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Mientras tantoJusto antes de la guerra con los esquimales

Justo antes de la guerra con los esquimales


 

No sabe uno si Madina, después de haberla visto tan cerca, habrá asimilado ya que la Secretaría no es suya. Ahora que rueda el Tour, uno se acuerda de Bugno y de cómo iba a dominarlo hasta que de pronto apareció Induráin. Pedro Sánchez ha aparecido de pronto en Cauterets y a Eduardo no le ha dado tiempo ni de llevarse un Giro, aunque aún le resten las clásicas para hacerse un nombre como Bono, quien sofocó sus delirios haciendo de ministro y, sobre todo, de presidente del Congreso. Pero es cierto que Bono fue rey de la Mancha, que es nombre quijotesco como él mismo, y Madina se ha quedado en infante de Nunca Jamás, que es un país donde los niños siempre son niños. Es este un relato interesante e importante por el bien del bipartidismo, por el bien de España, cuyo federalismo de facto, que tantas veces parece fantástico con sus capitanes Garfio y sus Campanillas y sus Pablos Iglesias y tantos personajes extraordinarios, amenaza con atomizarse. De ahí a un Big Bang tan sólo hay unos millones de años. Mientras llega, y el Rey sale de copas con sus amigos (lo que es una verdadera Monarquía Parlamentaria y Alternante) la relación entre los dos contendientes socialistas uno la ve más bien como la de Ginnie y Selena (algo mucho más ligero), las dos protagonistas del relato de Salinger (a quien se le coge prestado el título), donde la segunda le debe a la primera el dinero del taxi de muchos días de después de las clases de tenis. Ginnie espera en el salón a que Selena vaya a por el dinero y, en el ínterin, conoce al hermano y después a un amigo del hermano, ambos veteranos de guerra, que van a ver ‘La Bella y la Bestia’ de Cocteau que, según Eric, el amigo, es la única película que vale la pena ver. El cuento termina con Ginnie renunciando al dinero con la condición de poder volver a la casa para ver a Franklyn, el hermano de Selena, de la que, de repente, se ha vuelto amiga. Es como si Madina, herido en su orgullo de príncipe (un suponer) no pudiera creer lo mezquino que se ha vuelto Sánchez, tirantez que se presume que al fin se resolverá por un interés adolescente, un interés político, cosas de chicos y de chicas que es lo que parece ser el PSOE con sus sonrisas y sus procesos aleccionadores, democráticos y transparentes; las primarias que vendrán en las que todo puede ser, como en el cuento, hasta por medio bocadillo de pollo. 

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