Berlín fue entre 1958 y 1963 uno de los principales escenarios de la guerra fría. El 26 de junio del 63, cinco meses antes de su asesinato, el presidente de Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, pronunció durante un discurso frente al ayuntamiento de Schöneberg una frase que ha pasado al imaginario colectivo de la ciudad: “Ich bin ein Berliner” (yo soy un berlinés). Un estudiante de 23 años, Michael Reiner Ernst, estuvo entre los dos millones de personas que vieron en las calles a Kennedy durante las ocho horas que pasó en la ciudad. Sus fotos, que se recogen en esta exposición en la Gedenkstätte Berliner Mauer, dan un vívido testimonio de la alegría, el júbilo, la esperanza y la euforia que desató el mandatario estadounidense en la ciudad dividida por un muro.