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Mientras tantoEl extraño caso del Círculo de Magos del Tercer Infierno (y II)

El extraño caso del Círculo de Magos del Tercer Infierno (y II)


 

(Continuación de la ya aparecida primera parte.)

 

Al día siguiente me dediqué a mi deporte favorito: la procrastinación. Sí, ustedes saben que tengo un importantísimo caso que resolver, es cierto, pero a veces los vídeos de gatitos son más poderosos que el dignificante trabajo. De vídeo en vídeo, llegué a éste. Me pareció una de las cosas más repulsivas que ha invadido mi intelecto. ¿Teatro para adolescentes? ¡Están locos estos humanos! Sin embargo, a veces las pistas se hallan entre las nalgas más insospechadas, que diga… en los lugares más vulgares y es que las funciones de ese esperpento se realizan en el teatro Conde-Duque. Los magos no hablaban de un noble, sino de un antiguo cuartel militar. Sin duda, un buen sitio para llevar a cabo la magia negra que acabaría para siempre con la humanidad.

 

Trota que te trota, corrí hacia el aquelarre para tratar de evitarlo a base de cornadas. Hacía un frío que congelaba hasta la punta de los cuernos y en mi camino me tropecé con esto:

 

 Círculo

San Blas desciende la calle Atocha

 

¡San Blas! ¡Y yo con estos cuernos! Dejé de lado mi devoción santoral andaluza y continúe hasta el cuartel. Debía impedir que los magos resucitaran a don Ramón Gómez de la Serna a toda costa, aunque eso me supusiera perder un cliente.

 

Como aquello es muy grande, pregunté en recepción:

 

– ¿La cripta del Pombo?

 

– ¿Lo cuálo?

 

– ¿El ritual?

 

– ¿Mande?

 

– Los magos, la alcaldesa, el rey… ¡don Ramón!

 

– ¿Lo de Gómez de la Serna?

 

– ¡Eso!

 

– Segunda planta, suba por esas escaleras, graaaaciaaaaas. También tiene el ascensor, si lo prefiere.

 

A la mierda el ascensor. No había tiempo para ascensores, no podía arriesgarme a que fuera de los que funciona con huella dactilar. El cobarde recepcionista había traicionado a sus compinches. ¡Ya eran míos! Muflón Silvestre iba a terminar con el malvado Círculo de Magos del Tercer Infierno. La nigromancia se llevaba a cabo en un museo, lo habían recreado todo como en tiempos de don Ramón para que el espectro se sintiera como en casa. Esquivé al malvado guardián del museo, que me gritaba: «¡perros no!» “Soy una cabra, imbécil”, le dije mientras esquivaba a un par de señoras abrigadas. Ya escuchaba las voces de los magos. El sonido de la guitarra los estaba llevando al trance. “¡Todo el mundo al suelo!”, grité, sintiéndome héroe. “¡Se sienten coño!” grité, sintiéndome golpista. Los allí congregados me respondieron con un sonoro “chitón”. Y es que aquellos magos no eran más que actores. Allí en el Museo de Arte Contemporáneo estaban representado una ficción escrita por Pedro M. Víllora sobre el cuadro de Gutiérrez Solana “La sagrada cripta del Pombo”.

 

 Círculo

Don Ramón saluda a sus apóstoles

 

El caso, no fue un gran caso, y mi cliente se negó a pagarme las pesetas prometidas, ya que continuaría sin cobrar su pasada deuda. Pero al menos, la investigación me dio para dos entradas de El gallinero y para que don Ramón Gómez de la Serna (José Cameán) cencerreara para nuestra comunidad virtual.

 

 Círculo

Don Ramón cencerrea

 

Y así, más pobre que las ratas, es como terminó la historia de Abogados Castelao Detectives Privados contra el Círculo de Magos del Tercer Infierno.

 

 Círculo

Los actores invitaron al muflón a probar las delicias del Pombo

 

muflón Silvestre


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