No descubrimos nada si decimos que según el sexo, desde el preciso momento del nacimiento, cada individuo recibe distintos roles en la sociedad. Podríamos decir que el género diseña esta construcción social. En la civilización mediterránea, como en otras partes, la oposición entre masculino y femenino está arraigada en la dominación de los hombre y así el orden de los sexos es concebido como una distribución y jerarquización de roles y de estatus. A los hombres les corresponde el espacio público, la guerra y la política, mientras que a las mujeres, el espacio doméstico, la familia y los niños. Este orden y jerarquización está siendo cuestionado por esta exposición del Musée des civilisations  de L’Europe et de la Méditerranée (Mucem), Au Bazar du genre Feminin-Masculin en Méditerranée, que pretende poner imágenes a estos patrones que han sido dados por válidos durante mucho –demasiado- tiempo.