El comienzo del periodo estival ha estado marcado por diversas polémicas relacionadas con las vacunas. A finales de junio falleció en un hospital de Barcelona un niño de seis años infectado de difteria, una enfermedad de la que no se habían registrado casos en España desde 1987. Sus padres habían optado por no vacunar a sus hijos, lo que motivó que se desatara el debate entre partidarios y detractores de la inmunización incluso con artículos de dudoso gusto en los que se daban detalles del trabajo, la familia y hasta el aspecto físico de esta familia. Precisamente el tratamiento de esta noticia en la televisión pública española despertó numerosas críticas por ofrecer el mismo espacio a los profesionales médicos que defendían la vacunación que a los contrarios a ella. Las quejas llevaron al Defensor del Espectador de TVE a admitir que “la presencia de voces que cuestionan de una forma u otra las vacunas fue desproporcionada a su relevancia social, sus portavoces no tienen la formación especializada y los argumentos que manejan carecen respaldo científico de la OMS”. Pero además, este caso tuvo como consecuencia que el propio presidente de Radio Televisión Española, José Antonio Sánchez, declarara en el Congreso de los Diputados que a partir de ahora cuando se aborden temas de Salud en los medios del grupo sólo se ofrecerán opiniones de licenciados en Medicina.
La otra polémica relacionada con las vacunas ocurrió en California, tras el brote de sarampión que se inició en el Parque de Atracciones de Disneyland a finales de 2014, algunos de cuyos afectados no habían sido inmunizados contra esta patología. El pasado 30 de junio el gobernador de este estado, Jerry Brown, aprobó una ley que impide la escolarización en centros públicos o privados de niños no vacunados, que en algunas zonas alcanza el 14 por ciento (se calcula que una población está protegida si el porcentaje es inferior al ocho por ciento). Precisamente la firma de esta ley motivó la publicación de varios tuits del actor Jim Carrey, en los que llegaba a afirmar: «el gobernador de California dice ‘sí’ a envenenar más a los niños con mercurio y aluminio en las vacunas obligatorias. Este fascismo corporativo tiene que parar». Estas palabras le convirtieron rápidamente en trending topic mundial, con numerosos retuits pero también muchos internautas que rechazaban sus argumentos.
Este asunto muestra una primera conclusión: las vacunas suscitan una importante polarización de la sociedad, que se divide entre personas a favor y en contra, parece que no existe término medio. Lo que está comprobado es que las vacunas han permitido la mejora de las condiciones de salud en todo el mundo y muchas de ellas cuentan con una larga trayectoria que muestra su eficacia.
Asimismo, muchos de los mitos y conspiraciones que rodean a las vacunas han sido desmentidos por la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), entre ellos la supuesta (y demostradamente falsa) conexión de la triple vírica con el autismo, que tanto ha perjudicado la confianza de muchos padres en esta inmunización.
Pero otra conclusión fundamental de todo este asunto es el papel que juegan la prensa, la televisión o la radio (y cada vez más las redes sociales) al abordar todo lo relacionado con las vacunas. Los medios no deberían caer nunca en la alarma social, el sensacionalismo ni la estigmatización (por ejemplo de los anti-vacunas) sino que deberían buscar fuentes de prestigio y expertos en la materia para incluir sus puntos de vista. Es importante recoger una pluralidad de opiniones pero sólo si se aportan datos verídicos y contrastados. Para todo ello es esencial la especialización de los periodistas, ya que si conocen el sector sanitario, su lenguaje y a sus profesionales podrán tener mucha más facilidad a la hora de entender la información y transmitírsela adecuadamente a la población.