Con algunos acontecimientos que tienen lugar en Guinea se pone de manifiesto que los guineanos desconocen completamente su realidad, un desconocimiento que permite que sus movimientos y sentimientos, y también pensamientos, sean beneficiosos para la jerarquía política del país. Desde el año 2012 Obiang ha acogido todos los eventos que los organismos internacionales le han permitido acoger. Acogió en dos ocasiones la cumbre de la Unión Africana, institución para la que construyó un pueblo de lujo por valor de millones de euros. Acogió la fase final de la Copa de África junto con Gabón, y por la negativa de Marruecos a acoger la siguiente edición por miedo a la epidemia del ébola, Obiang la compró, contra todo pronóstico, y tomó medidas para tener los campos llenos, un objetivo que consiguió. Esta sería la primera edición de este evento futbolístico que un mandatario regala a su pueblo, un pueblo tan amante de este deporte que ha preferido hacer este sacrificio con tal de estar presente. Durante este evento, más de un guineano ha perdido la vida por las porras de los policías extranjeros traídos para contenerlos, o aplastados por las hordas. A esto no le dan importancia. Y son guineanos que apenas tienen dónde dormir, pues la mayoría de los chicos que corre delante de la policía mercenaria por querer entrar vive en casas masificadas y duerme en los salones donde los acogen. No haremos mención del agua potable, escuelas o centros de formación profesional, etcétera.
Hay personas mayores, con capacidad crítica contrastada, con formación universitaria, que creen que a los guineanos no se les puede quitar el dulce de la victoria de su selección, que gocen, pues han sufrido mucho y se lo merecen. Pero estos mismos se opusieron, ya no sabemos con qué argumentos, a los dispendios oficiales para celebrar la cumbre de la Unión Africana. Siendo el fútbol un deporte de consumo masivo, tiene mayor capacidad de hacer inclinar la balanza de voluntad a favor que las cumbres políticas. O sea, para quien crea que la dictadura guineana debe ser erradicada, más daño hace el fútbol que las cumbres africanas, de las que sabemos, además, están vacías de contenido.
Parecería mentira que en las actuales condiciones del país, uno de los argumentos para animar a los jóvenes y adultos guineanos a que acudan ovejunamente a los estadios y animen a su selección sea el robustecimiento de la unidad nacional, asumiendo este supuesto personas que no pueden volver a sus pueblos ni siquiera para dedicarse a sus labores. Seais, pues, guineanos, generosos con vosotros como lo sois con Obiang y con los lacayos que os soyuzgan y así llenaremos al país de reptiles ciegos, que se arrastran, pero no saben a dónde van.
Nota posterior: Cómo van a ver lo esperpéntico de que un compañero suyo está en la cárcel por oponerse a los eventos y a los peligros ideológicos y de otro tipo que conlleva mientras sus sobrinos ponen en peligro su vida para estar en primera línea del espectáculo. ¿Es cierto que porque hemos sufrido mucho debemos agradecer a Obiang porque nos ha traído el fútbol a casa? ¿Entonces qué sacrificios podemos hacer para erradicar una dictadura que lleva ya 50 años, casi?
México la capital, 5 de enero de 2015