Publicidadspot_img
-Publicidad-spot_img
Mientras tantoFui a un estreno con el señor guau - Crónica del estreno...

Fui a un estreno con el señor guau – Crónica del estreno de ‘Punk Rock’ de La Joven Compañía en el Teatro Conde Duque I


 

El miércoles pasado me invitó Folguera a un estreno, y me ha enviado la siguiente crónica, a la que espero responder en breve con mi visión de aquella tarde.

@nico_guau

 

 

 

 

Punk Rock

 

Fui a un estreno con el señor guau. Lo lucí por los paseos, lo lucí por los teatros. Éste en cuestión era el del Conde Duque, y a él se accede después de atravesar el patio del antiguo cuartel, donde hizo la mili Castor, mi tío abuelo gallego. Cuando le hablas de Madrid, inmediatamente te replica con un “Yo hice la mili en el cuartel del Conde Duque”, y a veces, pero sólo a veces, comparte también el segundo y último recuerdo madrileño: “Yo estuve en la avenida José Antonio”. ¿Cuánto tiempo se llamó así la Gran Vía? Espera, que lo miro en Wikipedia. Dios. Hasta 1981. Vuelvo a cruzar el patio del cuartel, inmenso y expuesto a un cielo muy frío y muy oscuro, de noviembre, de miércoles a las ocho de la tarde. Por eso le había pedido al señor guau que me acompañara, para reírme y para compartir con él esa curiosidad que sale de sus gafas.

 

Teatro Conde Duque

 

Ir con el señor guau a un estreno es como andar por el campo con un cazador. Se detiene, se asoma, intenta capturar rápidamente cualquier atisbo reconocible de fauna en el entorno: ¿Ése no es….? ¿De qué me suena…? ¿Cómo se llamaba esta actriz? El señor guau viene con unos prismáticos camuflados en sus gafas. A él no le gustaría la opción de poner un chip a los actores y políticos para controlar sus movimientos cómodamente, desde un ordenador. No; a él le gusta eso de pasear y escuchar un taconeo sobre el suelo de cemento del Conde Duque y sólo por el ritmo deducir qué actriz es la que se acerca, apresurada, porque llega tarde. Sin embargo el estreno, al contrario de lo que presuponíamos, no fue pródigo en caras conocidas del mundo teatral, al menos para nosotros. Estaba la actriz que hacía de Nuria en Más que amigos, allá por… espera, que lo miro en Wikipedia… 1997. Así se lo susurré al señor guau, y tuvo que aguantar mis cinco minutos de repaso de esa serie del verano del 97, y cómo Alberto San Juan (Víctor, lo recuerdo perfectamente) se enrollaba con Nuria pero seguía un poco enganchado a Melani Olivares (Mar) que era su ex. Hablando de adolescencia, la obra que vimos va dirigida a ese público, el de chicas que ponen morritos cuando posan para hacerse una foto; y chicos que no han visto una brizna de vello púbico ajeno en su vida. Esas criaturas que nos atemorizan un poco, porque han crecido bajo el torrente de Internet. El señor guau y yo observamos cómo, en el estreno, la media de edad de los espectadores era bastante elevada, y nuestros huesos crujían tanto como los de los demás cuando nos acomodamos en la butaca, muy agradecidos por la calefacción. Pero por lo que sabemos, la mayoría de las funciones de la Joven Compañía se realizan en horario escolar, para grupos que vienen expresamente al Conde Duque. La obra, Punk Rock, pertenece a un género británico del que ya habíamos visto algunas muestras, el de drama de aula hiperrealista (Punk Rock es de Simon Stephens y se escribió en 2009, recuerdo también Enemigo de clase, de Nigel Williams… espera que miro en Wikipedia… 1978): hay bullying, hay escupitajos, menciones al porno como merienda nuestra de cada día, quejas sobre profesores y alusiones constantes a qué-clase-tenemos-ahora y qué-examen-tenemos-mañana. Hay también uno que está enamorado y otra que está enamorada pero de otro. Lo tiene todo para darle en el hígado a un adolescente. Entre el fatalismo de Crepúsculo, la eficacia de Física y Química y la ambición de Elephant de Gus Van Sant. Y soy consciente de que ya llego tarde con estas referencias, pero me da igual, mis huesos crujen y me enternezco ante la perspectiva de un adolescente gratamente sorprendido porque esperaba que le llevaran a ver un clásico en código ajeno y de repente se encuentra con unos adultos, sólo un poquito mayores que él -los actores de la Joven Compañía son todos menores de 25 años- entregados a la causa de reflejar su complicada puesta en sociedad cotidiana.

 

La Joven Compañía

 

Al terminar la función, el señor guau y yo corrimos a por la fanta que ofrecían. Allí encontramos algunas personas con las que podíamos charlar. Estuvimos con la gran actriz señora Elipe, que llevaba las uñas pintadas de verde y también sostenía un vaso de fanta de naranja, más ácido que nunca por el contraste de colores. El señor guau me obligó a entrar en los baños de mujeres para que tomara notas y después, a mi crónica, añadiera una descripción de los baños, pero poco puedo contar: tienen los techos tan altos como cualquier otra estancia del inmenso Conde Duque, la luz es blanca, están muy solicitados, por lo que cuando entré tuve que esperar mi turno con la mirada saltarina entre unas y otras ruedecillas que indican con su franja roja que hay otra señora dentro de la cabina… Charlamos sólo un poco más con otros compañeros dramaturgos, felicitamos al Señor de la Fuente, uno de los actores, y nos despedimos.

 

Folguera


Más del autor

-publicidad-spot_img