocía, pero que no quiere dejar pasar la oportunidad de abordarlo, ya que todos hablan de él.

 

 

También, en esa línea, creo oír a lo lejos:

 

 

Y algunas voces que resumen con energía las dos horas vividas allí dentro:

 

 

 

Incluso, ya cerca de la puerta de salida, alguien cree verme por allí y me lanza…

 

 

(A punto de abandonar el hall por la puerta principal, a lo grande, lanzo una ojeada hacia atrás, que termina dirigiendo mi mirada hacia el bar del Price)

 

Sin embargo, el rato en el hall dura poco, ya que las gargantas están secas y los bares más cercanos suelen llamar a los teatreros con insistencia después de cualquier espectáculo.

 

Por las puertas de cristal del bar adivino las cervezas y cocktails que esa noche se tomaron por allí el señor Sánchez-Cabezudo, la señorita Pastor, la señorita Cerdeiriña, el señor Losánez, el señor Andrés, el señor Ruiz, el señor Domínguez, la señora Santacecilia… o incluso, quién sabe, hasta nico y Vera…

 

De lo que no alcanzo a ver nada es de la fiesta posterior que algunos disfrutaron en una sala de la calle Velázquez…

 

Pero da igual. Estoy segura de que si hubiera bajado aquí aquel día, me habría ido tranquilita hacia el metro tirando de nico con la correa, y nos habríamos encontrado ya en el andén, también de regreso a casa, a la bellísima señorita Fernández, cuyos análisis de la gala resultarían dar perfectamente en el clavo. Entre ellos, imagino algo como:

 

 

(Efectivamente, salgo del Price y me dirijo tranquilamente hacia el parque del Retiro, preparada para retomar mi vida de reportera gallinera.)

 

¿Qué pensará de todo esto nico guau? ¿Recordará él cosas que a mí se me ha olvidado imaginar?

 

 

Vera Yobardé

@verayobarde

 

 

Transcribimos aquí las frases raptadas por si alguno no pudiera leerlas:

 

«era un reparto un poco friki» (c.a.)

«que se sienten los de delante»

«¿pero sigues en españa? ¿aún no te han echado?»

«¿yo? ¿de mayor? ¡pues novia de director de teatro público!» (a.b.c.)

«a nico guau le saludan hasta los que no saben quién es» (v.y.)  

«¡hombre, el dramaturgo al que nunca subvencionarán! tú solo eres una generación perdida»

«¿con esta gala querían romper? pues lo han conseguido, han roto bastante.»

«Si alguno estaba planteándose ir al teatro y ha visto 5 minutos de esto por la tele, habrá cambiado de idea.»

«Oye, ¿y vosotros no estabais en los baños cazando frases?» (m.f.b.)

“en lo que respecta al vestuario, nivel de boda cutre de pueblo” (m.f.b.)

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