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Mientras tantoUn ascensor social gripado

Un ascensor social gripado


 

Ante la creciente preocupación social sobre la posibilidad de que las generaciones más jóvenes tengan menos oportunidades que las precedentes, es fundamental contar con datos que midan de verdad hasta qué punto el origen familiar, sea éste humilde o próspero, determina el futuro de las personas, si el ascensor social funciona para subir escalones sociales, si el riesgo de descenso es importante y creciente y si éste es común a todas las clases o se centra sólo en algunas.

 

 

Eurofound (European Foundation for the Improvement of Living and Working Conditions) acaba de publicar un informe precisamente sobre estas cuestiones.

 

 

Todo esto suena a igualdad de oportunidades y, en definitiva, a si las instituciones y políticas sociales funcionan para que, independientemente del lugar de partida de cada cual, todos tengan la misma probabilidad de terminar en los puestos más altos, en los más bajos o en los intermedios de la estructura social. En definitiva, a si de verdad las nuestras son sociedades en las que se impone el mérito sobre el origen social, si la pirámide social se reproduce o se renueva.



El informe responde a todo esto y no sólo nos proporciona la foto fija de un momento concreto, también la película de la evolución en las últimas generaciones: ¿son nuestras sociedades crecientemente (y empíricamente) meritocráticas (y democráticas) o lo contrario?

 


El informe analiza tanto la movilidad social absoluta, es decir, númericamente, las personas que efectivamente ocupan puestos de la estructura social diferentes a las que ocupaban sus padres, como la movilidad social relativa, es decir, la que analiza la probabilidad de que un niño pueda colocarse en un lugar social diferente al que tenían sus padres en términos de ocupación o de ingresos. La ventaja de analizar también la movilidad social relativa es que con ella se controla la movilidad que imponen los cambios en la estructura productiva, como por ejemplo la reducción que pueda haber de puestos de trabajo en la agricultura y el incremento en el sector servicios en los últimos años.

 

 

Nos vamos a ahorrar la explicación de la metodología, algo en lo que se extiende el informe: precisa, por ejemplo, cuántas encuestas se realizaron por cada país entre 2002 y 2010 entre personas con edades comprendidas entre los 35 y los 75 años (nacidos entre 1927 y 1975) con progenitores nacidos más o menos entre 1941 y 1989; explica también la clasificación socio-económica utilizada, dividida en nueve «estratos», desde los grandes empleadores hasta las ocupaciones rutinarias; y señala cómo está formada la muestra tanto por origen social como por su destino (lo que tiene su utilidad para observar cuál es la estrucura social de los países de la Unión Europea).

 

 

Entrando en materia, la primera tabla que muestra los primeros datos de movilidad social de manera agregada sobre el conjunto de los países de la Unión Europea indica, por ejemplo, que de los 14.221 cuya clase de origen es la más elevada, más de la mitad, 8.208, se mantienen, bien en ese escalón, bien en el que está inmediatamente por debajo, mientras que únicamente 1.500 descienden hasta los dos puestos más bajos de la escala social.

 

 

¿Qué ocurre con las personas cuyo origen social está en la escala más baja, en los trabajos rutinarios? De los 25.807 que forman parte de la muestra, 11.865 se mantienen, bien en esa posición, bien en la inmediatamente superior, mientras que únicamente 4.859 logran escalar a los dos puestos más elevados de la distribución.

 

 

 

 

Si bien la tabla sobre estas líneas puede indicar un cierto grado de determinismo social, los gráficos bajo estas líneas muestran las enormes diferencias que existen tanto entre países como entre géneros. Así, hablando sólo de varones, el descenso social es mayor que la movilidad al alza en cinco países: la República Checa, Estonia, Hungría, Polonia y Lituania. En cambio, en el resto de los países, la movilidad social ascendente claramente supera la bajista.

 

 

 

El gráfico para las mujeres es bastante diferente al de los hombres, dado que la movilidad social femenina está afectada por dos factores: la segregación ocupacional y las interrupciones en la carrera laboral, sobre todo en los primeros años. Aquí, más países muestran mayores descensos sociales que incrementos: Chipre, la Republica Checa, Estonia, Francia, Grecia, Portugal y España. También destaca la existencia de diferencias entre el este y el oeste de Europa: las mujeres tienen una mayor tendencia a escalar socialmente en la Europa oriental que los hombres, mientras que en el sur de Europa y en Francia experimentan una mayor movilidad social a la baja.

 

 

 

Pero, sin duda, para ver la película de la movilidad social en Europa, para ver si las generaciones viejas han prosperado más de lo que lo están haciendo las más jóvenes, lo más interesante está en saber en qué porcentaje los mayores han acabado en clases sociales más altas o más bajas de las que partían, y lo mismo en cuanto a los más jóvenes.

 

 

De acuerdo con la tabla bajo estas líneas, «la generación silenciosa», la nacida entre 1927 y 1945, que es pequeña en número debido al impacto de la crisis económica de 1929 y de la Segunda Guerra Mundial, pudo aprovechar las oportunidades creadas por la expansión de posguerra. La generación que vino después, la del «baby boom», la nacida entre 1946 y 1964, estuvo especialmente bien situada para aprovechar tanto la larga etapa de bonanza económica como el consenso socialdemócrata de creciente protección social y equilibrio de fuerzas entre el capital y el trabajo. La siguiente generación que evalúa el estudio, la «X», la nacida entre 1965 y 1975, es la primera que no necesariamente ha asumido que sus vidas serían mejores que las de sus progenitores.

 

 

Si comparamos la movilidad social de estas tres generaciones, se puede observar que los patrones han cambiado de una a la siguiente, aunque no de la misma manera para mujeres que para hombres. La movilidad bajista se ha incrementado ligeramente desde la «generación silenciosa» a la «generación X»: la cohorte nacida antes de 1946 muestra una movilidad descendente del 35% frente al 37% de la nacida después de 1965. Y la movilidad ascendente en la nueva generación es menor que en las dos generaciones precedentes. Pero hay que tener en cuenta que si bien los varones de la «generación X» han experimentado más frecuentemente movilidad social descendente, las mujeres, por el contrario, han sido más tendentes a subir en la escala social, quizás debido a la mejora de los niveles educativos de ellas, mientras que ellos se han mantenido ocupando la mayor parte de los puestos de trabajo de un mermante sector manufacturero.

 

 

 

El estudio concluye que para las mujeres, de generación en generación, cada vez es menos probable la herencia del status de sus padres, mientras que para los varones la tendencia es justo la opuesta: cada vez son más tendentes a heredar la posición social de sus progenitores. Para los varones, la movilidad ascendente se ha reducido, mientras que la descendente se ha incrementado en la mayoría de los países.

 

 

La limitación de la medición de la movilidad social absoluta está en que se ve influida por el cambio en la estructura económica de los países, como la modernización, la industrialización o la desindustrialización, el cada vez mayor peso del sector servicios… Por eso, no es todo lo eficaz que se desearía para comparar entre países, porque no todos responden a las mismas dinámicas de modernización.

 

 

¿Qué pasa, entonces, con la movilidad social relativa o la fluidez social? De acuerdo con el estudio, los países analizados han ido convergiendo a lo largo del siglo XX, al menos entre las dos primeras cohortes (entre los «baby boomers» y la «generación silenciosa»), pero vuelve a diverger con la llegada de la «generación X». Así, en algunos países como Bélgica, Holanda, Dinamarca, Finlandia, Eslovaquia y Grecia, la fluidez social ha estado aumentando de manera continuada. Por el contrario, en otro grupo de países, la «generación X» en particular ha registrado una reducción en la movilidad social relativa, como en Suecia, Austria, Francia y Bulgaria. En Alemania, Polonia, Reino Unido e Irlanda, la fluidez social se ha mantenido estable.

 

 

Una cuestión política 

 

¿A qué factores hay que prestar atención para analizar la movilidad social? Predominantemente, al incremento de la desigualdad de ingresos, la facilidad o la dificultad en el acceso a los servicios públicos, las persistentes desigualdades educativas, la transmisión intergeneracional de la pobreza, la amplitud de las desigualdades de género, la integración de los inmigrantes, el nepotismo y la corrupción, además de las crecientes disparidades regionales.

 

 

El informe analiza el impacto de las barreras a la movilidad social por países. Por ejemplo, para cuáles supone un freno el acceso a la educación temprana, entre los que se encuentra España; para cuáles el problema está en la educación terciaria y secundaria, porque se aplique una selección excesivamente temprana de los estudiantes que pueden prosperar y los que no, los que pueden acceder a carreras técnicas y los que no, como ocurre en países como Austria, Bélgica o Alemania; o para qué otros el gran problema se encuentra en el mercado de trabajo, en la transición entre la escuela y el empleo, como vuelve a serlo, otra vez, para países como España.

 

 

Atender a estas cuestiones, a este inventario de problemas, da pie a los investigadores a proponer al final del informe políticas que faciliten la movilidad social ascendente. Así, a los países mediterráneos, entre los que se encuentra España, aconsejan extender la educación más temprana (entre los cero y tres años), así como la mejora de las políticas de conciliación para los progenitores. También, les señala sus problemas más prevalentes, como el abandono escolar temprano, el elevado paro juvenil y la timidez de los programas de formación para el empleo también para los jóvenes. Seguro que los Presupuestos Generales del Estado que se aprueban estos días recogen partidas para atender estas prioridades sociales.    

 

 

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