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Mientras tantoDe cuando el ministro de Educación mandó matar

De cuando el ministro de Educación mandó matar


 

Los que tenemos acceso al facebook de los guineanos hemos leído de la muerte de una niña que abortó porque si hubiera seguido con el embarazo, hubiera  tenido que dejar de estudiar en el instituto de bachillerato en que asistía y por tajante orden ministerial. Unánime la conclusión de los guineanos, la muerte dela niña es culpa del actual ministro de Educación, quién impuso la draconiana ley.

 

El asunto es de tal calado social que el actual secretario general de CPDS ha reflexionado, a este título, sobre ello y ha revelado su actuación ante la imposición de aquella ley. El análisis del sentimiento de los guineanos ante este hecho confirma que la dictadura ha causado estragos en la comunidad guineoecuatorial. La gente guineana ha perdido la capacidad de llegar a conclusiones objetivas. Y esto es, francamente, un drama.

 

En primer lugar, ni el hecho de que ninguna de las personas ha omitido que la persona muerta es una niña ha hecho que el debate se centrase en lo primero en que debería centrarse, la facilidad con que las niñas se involucran en temas que más tarde no solo comprometen su educación básica, sino su vida. Coincidentemente, estos días la comunidad a la que nos referimos hizo eco de las declaraciones de cierta escritora de renombre sobre la presión que la comunidad de su etnia hace sobre las niñas, de manera que asumen responsabilidades impropias de su edad. La identificación étnica con la conducta reprochable no ha gustado a los de aquella etnia, pero creemos que en las condiciones de estudio de la mencionada escritora es un ejercicio de responsabilidad, pues cualquiera sería capaz de hacerle reproches sí hubiera obviado la mención de su etnia en la personificación de la falta aludida.

 

Esta intención por desvincularse de esta realidad hizo que nadie quisiera ver lo que cualquier observador atento ya dejaba documentado hace más de una década: En nuestro libro Guinea Ecuatorial, Vísceras, de 2006 ya recogimos este testimonio publicado en el periódico Ébano del 23 de febrero del año 2000: “Dicen algunos, y parece que no se alejan de la realidad, que las niñas se encuentran en una miseria sin precedencia, para salir de esta situación utilizan el sexo”. Pergentino Osá. Las relaciones sexuales precoces. Aquella realidad aludida de esta manera cristalina no mejoró, sino que se vio empeorada luego de que la circulación de dinero con la explotación del petróleo impuso los modos atípicos por el que las personas apartadas del predicado bienestar acceden al consumo. En los grandes centros urbanos los guineanos hemos llegado a saber que las niñas se prostituyen por saldo de teléfono portátil. No es ninguna novedad.

 

Curiosamente, los intentos por ocultar un hecho largamente conocido en la comunidad guineana trajo consigo la asunción de decisiones que no contribuirán a  nada, pues ni el Senado, ni el Parlamento ni el Defensor del pueblo tienen interés en un asunto de tan larga tradición en Guinea, además de confirmarse que es una situación generada por la misma dictadura apuntalada por estas instituciones. Hacerse el ciego es una actitud merecedora de castigo. El deplorable estado del país hace que, más que castigo, pidamos indulgencia, sobre todo para las víctimas inocentes, las niñas, que muchas veces lo pagan con sus vidas.

 

Barcelona, 22 de enero de 2017

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