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Mientras tanto¿Cómo empecé a pintar las matrioskas bordadas?

¿Cómo empecé a pintar las matrioskas bordadas?


 

La necesidad de pintar la tela, antes de bordar las matrioskas, surgió al darme cuenta de lo largo que sería decorar una muñeca solo a puro bordado a mano. ¡La vida perdurable me tardaba bordando! Imagine usted que en esta labor se va puntada por puntada, es decir, la aguja atraviesa cada vez la tela a movimientos acompasados de la mano, la muñeca y el brazo.

 

Acompáñeme a la primera mitad del año 2012. Fue cuando comencé a bordar matrioskas, como conté en un post anterior, inspirada en las muñecas de Hillery Sproat. Hice tres muñecas parecidas, completamente bordadas por ambas caras, con distinto diseño en cada lado. La elaboración de cada una me tomó casi un mes. Entonces fue que soñé (despierta) con que me abundara más, y se me ocurrió que pintar parcialmente la tela me ayudaría a cubrir áreas completas sin tener que rellenarlas a puro bordado.

 

(No sé explicar por qué quería hacer más rápido las muñecas, creo que era cuestión de velocidad de la labor. ¿Por qué no hacer una muñeca por mes? Esta sería hora en que tendría 40 y tantas matrioskas, no dos o tres cientos, como es el caso./>

 

Pintura para tela

 

Lo primero que se me ocurrió fue usar pintura para tela, de esa que se consigue en los supermercados de San Salvador o en cualquier librería. La ventaja es que tiene muy buena cobertura y se aplica fácilmente, ni siquiera requiere de calor para fijarla. Es permanente.

 

Pero, ¡cuidado! La ventaja es también una desventaja (suena paradójico, yo sé): la pintura es tan espesa que cubre los poros por los que debería transitar amablemente la aguja. Eso hace que el proceso de bordar se vuelva una tortura para los dedos; hay que hacer mucha fuerza para empujar la aguja.

 

En un principio aplicaba la pintura de dos formas: con pincel, por una parte; con sellos hechos de foamy o goma Eva, por otra. Lograba efectos graciosos sobre la tela y luego los completaba con un detalle bordado. Para las caras usaba también dos medios: la misma pintura para tela, o el marcador permanente para tela (se consigue de varias marcas por estos lares).

 

En Flickr conservo un álbum con las muñecas de esta fase: Matrioskas pintadas y bordadas. Algunas me quedaron bonitas, es decir, me resultaron satisfactorias. De las cuatro que se ven en la foto, las dos de la derecha las conservo: nunca las vendí porque están pintibordadas por las dos caras (y eso sale demasiado caro o, como dicen en el mercado, ese trabajo nadie lo paga).

 

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Crayolas

 

Como la técnica anterior no me convencía, exploré con otra que sigo usando hasta la fecha: pintar tela con crayolas, de esas que los niños usan en el kínder. No sabía que se podía hacer eso hasta que encontré en Pinterest un tutorial. Después hice mi propio tutorial sobre el asunto.

 

Las crayolas superan la desventaja de la pintura, pues dejan el poro de la tela abierto para que la aguja entre y salga con libertad. Ahora bien, el colorido no suele ser tan intenso ni tan firme como en el caso de la pintura. Pero como las muñecas no son para lavarlas, pues la crayola cumple su función. Hay que agregar que para fijar la crayola es necesario planchar la tela antes de proceder a la fase de bordado.

 

He hecho decenas de muñecas pintadas con crayolas, y sigo haciéndolas pues ha sido el método más eficiente encontrado hasta la fecha. Aquí les comparto algunas de mis favoritas. En orden de aparición: Sofía, propiedad de Ana Lucía Starr, mi sobrina; Lore, con su paleta-flor en las manos y cuyo destino no recuerdo; Santa Clarita, un encargo especial de fines del año pasado.


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Alternativa para pintar la tela

 

Una alternativa para pintar la tela, que uso ocasionalmente, cuando quiero colores más intensos que con la crayola, son los lápices Derwent Inktense, aplicados con un solvente textil (fabric medium). Su desventaja de que rellena el poro, no tanto como la pintura para tela, que es más espesa… pero sí suficiente como para que duelan los dedos.

 

Les muestro una foto de la mesa puesta cuando pintaba a la matrioska Nadina y sus tres cachorros. Ahí se ve la caja de lápices que uso. Como ven, es de 12 unidades: otra desventaja es el precio, muchísimo más alto que el de las crayolas.

 

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Los infaltables

 

Son los plumones o marcadores permanentes para tela. Mis favoritos son, sin duda, los Sharpie Stained. Por su punta estilo pincel permiten hacer líneas continuas de grosor variado. Son convenientes para dibujar las pestañas de una muñeca o para estamparle la firma cuando está terminada. Además, los hay de varios colores, aunque el verdaderamente infaltable para mí es el negro.

 

¿Qué cuál es la diferencia entre usar marcadores normales y especiales para tela? Con los normales la tinta se riega y se tiende a hacer una línea «peluda»; con los plumones de tela se consiguen líneas bien recortadas. Aunque estos marcadores especiales secan rápido, ya he manchado varios rostros de muñecas (¡horror, horror!) al apoyar mi mano derecha sobre la tinta fresca. La paciencia nunca está de más.

 

Los rostros de las últimas muñecas que les mostré, arriba, están delineados con Sharpie Stained negro. Para terminar, quiero mostrarles una última foto: la de Amara, donde bien se aprecia el uso del marcador en el rostro. (Por cierto, esta matrioska está pintada con crayolas sobre tela de manta color piel morena. Es otra de mis grandes favoritas. Vive en Estados Unidos con una chica que lleva su nombre.)

 

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