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Mientras tantoÉbola (2ª parte): cuando a la crisis sanitaria se une la informativa

Ébola (2ª parte): cuando a la crisis sanitaria se une la informativa


 

Aunque este verano ya hablamos del ébola en este mismo blog, el desarrollo de los acontecimientos y, sobre todo su repercusión y tratamiento en los medios, vuelven a requerir un análisis más pormenorizado de cómo se ha abordado la epidemia. La aparición del primer caso de contagio fuera de África desató un vendaval informativo en España y pronto su nombre, el de su marido y hasta el de su perro (el mundialmente famoso Excalibur) acapararon los titulares. 

 

Mientras, los periodistas se arremolinaban en torno al hospital donde está ingresada la enfermera infectada, aunque también otros equipos intentaban conocer la opinión de los vecinos del bloque de viviendas donde residía e incluso hubo reporteros que se desplazaron hasta el pueblo donde reside su madre. En definitiva, la enfermera pasó de ser a una persona anónima a no tener ni el más mínimo resquicio de intimidad. También conocimos su cara, gracias a la ayuda inestimable de las redes sociales.

 

Se podría alegar que todo este seguimiento respondía a la “necesidad” de acercar la noticia al lector o espectador, buscando que empatizara con la afectada y sintiera “que le podría haber pasado a él”. La cuestión es: ¿son todos esos datos relevantes informativamente o son meros datos superfluos y amarillistas?. Pero a lo largo de los días la bola de nieve se fue haciendo más grande, al abordarse el asunto en cada medio en función de los intereses ideológicos (fundamentalmente para apoyar o criticar la respuesta gubernamental al contagio). Por ejemplo, Castilla-La Mancha TV fue muy criticada por sus propios trabajadores, que alegaron que en un primer momento se les prohibió hablar del ébola hasta que no hubiera declaraciones oficiales y después se abordó la posible causa del contagio “de forma frívola” en otros programas. No fueron los únicos, muchos presentadores pensaron que era buena idea mostrar cómo debía haberse quitado el traje de protección la enfermera para no haberse contagiado (se cree que esa fue la vía de entrada del virus), pero en lugar de buscar la asesoría de expertos lo convirtieron en un circo mediático.

 

Pero la cosa fue más allá cuando dos periodistas se “colaron” en el Hospital Carlos III, aprovechando un descuido del vigilante o cuando Reuters captó una fotografía de la enferma a través de la ventana de su habitación. La mayoría de los medios publicaron la foto en sus páginas web (y varios en la portada del propio diario en papel), aunque algunos optaron por retirarla tras las intensas críticas recibidas en las redes sociales.

 

Tanto la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS) como la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) criticaron esta vulneración del derecho a la intimidad de la paciente y de los profesionales sanitarios

 

Unos días antes el propio director de El Periódico justificó la publicación de fotos de la enfermera en su habitación del hospital (procedentes del circuito cerrado de televisión) porque la habían obtenido gracias a la colaboración de alguien del propio centro y lo consideraban menos sensacionalista que llamar a la propia enferma al móvil o buscar datos “escabrosos” en su vida.

 

También hubo medios que dieron por muerta a la paciente o especularon qué iba a hacerse con su cadáver si fallecía.

 

Esta “escalada” informativa por desgracia puede que no haya terminado todavía, porque en Estados Unidos se están siguiendo los mismos pasos: ya han empezado a publicarse fotos de una enfermera infectada y su perro, se muestra su casa…No parece que se haya aprendido la lección, como ya auguraban algunos titulares sensacionalistas (en los que por ejemplo se comparaba al ébola con el grupo terrorista ISIS). La única forma de evitar caer de nuevo en estos errores es seguir las recomendaciones de la ANIS, como acudir a fuentes expertas y fiables, por supuesto respetar la intimidad de los afectados y su entorno, no extender rumores, ofrecer informaciones rigurosas y recurrir a periodistas especializados en salud, sobre todo cuando tienen que explicarse aspectos de la enfermedad o del trabajo de los sanitarios.

 

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