Parece que el PSOE va avanzando. Ya se empieza a ver un poco de polvo allí en el horizonte. Snchz es el pastor de la caravana. De los colonos. Vienen cargados de contradicciones y de confusión. De frasecillas y principios reversibles, prácticos. Vienen con nuevos personajes pintorescos. Como Lastra, como Puente. En política el pintoresquismo parece haberle ganado la partida al carisma, a la capacidad de gestión, a la cultura, a la buena presencia. No digamos a la honradez. El PSOE de Snchz, como las almas muertas de Chichikov, ha empezado a mostrarnos, a describirnos, la España del siglo XXI por medio de la caricatura, en ocasiones divertida, en otras patética o incluso grotesca. Ya no es la socialdemocracia sino una facción. Casi una facción friqui (Madrid es una nación) cuyo ideario, si pudiese ser bebido, podría hacer el mismo efecto en el estómago de un votante que aquel bebedizo en el estómago de Robert Mitchum en El Dorado. Aparece Snchz y lo veo tocado con la pintoresca chistera de James Caan, pidiéndole pólvora a Bull para añadirla al mejunje. Un pintoresquismo de difícil digestión con notables efectos secundarios en el socialismo. La crisis de Venezuela está siendo exagerada. El Dorado existe. Y también el monstruo del lago Ness. La plurinacionalidad se resquebraja y eso que todavía no se sabe lo que es. Fórmula, modelo, marco… ¿brebaje? ¿Y la concreción? (y el carisma, y la cultura…) Ya se empieza a ver el polvo. Veremos cuando lleguen, si es que llegan. «Criminales», decía Mitchum, después de haberle hecho tragar a la fuerza ese potingue.