Después de los libros vienen los mapas de rabia,
El incesante dolor ajeno que transmuta,
Tras una continua cadena de decepciones,
Las carnes en piel de elefante.
Lees la sangre y la verdad
eres quién de ver el mundo a través de la opacidad de la tinta.
Como un espejo, las bibliotecas escupen sobre tu rostro
y ya no es llanto, sino saliva lo que llora tu mirada
última expresión de protesta o asco
frente a un mundo al que quisiste cambiar y del que hoy te sientes ajeno.
Es a vosotros que todavía habitáis en él a quienes os digo:
¡Arrastrad vuestras cadenas!
Es tiempo de hostigar a quienes
contemplamos vuestras batallas desde la lejanía.
Hacedlo y matad
a quienes hallaron los restos de una hoguera,
que si bien su fuego nunca ha cesado,
es porque las llamas de la libertad habitan
en quienes de esta guerra han desertado hace mucho tiempo.