El verano está dando sus últimos coletazos y el curso escolar acaba de empezar, comienzan de nuevo las tardes o las noches de deberes, la tensión porque aquella asignatura que a nuestro hijo le cuesta tanto, la apruebe o, porque nuestro hijo es nervioso y cuando presenta un exámen se le olvidan las respuestas que tan duramente había preparado el fin de semana anterior. También vuelve el periodo en que nuestro hijo/a se pasa 3 horas encerrado en su habitación y cuando entramos a hacerle preguntas y confirmar que se sabe todo, descubrimos que no solamente no se ha aprendido la lección sino que no ha retenido nada. ¿Qué ha hecho en ese tiempo?, ¿cómo explicar que habiendo estado varias horas frente al libro, no haya entendido la lección? Y, lo que es más grave, ha perdido 3 horas y ahora es casi la hora de dormir y habrá que robarle horas de descanso para aprender lo que no ha hecho esta tarde. En fin, se ha entrado en un círculo vicioso donde el pez se muerde la cola y el niño no se aprende la lección y cuando ya queda poco tiempo debe hacerlo más rápidamente y con más presión. Esta es una situación imaginaria pero, ¿a quién no le ha pasado eso?
Hace unos días leí un artículo sobre los países (afortunadamente cada vez más) que apuestan por el ajedrez escolar, no como un medio para formar campeones, sino como herramienta pedagógica para mejorar los resultados escolares de los niños. Vamos a hablar de un país con una larga tradición ajedrecística a nivel escolar: Armenia.
En Armenia el ajedrez es una asignatura obligatoria en las escuelas pero, ¿realmente el estudio obligatorio del ajedrez mejora el rendimiento académico de los niños y beneficia su conducta?
A los seis 6 años, los niños armenios deben aprender a jugar al ajedrez ya que, según las Autoridades de ese País, “fomenta el desarrollo intelectual de los escolares y mejora las habilidades autocríticas así como su comportamiento”.
Cabe mencionar que en Armenia, el ajedrez es más popular que el ajedrez, cuando hay torneos importantes, en las plazas se instalan tableros gigantes para que las personas puedan seguir los encuentros y las victorias de un equipo o ajedrecista, se celebra como se celebra en la mayoría de los países, un gol de su equipo favorito. Es interesante destacar que siendo Armenia un país muy pequeño, de solo 3,5 millones de habitantes, bata con cierta regularidad a superpotencias ajedrecísticas como: Estados Unidos, China, Rusia y no solo eso, sino que además haya ganado varias veces las Olimpiadas de Ajedrez. ¿Qué ocurre en ese País para que destaquen tanto en el deporte intelectual por excelencia?
El Gobierno de Armenia a destinado un millón de euros para enseñar ajedrez en todos los colegios y a todos los alumnos. La primera reacción del lector a leer una cifra tan “ínfima” como lo es “un millón de euros” para todo el País, será de sorpresa, pero no lo es tanto si se toma en cuenta dos factores. El número de habitantes de Armenia (3,5 millones) y, un dato muy importante, ¡el ajedrez es uno de los deportes más baratos que hay!. No hay que construir estadios, chanchas de tenis, velódromos, basta con una mesa, un tablero y un profesor.
A favor del ajedrez escolar, vamos a tomar como referencia la opinión de varios expertos y las conclusiones a las que han llegado.
El Dr. Stuart Marguilies (Estados Unidos), después de un estudio de dos años, concluyó que el ajedrez mejoraba notablemente el aprendizaje y los resultados de rendimiento entre alumnos ajedrecistas y no ajedrecistas confirmó que los primeros alcanzaban notas más altas con las mismas horas de estudio.
El Profesor y Gran Maestro de ajedrez, Peter Dauvergne llegó a la conclusión de que el ajedrez, practicado con asiduidad puede elevar el Cociente Intelectual, aumentar la rapidez para resolver problemas, mejorara enormemente la memoria a corto y largo plazo y fomenta un pensamiento creativo y resolutivo.
Malcom Pein, Director de Ajedrez en Escuelas y Comunidades (Reino Unido), afirma que los niños pequeños se ven favorecidos por esta práctica habitual, “los alumnos manifiestan mejoras en las habilidades intelectuales, cálculo y concentración, sino que además, ayuda a ser autocríticos y asumir la responsabilidad de sus propios actos”.
Todo esto se complementa con una entrevista que escuché hace unos días a madre de un alumno que tiene habitualmente clases de ajedrez en el colegio: “Además de que mi hijo ha mejorado en todas las asignaturas, he visto que aprende a perder, ya que, existe la costumbre de que los jugadores se den la mano antes y después del a partida”.
Ante esta reflexión, ¿a cuántos de nosotros no nos ha pasado que, teniendo una partida totalmente ganada y, después de 4 horas, comentemos un error y perdemos la partida?. Aún en estos casos, hay que tender la mano al otro jugador al finalizar la partida y, claro, aguantar el comentario: ¡Tenías la partida ganada!. Uno tiene que ser responsable de sus actos.
Hay que destacar también, que la práctica del ajedrez, no discrimina a ninguna persona y que, incluso, una persona en silla de ruedas, se puede desempeñar como un atleta y lograr resultado envidiables, por otra parte, en sociedades o sectores con alto grado de marginalidad, también tiene cabida el ajedrez, al ser tan barato, no existe un gran impedimento para practicarlo y, en muchos casos – y de esto hay multitud de estudios que lo avalan-, puede alejar a las personas ociosas de caer en hábitos tan peligroso como las drogas ya que, como se ha explicado en varias ocasiones, el ajedrez obliga a cuestionar cada uno de los actos, a analizarlos y ser responsable de su propio pensamiento y, una persona que esté pensando en volver a la droga, puede pensar, puede cuestionarse, el resultado de tal acción antes de haberla hecho, como si de una simple jugada de ajedrez se tratara.
Mikel Iker Menchero Pérez