Publicidadspot_img
-Publicidad-spot_img
Mientras tantoRadioteatro

Radioteatro

Cinesporas en el blogo aerostático   el blog de Federico Volpini

 

El tiempo de la magia es ahora mismo. Se accede desde la biblioteca, la cocina, el dormitorio, las ventanas por las que la casa se asoma al exterior antes de arriesgar, en una expedición de cada día, el cuerpo y los sentidos a los otros, ajenos al hogar que llamas propio. Hay pueblos que viven en la calle y eso llevan ganado, eso imprime carácter, lo mismo que el bautismo, la confirmación y el orden sacerdotal, donde se demuestra que la penitencia, la eucaristía, el matrimonio, la extremaunción son ganas de perderse en lo superfluo: ¿para qué? Te mueres y te mueres. De verdad, ya no sirves, salvo santos y mártires y vírgenes. Te casas y te casas: es una misma carne hasta que a alguien le pica la nariz. Cuerpo de Cristo, comes y no te vuelves Él. Confiesas, haces propósito de enmienda y el objeto de todo es repetir lo más pronto posible. El arrepentimiento es la pimienta que especia la reincidencia en el pecado. Sorprende que cree carácter la confirmación, que es la reválida. Por fin de acuerdo el PP y el PSOE en la Revelación: la bendita ignorancia. Cautivo y desarmado el griego y el latín. Anulada la Historia. Abolidos Filosofía y Pensamiento. Muertas la Lengua y la Literatura, ¿para qué la palabra?

 

La palabra, es verdad, se oye donde se junta gente y habla.

 

Hay pueblos que viven en la calle y eso es la salvación, “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa (y la tengo un poquito revuelta)”. La experiencia de lo que ya no es uno y que comienza más allá de la piel, a través de los ojos, los oídos, el tacto, el gusto, los olores. Aunque se cuece dentro: se ingiere, se asimila, se incorpora, te cambia. El tiempo de la magia es ahora mismo. Se accede desde la biblioteca, la cocina, el dormitorio. La magia, creación en los cuchillos, la tabla de cortar, las cacerolas, sartenes, en el horno. Transformar la materia y devorarla: el lecho. La cama y los fogones se disfrutan, de preferencia, acompañados y es la calle que sube a visitarte: uno no sale de ella, te persigue. El libro mismo, que es vicio solitario, sucesión de galerías que se bifurcan, remiten a otros libros, establecen relaciones secretas entre ellos, laberintos de libros, que llevan muchas veces a aquellos en los que ya has estado. El libro también viene de fuera. Uno viene de fuera. El útero, donde lo externo y lo interno se concilian, te expulsa sin remedio. Fuera todo. No hay manera de ser, sino en lo que no es uno.

Rendido a la evidencia, disfrutarlo.

 

DÍAS DE RADIO

 

Woody Allen. 1987

 

 

A la hora de citar, lo mejor es citarse uno mismo, con la seguridad de que no esperas y de que a nadie haces esperar.

 

Se escuchan unos pasos. Calmos, mesurados.

Los pasos se detienen.

Un sonido de cuerdas, bajo, envolvente, va cobrando presencia. La música preludia, ¿qué? ¿Qué va a pasar ahora?

La realizadora alza la mano.

La música resuelve.

Una nueva señal y el técnico desliza una regleta. Oímos el gorjear de unos pájaros, el rumor de una fuente. Mágicamente, sin que en el escenario cambie nada, hemos entrado a un parque.

Se oye una voz:

-“¿Y a usted le parece normal que un bocadillo hable?”

 

Es el radioteatro. El audiodrama.

 

EL ANTIGUO TEATRO 1 DE RADIO NACIONAL DE ESPAÑA

 

 

La puerta de acceso y, dominando el estudio, la ventana que se asomaba a la realización. La larga pértiga bajo ella es la que sostenía un único micrófono, sobre el que los actores construían físicamente sus planos de presencia.

 

 

En la pared de enfrente, puertas, cerrojos, cortinas, timbres, escaleras, el lugar de la magia.

 

 

Detalle de los peldaños: madera y piedra.

 

 

Como en casa. A la derecha, entonces, el nicho del Narrador: él, con auriculares.

 

 

Baúl de los efectos: cajones, picaportes, puertecillas de armario. Dentro, el recipiente con la arena, colección de zapatos, las espadas.

 

 

La cámara anecoica, la que mata el sonido. Junto a ella estaba la cámara de ecos.

 

 

El vestíbulo donde, cuando allí había asientos y mesitas, aguardaban los actores.

 

Hoy, el Teatro 1, vestuario para los Conciertos de Radio 3. ¿No es para acordarse de sus muertos?

 

EN BUSCA DE LOS TIEMPOS PERDIDOS.

 

El anillo del Vengador Enmascarado. La venganza venía a domicilio, a resarcirte de las injusticias, sinsabores, decepciones del día. La radio te vengaba. Abría la puerta a una burbuja, la misma para todos y distinta para cada oyente, con rostros, con paisajes sólo de cada cual, irrepetibles. Un espacio para el que no se han hecho los disfraces, en donde cada cual es lo que dice ser y basta con decirlo.

 

José Luis Sáenz de Heredia. 1955

 

 

 

De Historias de la radio robó Woody Allen la que inaugura su película. El desvalijador al que un concurso (otro concurso) reclama estando de servicio. ¿Va a ser el cine español de los años 50 lo que la monarquía en el siglo XV y a Sáenz de Heredia dedica Maquiavelo su Príncipe? El ocaso nos pilla, agotado ese tiempo, con la radio igualmente, pero la radio diciendo tonterías.

 

PALABRO DE DIOS

 

Locutar.

 

¿No se da “locutor”?

Dado “interlocutor”, ¿hay que ”interlocutar”?

¿Por qué se les antoja tan complicado decir: Voy a hacer una locución; voy a leer (la información, un cuento), voy a presentar (unas músicas, un espacio concreto), voy a dar las noticias, voy a interpretar?

No: voy a locutar. Dan ganas, al oírlo, de electrolocutar.

Y, sin embargo, se abre para la vida diaria un campo de experimentación interesante.

¿Qué más da que el idioma de gritos?

¡Buenos días!: ¿qué te apetece hoy?

¿Hoy? “huefritoyunar”: desayunar un huevo frito.

Luego, “huefritomer”, “huefritonar”.

Supongamos: desayuno copioso.

“Doshuefritoyunar” (o con “mer”, o con “nar”).

No paremos ahí.

¿Desayuno dos veces?: “dosayunar”; mejor: “doseayunar”, porque “dosayunar” es ayunar dos veces.

Aun más: zamparse en el desayuno un huevo frito resulta, en todo caso, consecuencia de una acción anterior:

“Frehueyunar”: freírse un huevo para desayunar.

“Frehuedosyunar”: freírse dos huevos para desayunar.

“Frehuedoscomer”, “frehuedoscenar”.

Y a lo que puede conducir en la literatura.

Un ejemplo, recogido por Borges:

“En su tardoplacienteautobiograftopsia, discipoFreudJung osa narrar un sueño impresionante: incrédullábase posilotosentado ante una derrulíquenoratosolitaria capilla donde un acucliyogui meditaba, cuando, al curiomirarle el rostro descubrió que ese rostro era el suyo.

Raudoasustolejóse comprendiendo: <ha soñado y yo soy su sueño. Desapareceré cuando despierte>”

Revisado este texto a mitad de mañana, lectobañocomplugo a tardoyunoautor de forma tal que inspiracausolvió pospimponer desde ese mismo instante famimuerzo hasta el fin de sus días.

 

III Congreso Internacional de Radioteatro. 2015

 

 

Hay pueblos que viven en la calle, pero también hay pueblos que en su gastronomía desconocen los callos. Conviene, hoy, detenerse un momento y meditar.

 

FRASIER: cualquier día del año

 

Más del autor

-publicidad-spot_img