Proemio
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“Dintre la nit, el foc. / Dintre l´aire, l´atzar. “
francesc garriga barata
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1.
Así que en el fragor de la noche, por así decir, me siento en la cocina y pienso en mis cosas. Pero no en el fuego, sino en el frío.
En la sensación de frío, más bien. En esta gelidez mediterránea que se (me) incrusta en los huesos. Pero decido comerme un helado.
A veces la mejor manera de combatir el fuego es con fuego. Ídem con el frío.
(o eso es lo que a lo que me guía mi intuición)
Y es que hay algo que no me cuadra; no es que la vida haya de ser un lugar con un orden inquebrantable, y me refiero a la regularidad y temporalidad de los acontecimientos. A su naturaleza resolutiva, efectista, plena.
Claro que no.
Pero hay signos últimamente que se contradicen.
Que una cosa es el caos o una visión poliédrica de la existencia; incluso las contradicciones, las paradojas, acaso la ambivalencia.
No es eso.
No.
Se trata menos de una cuestión de azar que de incoherencia.
2.
Hay siempre señales en la vida de cosas que se nos mandan.
Normalmente se trata de signos arbitrarios, de múltiples mensajes que aparecen desde direcciones inverosímiles, incluso fantasmagóricas.
Pero ya digo: no es eso.
Es la incongruencia lo que me fatiga y me pone a pensar
-y esto no es particularmente agradable, ya que me distrae-.
Diré que la cosa no tiene que ver con la univocidad del anuncio, el recado, la nota de voz, sino que se relaciona más bien con la falta de oxígeno de quien lo dice.
3.
Cuando nos llegan peticiones que son claramente disonantes entre sí, reclamos que sabemos errados para que hagamos cosas y estas se contradicen o, mejor, no cuentan con asidero firme (ni la una ni su contrario) entonces nos ponen a temer que tras ellos late la estrategia, el convencimiento de un fin determinado, que yace oculto, agazapado tras un sinfín de palabras amables, huecas.
A eso es a lo que me refiero: a la incoherencia intrapersonal.
Podríamos quizá ponerlo en términos mucho más simples y decir que hablo de esas gentes que se hacen los/las misteriosos/as.
Porque el misterio es sagrado, no se provoca: emana de un algo incierto.
Hacerse el misterioso, sin embargo, es teatralizar la felonía.
4.
“la nuditat del cor / tem el misteri del perfum de nit / màgica espera / d´un misssatge de pau que mai arriba”
francesc garriga barata
5.
Ya es el día siguiente. Otro día. Otra noche. Otros –pero los mismos- fríos.
No es que haya dejado de enraizarse la sospecha, sino que las raíces aéreas se bambolean menos. Los intentos ajenos por desestabilizarme ahora están más silenciosos que nunca y yo culebreo las espumas de la noche, feliz porque el frío sigue aquí. Y es que, ya lo decía Vicente Aleixandre: “Todo el fuego suspende la pasión”.
Y además, es tan triste la lucidez…