América Latina ha vuelto en los últimos días a la primera plana de la actualidad y, con ello como excusa, vamos a mostrar cómo han evolucionado algunos de los principales indicadores sociales en los últimos años, desde 1999, desde que Hugo Chávez ganó las elecciones en Venezuela, siendo éste posiblemente el primer hito de una ola de cambio político en América Latina hacia gobiernos de corte progresista, anti-élites, de izquierda, con los mil y un matices existentes en cada uno de los Estados.
Comenzaremos con el índice Gini, que mide la desigualdad. Para interpretar este indicador, hay que tener en cuenta que 100 implicaría una desigualdad completa, por la cual un individuo acumularía toda la riqueza existente en el país, mientras que 1 implicaría un reparto igualitario y perfecto de toda la riqueza. En este sentido, en la mayoría de los principales Estados de América Latina la desigualdad se ha reducido en los últimos quince años (entre 1999 y 2014, que es el último año para el que el Banco Mundial proporciona datos). Así, en Argentina, el índice Gini ha bajado desde los 49,79 puntos hasta los 42,67. Hay que mencionar respecto a este país que en los años 2001 y 2003, el Gini marcó máximos sobre los 53 puntos, coincidiendo con los difíciles años de la crisis y el corralito. Para poner en contexto todos estos datos, hay que tener en cuenta, por ejemplo, que el índice Gini en España oscila entre los 30 y los 35 puntos.
En Bolivia, el índice Gini ha caído diez puntos en quince años: de los 58,1 puntos que marcó en 1999 (en 2000 alcanzaría su máximo en los 63 puntos, mientras que en 2005, el año previo a la victoria de Evo Morales, se situaba en los 58,5 puntos), hasta los 48,4 puntos del año 2014. Casi tan espectacular ha sido la evolución registrada por Brasil, que partía en 1999 con un Gini de 58,1 puntos, para pasar en 2002, el año del triunfo electoral de Lula, a superar los 60 puntos. En 2014, este indicador se situaba en los 48,4 puntos.
En Ecuador, la desigualdad se ha reducido de manera importante también, pasando de los 58,6 puntos de 1992 hasta un Gini de 45,38, de acuerdo con el dato más reciente. En 2007, el año de la victoria presidencial de Rafael Correa, este indicador se colocaba en los 54,33 puntos, nivel desde el que ha continuado progresando.
Nicaragua también ha registrado una buena evolución, al pasar de un Gini de 58 puntos en 2001 a los 47 puntos actuales. De prácticamente la dimensión ha sido la mejora en Perú: partía de niveles por encima de los 56 puntos en 1999 y terminó 2014 en los 50,7 puntos. En este periodo, se han sucedido en el poder peruano el liberal Alejandro Toledo, Alan García y el nacionalista Ollanta Humala.
De Venezuela contamos con menos datos, puesto que se ven interrumpidos en el año 2006. En ese año, el Gini se situaba en los 46,94 puntos, mínimamente por debajo de los 48,2 puntos de 1999.
En Colombia también ha habido avances en todos estos años, pero mucho más discretos: en 1999 el índice Gini se situaba en los 58,74 puntos, para colocarse en 2014 en los 53,5 puntos. ¿Quiénes fueron los gobernantes de Colombia en estos años? Entre 1998 y 2002, el progresista Andrés Pastrana; entre 2002 y 2010, el conservador Álvaro Uribe, y a partir de este último año, el liberal Juan Manuel Santos. También discreta ha sido la progresión de Honduras, al bajar su Gini desde los 55,35 puntos hasta los 50,64. Y sin estridencias la evolución del Gini mexicano, al pasar de los 51,67 puntos del año 2000 a los 48,21 de 2014. Algo parecido ha ocurrido en Chile, donde el índice Gini ha pasado de los 55,59 de 2000 a los 50,45 de 2014. Mientras tanto, en Paraguay se ha pasado desde los 54,58 puntos hasta los 51,67.
En Costa Rica, al contrario que en los países precedentes, se ha producido un mínimo incremento en los tres lustros de que hablamos, al pasar de los 47,67 puntos en 1999 a los 48,53 puntos de 2014. También ha aumentado marginalmente en Haití, al pasar de los 59,48 hasta los 60,79 puntos.
Menos porción de la tarta para los más ricos
Uno de los factores que ha podido contribuir en la disminución de la desigualdad generalizada en la región ha podido ser la reducción de la participación del 10% más rico en el conjunto de los ingresos anuales del país. En Argentina, si en 1999 el 10% más rico «se llevaba» el 37,05% de todos los ingresos, en 2014, su participación en la tarta había quedado reducida a un 30,75%. En Brasil, en el mismo periodo, ha pasado del 47% hasta poco más del 40%. En Chile, si en el año 2000, el 10% que mayores ingresos percibía se llevaba un 45,64% del total, en el año 2013 había caído al 41,47%. En Ecuador este porcentaje ha pasado del 47,85% al 35,24%, en Nicaragua, del 47% a menos del 38%, en Perú, de niveles cercanos al 45% hasta el 33%, y en Venezuela, entre 1999 y 2006, año en que se interrumpe la estadística, desde el 36,23% hasta el 34,07%.
En México la evolución ha sido más discreta, al caer en estos años la participación de las personas de mayores ingresos en la tarta del 41,35% al 39,7%. En cambio, en Costa Rica, la participación de los más ricos en el conjunto de los ingresos ha subido desde el 35,88% de 1999 hasta el 36,85% del año 2014.
Como elemento de comparación, pongamos a España, donde en 2004 al 10% con mayores ingresos le correspondía el 24,87% de la tarta y en 2013, un poco más, casi un 26%.
Un poco más de pastel para los pobres
¿Y la reducción generalizada de la participación en las rentas del 10% de la población con mayores ingresos ha provocado un incremento del 10% más pobre? Parece que sí, al menos en líneas generales. En Argentina, si en 1999 el 10% más pobre se llevaba un 1,07% de las rentas, en 2014, ese porcentaje había pasado al 1,62%. De todas maneras, se trata de niveles muy bajos, sobre todo después de haber visto que al 10% más rico le corresponde más de un tercio de toda las rentas que se generan en el país.
En Brasil, del 0,78% de la tarta que iba al 10% más pobre en 1999 se ha pasado a un 1,18%. En Chile se ha pasado del 1,28% al 1,72%. En México estos porcentajes han pasado del 1,38% al 1,93%. En Colombia la progresión ha sido mucho más espectacular, al pasar del 0,35% de 1999 (fue del 0,13% un año después) al 1,1% de 2014. En Ecuador el 10% más pobre ha ganado un punto, al pasar del 0,74% al 1,7%. Y lo mismo en Nicaragua, al pasar del 0,8% al 1,8%.
Pero en Venezuela, si en 1999 el 10% más pobre se llevaba un 0,93% de la tarta, en 2006, cuando se interrumpe la estadística, había caído al 0,53%, tras haber pasado, además, por el 0,05% del año 2005.
Para poner en contexto estas cifras, en España el 10% más pobre ha pasado de representar un 2,41% de las rentas totales en 2004 al 1,7% en el año 2012, último ejercicio para el que proporciona datos el Banco Mundial.
La pobreza se ha reducido
También nos podemos fijar en la evolución de las tasas de pobreza. El porcentaje de personas que viven con menos de 1,90 dólares al día, es decir, el porcentaje de la población en pobreza extrema, se ha reducido drásticamente. En Argentina, por ejemplo, desde el 4,8% de la población hasta un 1,7%. En Brasil ha mejorado incluso más: del 13,4% hasta el 3,7%. En Bolivia, de una manera más espectacular: del 25,3% de la población hasta el 6,8% en los quince años que han transcurrido de 1999 hasta 2015. Y algo parecido ha ocurrido en Ecuador: si en 1999 un 21,8% de la población vivía con menos de 1,90 dólares al día, en 2014 ese porcentaje había caído hasta el 3,8%.
Y en paralelo también ha bajado la proporción de ciudadanos que se ven obligados a vivir con menos de 3,90 dólares diarios: en Argentina, el porcentaje ha pasado del 10,2% al 4,3% entre 1999 y 2014. En Bolivia, ha caído del 37,4% al 12,7%, casí idéntica evolución han registrado Colombia (del 33,1% al 13,2%) o Ecuador (de casi el 40% al 10,2%), mientras que en Brasil ha caído desde el 25,6% hasta el 7,6%, por poner sólo unos ejemplos.
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