A raíz de las opiniones de Pablo Iglesias sobre los medios de comunicación, vamos a aportar unas pocas reflexiones extraídas de lecturas de hace años, todas realizadas en contexto académico. ¿Le dan la razón al líder de Podemos?, ¿hasta qué punto?
La colisión entre la libertad de prensa, el derecho a la información y la libre empresa
Pedro Orive Riva, catedrático de Estructura de la Información Periodística de la Universidad Complutense de Madrid, en Estructura de la Comunicación:
“El ‘problema social’ de la empresa informativa así planteada, consiste en que se preocupa más del aspecto comercial, convirtiendo a sus organizaciones en gigantescas fábricas de ‘anuncios’ más que en instrumentos capaces de ahondar en el análisis de la actualidad o de estimular las soluciones. A muchas de ellas, concretamente, les inquieta el poder mantenerse solventes, en medio de las crecientes dificultades económicas, quedando abocadas al tradicional abandono de la función de servir auténticamente al público.
El diario en un sistema de esta naturaleza opera como una empresa comercial que vende noticias y, al correr tras la máxima ganancia, su ‘criterio informativo’ pasa a ser también un ‘criterio financiero’, desde el momento que trabaja con preferencia aquellos contenidos que le aseguren mayores ventas. Dentro de este marco, el grueso de sus ingresos no proviene de la venta de ejemplares, sino de los ingresos por publicidad de las restantes empresas, las cuales, en contrapartida exigen que el periódico siga una línea favorable a sus estructuras.
Por lo mismo, esa selección temática realizada en cada media, tendente a incluir cualquier asunto que pueda aumentar su tirada, siempre que no dañe los intereses de que depende, pero sin importarle las consecuencias sociales disfuncionales derivadas o el perjuicio que pueda infringir a los lectores.
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La legítima protesta del hombre de la calle contra el orden económico-social injusto es ‘neutralizada’ incluso antes de que se manifieste, encauzando su mente casi inconscientemente hacia los puntos de atracción de la sociedad de consumo, y no, por supuesto, hacia los puntos de conflicto, situados en la producción, las tensiones vitales entre empresarios y trabajadores, la política.
Qué significa la proclamación legal de una ‘libertad’ si, de hecho, ésta no puede ejercerse y disfrutarse más que por una minoría influyente que, en buena parte, busca la satisfacción de ‘exclusivos intereses’ y que suele estar lejana de las verdaderas necesidades y motivaciones, no ya de los múltiples ‘grupos-conjuntos’, sino del ‘rol’ ideal del profesional integrante de la organización informativa.
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En el ámbito de la televisión venimos investigando hace tres años en Norteamérica el amplio umbral de información ofrecida, para saber si, contra el ‘abuso de poder’, exclusivo de estos monopolios, resulta suficiente el principio de libre concurrencia entre cadenas, al ser éstas tan pocas. La experiencia demuestra cómo la reducida competencia existente se da en beneficio del ‘teleespectador’, exclusivamente desde un ‘nivel determinado’, coyuntural o superficial, pero jamás estructural, ante la base inviolable de los fuertes ‘intereses’ comerciales.
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Aquellos críticos convencidos de que a los capitalistas no les interesa tanto la libertad de prensa como la libertad de empresa, y esto porque los medios -en buena parte, no todos- son hoy tanto ‘voceros’ de los grandes negocios como un negocio en sí mismo”.
Aporta, además, el autor, ideas sobre el modelo de medios de comunicación en Dinamarca, donde, al menos cuando se escribió el libro, los bancos no podían pasar a controlar parte del accionariado de los grupos mediáticos, sino que sólo podían llegar a conceder determinados créditos, siempre en beneficio del lector, que debe conocerlos con todo detalle. Los medios daneses tampoco subvencionan de manera ni directa ni indirecta a la prensa. Aunque, como efecto colateral, en ese país, la prensa socialdemócrata gozaba de escasísima salud.
“Allí (en Dinamarca) va a sobrevivir la prensa, aunque sea de forma distinta al sistema de organización convencional, merced a la ‘reacción’ experimentada en el seno de los llamados grupos de cultura social y grupos locales dispuestos a comprometerse en el funcionamiento de los periódicos para que sirvan al pluralismo democrático”.
La enfermedad de la concentración de los medios de comunicación
W. Lance Bennett, en La ventana global, de José Vidal Beneyto. Lectura recomendada por el profesor José Parra Junquera.
“Las fórmulas guiadas por el mercado han llevado a una estandarización de la información tanto en la fuente como en su distribución. (…) Aunque es difícil desentrañar las relaciones de causa a efecto en este ciclo de información y cambio económico, en el modelo general se trata al público más como un conjunto de consumidores que de ciudadanos.
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En un periodo de veinte años, de 1980 a 2000, los mercados de la información en Estados Unidos experimentaron una explosión sin precedentes de fusiones y crecimiento empresarial. Esta revolución económica ha reducido la regulación gubernamental y ha disminuido las obligaciones de las organizaciones informativas como servicio público, al tiempo que el viraje hacia una ideología de libre mercado ha creado, irónicamente, unos hábitos empresariales casi monopolísticos.
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Los mercados abiertos de los medios de comunicación y la concomitante relajación de las normas de responsabilidad social colectiva promueven las decisiones comerciales por encima de unas consideraciones de servicio público y de interés público relativas a la información”.
Robert W. McChesney, en la misma obra de Vidal Beneyto:
“En pocas industrias el nivel de concentración ha sido tan asombroso como en los medios de comunicación. El mercado global de medios ha llegado a estar dominado en breve tiempo por las siguientes corporaciones transnacionales: General Electric, AT&T, AOL-Time Warner, Sony, News Corporation, Viacom, Vivendi y Bertelsman.
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¿Por qué ha tenido lugar este proceso? La explicación convencional es la tecnología, es decir: mejoras radicales en la tecnología de la comunicación han hecho factibles y lucrativos los imperios de medios de comunicación de un modo que era impensable en el pasado (…) Pero no es más que una explicación parcial. La auténtica fuerza motriz ha sido el paso al neoliberalismo, que significa, en el mundo de los medios de comunicación, la relajación o eliminación de barreras para su explotación y la concentración de la propiedad de esos medios.
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El sistema global de medios de comunicación no se ha desarrollado sin oposición. Aunque los conglomerados de los medios presionan en todo el mundo en pro de políticas que faciliten su dominio de los mercados, persisten tradiciones sólidas de protección de las industrias nacionales de medios de comunicación y culturales. Naciones que van desde Noruega, Dinamarca y España hasta México, Sudáfrica y Corea del Sur mantienen vivas sus pequeñas industrias nacionales de producción cinematográfica gracias a subsidios gubernamentales.
El mercado global de medios de comunicación se completa con un segundo nivel de cinco o seis docenas de empresas que bien son potencias nacionales o regionales, bien controlan nichos de mercado, como las ediciones empresariales o comerciales. (…) Las empresas de segundo nivel, al igual que las del primero, necesitan trascender las fronteras nacionales. (…) Televisa, de México, Globo, de Brasil, Clarín, de Argentina, y el Grupo Cisneros, de Venezuela, por ejemplo, están entre las sesenta o setenta mayores corporaciones de medios de comunicación del mundo. Estas empresas tienden a dominar sus propios mercados nacionales y regionales de medios de comunicación, que también han experimentado un rápido proceso de consolidación. Tienen extensos vínculos y alianzas con las mayores empresas transnacionales de medios de comunicación, así como los bancos de inversiones de Wall Street. (…) Como resultado, las empresas de medios de segundo nivel de los países en vías de desarrollo tienden a tener agendas políticas claramente procomerciales y a apoyar la expansión del mercado global de medios de comunicación, lo que les enfrenta con amplios sectores de la población con sus países de origen.
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El sistema global de medios de comunicación es fundamentalmente no competitivo (…) Muchas de las principales empresas de medios tienen accionistas mayoritarios comunes, participan en otras o comparten consejeros. (…) En algunos aspectos, el mercado global de medios de comunicación se parece más a un cártel que al mercado competitivo que aparece en los manuales de economía”.
Las siete principales tendencias en la nueva fase de los medios de comunicación y los cinco remedios
José Félix Tezanos, en La democracia incompleta. El futuro de la democracia postliberal.
“El papel de los medios ya no puede contemplarse como parte de una estructura que facilita los equilibrios políticos, sino todo lo contrario: han llegado a ser uno de los brazos militantes de poderes que no tienen su origen en los procedimientos democráticos. Por eso, cuando se habla de los conglomerados informativos no debemos contentarnos con hacer referencia solamente al ‘poder de los medios’, sino que es necesario hablar también de los nuevos ‘medios del poder’, de las nuevas formas mediante las que se ejercer la influencia y se pugna por mantener los controles políticos y sociales.
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El problema no es que los medios de comunicación tengan mucho poder -que también puede serlo para una democracia bien equilibrada- sino que en gran parte representan un poder tan concentrado y tan definido económica y políticamente que da lugar a un cuestionamiento práctico de las reglas de juego propias de una democracia.
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Las principales tendencias resaltables que están afectando a la situación del mundo de la comunicación son básicamente siete:
1. La concentración en grandes conglomerados multimedia.
2. La tendencia a que el poder en los grandes conglomerados informativos se concentre, a su vez, en pocas manos. (…) Todos estos personajes conforman una especie de estructura mundial de reinos y virreinatos que aparecen vinculados en múltiples formas en una auténtica red mundial de la comunicación.
3. La tendencia a organizarse como estructuras laborales muy dualizadas y segmentadas internamente. (…) De esta manera, los profesionales de la comunicación están divididos en dos grupos diferenciados: por una parte, una élite de ejecutivos y de grandes estrellas que gozan de elevados salarios y de privilegios y niveles de vida que en nada tienen que envidiar a los ejecutivos de las grandes empresas. Y, por otro lado, se encuentra un gran ejército de reserva laboral que se ve obligado a hacer méritos durante años y que en muchos casos se ve forzado a trabajar en condiciones precarias, inestables y con bajos salarios.
4. Se está dando un sesgo ideológico y político de los medios hacia posiciones conservadoras del espectro político. (…) La conformación ideológica de los medios da lugar a que en el panorama político de muchos países se produzcan ‘vacíos’ y ‘agujeros negros’ informativos en espacios importantes del espectro político, que de hecho da lugar a que una parte de la realidad social sea prácticamente ‘borrada’ de los circuitos establecidos de la información, o presentada intencionadamente de manera sesgada.
5. Proclividad a mezclar y confundir los contenidos estrictamente informativos con la opinión y en ocasiones con la más abierta propaganda.
6. Inclinación de los medios a convertirse en estructuras básicamente mercantiles. La ‘hipercomercialización’ de los medios se está produciendo simultáneamente a través de varias vías: debido a una creciente interpenetración con el mundo económico que da lugar a un control cada vez mayor de los medios por ‘sociedades’ y por ‘propietarios’ procedentes de otros sectores productivos; debido a su ‘sintonía’ con los intereses de sectores muy específicos de la sociedad vinculados al mundo empresarial; debido a su dependencia, en algunos casos casi total, de la publicidad de los grandes anunciantes y de los intereses a ellos vinculados… (…) Desde que está considerada como una mercancía, la información ha dejado de verse sometida a los criterios tradicionales de la verificación, la autenticidad o el error. Ahora se rige por las leyes del mercado.
7. La promoción de candidatos políticos ‘propios’, con los que se pacta o a los que se selecciona e impulsa directamente, mientras que en otras ocasiones se organizan descaradamente operaciones de ‘salto’ al protagonismo político. (…) En esta nueva fase de evolución, algunos conglomerados mediáticos están entrando directamente en el terreno de la acción política (…) intentando poner y quitar candidatos, ensalzando a unos y denigrando a otros, según convenga a sus estrategias de poder”.
Y… ¿cómo democratizar los medios? Tezanos da varias pautas:
1. Entender la información principalmente como un servicio público, como una tarea intelectual, no como una mercancía que se compra y se vende.
2. Desarrollar una legislación antimonopolio que evite las concentraciones excesivas de medios en pocas manos, impidiendo que puedan darse situaciones de privilegios o abusos incompatibles con las exigencias funcionales de una sociedad abierta y plural.
3. Profundizar en el desarrollo de los estatutos de redacción que garanticen la independencia y la libertad de los profesionales de la información y unas posibilidades adecuadas de participar en los medios en los que trabajan.
4. Superar las condiciones de dualización ocupacional y de jerarquización extrema que existen en muchas empresas periodísticas.
5. Potenciar espacios públicos de comunicación, bien a través de empresas de titularidad pública, pero con estatutos claramente independientes o bien por medio de medidas que posibiliten la sostenibilidad de las empresas periodísticas de tamaño medio o pequeño, utilizando a tal efecto los recursos de la publicidad púbica, los incentivos fiscales y crediticios…
Europa y sus leyes para garantizar el pluralismo
“Proyecto de opinión de la Comisión de Cultura, Juventud, Educación, Medios de Comunicación y Deporte para la Comisión de Libertades y Derechos de los Ciudadanos, Justicia y Asuntos Interiores sobre el riesgo de violación de la libertad de expresión y de información en la Unión Europea y, particularmente, en Italia”. Lectura recomendada por Pinar Agudiez, profesora del Máster de Periodismo ABC-UCM:
Sí, los poderes públicos tienen competencias sobre la industria de los medios de comunicación.
La citada Comisión de Cultura es el sujeto de todos los verbos con los que comienzan las frases.
“De acuerdo con el principio de subsidiariedad, el afianzamiento del pluralismo en los medios de comunicación ha sido hasta ahora una tarea que incumbía prioritariamente a los Estados miembros, sin perjuicio, empero, de la libertad de prestación de servicios de conformidad con el artículo 49 y siguientes del Tratado CE y de las disposiciones del Derecho europeo en materia de competencia y concentración de empresas.
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La Comunidad Europea debe velar por la preservación y el fomento de la diversidad cultural.
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Comprueba que la creciente convergencia de los modos de retransmisión y la tecnología digital han hecho posible la aparición de nuevas tecnologías que modifican fundamentalmente el acceso a las informaciones y a los medios de comunicación y que,mediante fenómenos de concentración vertical y horizontal, pueden poner en peligro el pluralismo, la democracia y la diversidad cultural.
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Reitera su petición a la Comisión de que inicie un proceso de consultas para evaluar la evolución de las nuevas tecnologías y de los nuevos servicios de telecomunicación, así como las repercusiones de las fusiones, asociaciones y empresas mixtas sobre el mercado interior y el pluralismo en los medios de comunicación y sobre el derecho de expresión y acceso de todos los ciudadanos a los servicios de la sociedad de la información, y que examine la coherencia de las pertinentes disposiciones jurídicas nacionales y europeas.
Pide a la Comisión que examine a la mayor brevedad la existencia de un fundamento jurídico, así como las consecuencias políticas, económicas y jurídicas de un marco reglamentario a escala europea o de otras opciones reglamentarias, por medio de los que se pueda garantizar la libertad de expresión y el pluralismo en los medios de comunicación, así como proteger y fomentar la diversidad cultural y una competencia leal en el mercado de la publicidad”.
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