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Mientras tantoLa tierra gira alrededor de(l) Sol

La tierra gira alrededor de(l) Sol


 

15-O en Sevilla (Andalucía - España)

 

No estuve allí. Pero sentí salir el Sol del kilómetro cero como si volviera a nacer. Acampé en un sofá de Monterrey y asistí a través del ordenador, entre el alucine y el éxtasis, el orgullo y la incredulidad, el dolor de no estar y el sabor de compartir, a una lección de(l) ser. Era la primera vez en mi vida, y quizá la única, que me sentía orgullosa de ser española.

Las personas que crearon el 15M quizá nunca lo sabrán, pero inundaron mi mayo mexicano de palabras hermosas y frases ilusionantes; de sonrisas solidarias y gestos de esperanza; de mareas de manos blancas y corazones multicolores; de miradas de ternura y hermanamiento inaudito; y de una firme fe laica que me robó el corazón y me trajo la primavera. 

No estuve allí. Pero acudí a la cita: nomás para imbuirme de ese grito silencioso que enmudeció al mundo en la jornada de reflexión; la misma reverberación asombrosa que hoy se repite. Un movimiento que reactiva las terminaciones nerviosas más adormecidas; las sembradas por aquellas injusticias que, en una lista interminable de marcadores, de puro acumuladas, se diseccionaron por un rato. Hasta que se llenaron las plazas y nos reconocimos en quienes estaban enfrente mientras escupíamos la desvergüenza de quienes nos gobiernan, ignorando las migajas de su ideología hueca, mentirosa, mustia y en proceso de descomposición, que soltaron no ha mucho para robarnos incluso los sueños. Hasta que se rehabitaron las calles porque no podríamos mirar a los ojos a nuestra descendencia y decirle que vive así porque no nos atrevimos a luchar.

Esa puerta del Sol abarrotada, esa Plaza Catalunya que fa olor a mai revolucionari, y tantos otros rincones que iluminan sin arder, representan lo que un chileno memorable describe como sigue: Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta / Eran el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro. 

Hoy tampoco pude estar. Pero me bebo mis lágrimas porteñas porque esas personas que por mayo me devolvieron el entusiasmo siguen enamorándome con su literatura:

No os pedimos tan siquiera la luz: el Sol aquí brilla ahora muy fuerte. 

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