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Mientras tantoEstampas del Oeste sevillano

Estampas del Oeste sevillano

Cinesporas en el blogo aerostático   el blog de Federico Volpini

 

FESTIVAL DE CINE EUROPEO DE SEVILLA (IV)

 

HOJA DE RUTA. PLAN DE VUELO.

Sevilla. Gijón. Oporto. Albacete. Sitges.

 

Viaje en blogo y viaje por el tiempo. Mostrar lo que se va encontrando: quienes ya lo conocen nada pierden.

 

El oeste nos lleva hacia el Oeste. Tragedia griega. El hombre enfrentado a los dioses, a sí mismo y a la naturaleza (ahí entra el western). La mujer -¿qué le importan los dioses?- enfrentada a la naturaleza, a sí misma y al hombre. Y el héroe es el hombre. Esto no quiere ser la reivindicación total de las mujeres: ¿quién no recuerda, cerca, la mujer que tiene a su pareja reducida a un guiñapo? Pero sí constatación de un hecho: en líneas generales, las que pierden, aguantan, sufren, mueren, resulta que son ellas. El hábito de escribir en hemistiquios es, afirma José Ramón Ripoll y tiene toda la razón, una condena. Y el condenado sufre, pero no se corrige. Nadie aprende. Si no quiere. Y no quiero. A Ulises, esta vez en italiano, incorregible Ulises, se le espera.

 

ULISES Mario Camerini. 1954.

 

 

Tejer y destejer. “La oscuridad preserva los designios de Penélope”. Dice Eva Vila, directora de cine, que jamás se creyó el final de ‘La Odisea’. Exceptuando el arco, que ya iba siendo hora, los gorrones, yo tampoco. Y, sin embargo, ¡qué sosiego encontrar en la otra la carne fláccida de uno, de una, de otro, cuando, por fin, no hay que demostrar nada, cuando todo está claro!

 

EL PALACIO DE ULISES


 

Petrificadas, nunca dejará de incomodarme que entonces fueran pájaros, las sirenas. Lot. Orfeo. En la antigua judería de Oporto, residencia de la familia Cunha Portocarrero, el palacio de Ulises. Jornada tras jornada, el blogo va hacia Oporto. Estaremos allí en unas semanas. Frente a la casa de los Portocarrero hay una pirámide de granito en la que se izaba una bandera marcando el límite para el atraque de navíos en tiempos de peste.

 

PIRÁMIDE DE LA PESTE

 


Y, en el cine, la peste. La espada, una vez se desenfunda (‘Yakuza’ Sydney Pollack 1974), es vergüenza no usarla.

 

EL BÁRBARO Y LA GEISHA. John Huston. 1958.

 

 

John Wayne, poniéndose delante de la boca del cañón, cuando el barco norteamericano trae el cólera. John Wayne es el diplomático Townsend Harris, enviado a Japón por el presidente Pierce. Americans abroad. Los españoles, el fuera, ya lo tienen en casa. No tienen que esperar para salir. Pero se espera de diversas maneras. Sin saber que lo que esperas nunca llega y peor cuando llega.

 

Isabelle, Juliette Binoche: una buena mujer que intenta recomponer su vida apretando la pasta contra la boca del tubo de dentífrico, se ayuda de un vidente. Un clavo ardiendo. Que Isabelle no percibe como tal. Así le van las cosas. Aunque supersticiones, religión, hay muchas. Y ayudan. Como ayudan las ficciones. Como ayuda hacer de nuestra vida un argumento. Narración, planteamiento (y nadie se plantea siquiera nacer); nudo, nudo maya es la vida: escritura apretada aguardando la espada de Alejandro; y desenlace, que termina mal, nuestra existencia: todos mueren, dice Antonio Praena, poemario ‘Historia de un alma’ (ver abajo), no sólo él, no él el primero, hoy él; y ahí acaban la vida y las novelas.

 

UN BELLO SOL INTERIOR. Claire Denis. 2017

 

 

De ese sol interior, cuando lo enciende el vientre abierto de las bestias en la adivinación, las confluencias astrales o el Tarot, refiere Jan Potocki en la ‘Historia del cabalista’ de ‘El manuscrito encontrado en Zaragoza’: “Cuando cumplí dieciséis años, mi padre comenzó a iniciarme en los misterios de la Cábala. Primero nos puso en las manos el Sepher Zohar o libro luminoso, llamado así porque nada en él se comprende, de tal modo su claridad deslumbra los ojos del entendimiento”. No hay quien vea. Del que habla Claire Dennis es del que alumbran los ojos de Isabelle. Y ése calienta. Bello sol interior que alegró una sesión de cine, redención después de la cola para verla.

 

COMPAÑEROS DE ULISES ESPERANDO PARA SERVIR A CIRCE EL DESAYUNO


 

Zama. ¿Qué le puede esperar a un funcionario y más a un funcionario desplazado?

 

Tras leer las opiniones de Lucrecia Martel acerca de las series de televisión, en las que hoy se sirve el cine: “un retroceso, se vuelve al argumento”, tiembla la mano, el pie, apetece la espantada. Recuerdan al grito admonitorio de quien no puede hacerlo: “¡No corráis, que es peor!” “¡No contéis! ¡No construyáis historias!” Si lo hacéis, ¿en dónde quedo yo? ¿Quién viene a verme? En la parafernalia del grupo de entendidos la historia está de más. Curiosamente, quienes defienden la pertinencia de un cine no narrativo lo hacen con un discurso que lo es, cartesiano, tal vez porque la narración es la única manera de entenderse y lo demás es sensación, la pintura, la música, que son en el espacio o en el tiempo. Que son, no cuentan nada. Como no cuenta nada un buen almuerzo: ¡esa cosa tan vieja, tan manida, que es disfrutar aquello que se come! El argumento. De no ser porque ´Zama’, de Lucrecia Martel, es fascinante, saldría uno corriendo. Haría mal.

 

ZAMA. Lucrecia Martel. 2017

 

 

La vida es una historia muy idiota y al final lo único que importa es lo que puedas narrarte acerca de ella. Ya decían los griegos y lo dice Aristóteles: hasta que la persona muere no se puede afirmar si ha sido su vida buena o mala. Un argumento, pues, la vida y es al final del día cuando armamos el día, la existencia, como un cuento. Que nos da ese sentido que al hombre, casualidad, títere del destino, no le toca. Pero que necesita. No obsta esto para sentir la lluvia y disfrutarla como puro placer, el sexo, el alimento, incluso el tedio. Diego de Zama se aburre horriblemente. A su desierto no llegan los tártaros. Y no se le concede licencia para dejar la gobernación y contarse su vida de otra forma. Lucrecia Martel lo deconstruye: no te puedes mover de la butaca. Propuestas excluyentes: narrativa, abstracción, destellos, caos, en tanto que se excluyen, que quieran excluirse, limitadas. ¡Ni que nos diera el tiempo para andar excluyendo!

 

¿Está aquí el Amazonas?

 

PRIMERA DIGRESIÓN. El Amazonas.

 

Remontar nuestros ríos. Dice Antonio Praena, deslumbrante:

 

RECRIMINACIÓN DE MANRIQUE
«El muy hijo de puta
lo supo desde siempre,
aunque nunca lo dijo.
No porque van al mar los ríos son la vida,
sino porque son sucios y profundos.
Y no vuelven jamás hasta su origen»

 

Pertenece a su último poemario, ‘Historia de un alma’, XXVII Premio Gil de Biedma.

 

 

De eso se trata siempre: de remontar los ríos y se pretende hacer contra corriente. El nacimiento es el corazón de las tinieblas.

 

Río arriba a por ‘Oro’, de Agustín Díaz Yanes.

 

ORO. Agustín Díaz Yanes. 2017

 

 

‘Oro’ es un deleite visual, pleno de fuerza en los actores, soberbios personajes todos ellos, en la acción, los paisajes, las elecciones de la cámara, espectáculo al que perjudican la trama y lo torero. Recuerda en eso más a la igualmente poderosa y argumentalmente discutible ‘Brawl in Cell Block 99’ -pasó en Sitges-, que a ‘Aguirre o la cólera de Dios’, su referente confeso; a ‘Apocalypse Now’, ese rostro que se alza del barro diluido; a ‘Zulú’, de donde Díaz Yanes dice haber sacado su secuencia musical (¿por qué no de ‘Los que no perdonan’?); a ‘Mayor Dundee’: la voz en off, en aquélla, la del cronista de la expedición. Western, ‘Oro’, en lo que tiene el western de tragedia y de enfrentarse con la naturaleza. Cantando aquí también, como en ‘Mayor Dundee’, nosotros, que no tenemos himno, ´My Darling Clementine’, nos vamos a la guerra.

 

MAYOR DUNDEE. Sam Peckinpah. 1965.

 

 

No resuelto este fragmento de la red: asesinado. Como si alguien , queriéndole cortar la cabellera, le hubiese cercenado la cabeza. Las herramientas, igual, no son las adecuadas. Y la víctima, quien ha pulsado en el enlace y mira las imágenes, sufre. La cuchilla le deja la pantalla tinta en hemoglobina.

 

‘Mayor Dundee’, western crepuscular, que son los que se ven entre dos luces, persigue a otro fantasma, Sierra Charriba, apache a quien, como a Kurtz, Kilroy was here, leemos en su huellas. Un rastro. Remontando la sangre derramada. La eterna juventud, el oro, el enemigo: es ir detrás de algo lo que nos hace ser persona. Hoy, el trabajo.

 

Meinhard viaja a Bulgaria, uno de los lugares donde los alemanes sitúan a sus indios. ‘Campesinos búlgaros huyendo de la vacuna’, los retrataba Enrique Jardiel Poncela en un cuadro que no describe: basta el título. Es el desprecio propio de su época por pueblos que consideraban “atrasados”. La tierra de los tracios. Los más famosos de entre ellos Orfeo y Espartaco, que tenían empleos diferentes pero, los dos, tesón y poco miedo. Cuando los griegos, más al sur y, más al este, Jenofonte lidiando con los misios, sacrificaban a los dioses cada veinte minutos y se dejaban conducir por los presagios, los tracios creían ya en una vida  más allá de la muerte. Quién, los tracios o los griegos, estaba más errado, es difícil decirlo. Lugo llegaron, a caballo, los búlgaros. Como Meinhard. Meinhard va a trabajar en un proyecto hidráulico. No lo reciben bien los naturales. Pronto hay tensiones. También hay amistad. Conversaciones imposibles: “Me duelen las manos de hablar francés”, dice un soldado en Mali, erigiéndose (José Luis Moreno Ruiz aporta el dato) Beni de Cádiz tras su estancia en Norteamérica. Hay amistad en ‘Western’. Violencia. Noches de amor. Cabalgadas. Paisajes. Meinhard actor y Meinhard personaje son el mismo. Y Veneta. Y Viara, Vyara en la pantalla. Política del cine. Pasolini  metido en Teorema. La gente de la calle para darle verdad al personaje.

 

WESTERN. Valeska Grisebach. 2017

 

 

El western como documental, por mucho que ‘Western’ no lo sea. Rostros nuevos. Cada cual en la vida merece el rostro que se le queda con el tiempo. En la cara tenemos la tarjeta de visita, que responde, no sólo a lo que somos, sino a lo que quisiéramos ser y hemos conseguido creernos: la cara nos respalda. Si miente, eso se lleva ganado sobre el otro. Aunque, decía Conrad, lo peor que le puede pasar a un mentiroso es que le crean. Normalmente, en el cine, la cara, al personaje, se la impone el intérprete. No es Carla, es Nathalie Poza. No es Álvaro, es Javier Gutiérrez. Actriz. Actor. Actores.

 

CHÉ Y EL ZAPATA HAMBRIENTO


 

Escribía, cuando Sevilla, el dueño del zapato, Sergio Fanjul, alias Ché Peligro, o viceversa:

“… le dicen ‘pacto de ficción’ a eso de suspender la incredulidad para adentrarte en una novela o en una película (…) me ha llamado siempre la atención que haya actores que actúen en tantas películas y obras de teatro haciendo tanto papeles. vamos, que la misma persona es un narco colombiano, un albañil de Vallecas, un inspector de policía o un escritor paupérrimo, pero nos da igual, nos lo creemos. ¡pero si es el mismo señor! ¿cómo luego no nos va a engañar la trama político-mediático-empresarial? necesitamos espectadores más lúcidos, mas críticos. en mi opinión cada actor debería hacer solo un papel en su vida o, al menos, tener una cuota máxima anual. excepto en el porno, donde los performers interpretan, por proyección, a los propios espectadores”.

 

Segunda digresión: ¡Me he quedao con tu cara!

 

 El porno es uno mismo.

 

Y es verdad que en el cine cada actor, Meinhard, Viara, Veneta, debería hacer sólo una película.

 

En España (y en Francia y en Italia y los Estados Unidos -las pocas extranjeras que se pasan por los Estados Unidos-: allí donde se doblen las películas) la cosa es aún peor: diferentes actores tienen la misma voz. Cierras los ojos y a quien ves es a otra. Los abres y es otro el que te habla. Crees estar oyendo a Marlon Brando y es Kirk Douglas. Oyes a Susan Hayword y ves a Maureen O’Hara. Bueno: entonces, que hoy, ¿quiénes son esos cuatro? Y no están esas voces. El doblaje, terrible: a la actriz, al actor, se le roba al menos la mitad de su trabajo; y el doblaje, aquí, al tiempo, ¡magnífico! La buena traducción, fiel a la voz original. La traducción que incluso la mejora. Hay escritores que aprenden español para leerse. Y actores que se escuchan doblados y se envidian. Hubiera sido el caso de Margaret Dumont, de Groucho Marx. ¡Cómo doblaba Jordi Brau a Kenneth Branagh en ´Mucho ruido y pocas nueces’! ¡Qué entusiasmo le ponía a Marco Antonio Juan Luis Suari! ¡Cómo sonaba Ana María Saizar como Okichi en ‘El bárbaro y la geisha! ¡Elizabeth Taylor en Gigante con la voz de Carmen Morando –maravillosa Julia Maragon en ‘Horizontes de grandeza’-!

 

GIGANTE. George Stevenson. 1956

 

 

Y no es que Branagh, Jean Simmons, Taylor, Brando, tuvieran malas voces.

 

Han hecho, todos ellos, muchísimas películas. Charlton Heston, por poner un ejemplo, de prodigiosa voz en el original y en el doblaje: ha sido Moisés, Miguel Ángel, caballero normando en la Bretaña medieval, astronauta de regreso a su casa, pistolero, policía desplazado de Méjico, el Cid, Ben Hur, el último hombre vivo. ¿Hay manera de no formarse un lío cuando aparece Heston en la pantalla?

 

DOBLADORES


 

Greta Garbo. Jack Lemon. James Stewart. Ingrid Bergman. Vivien Leigh. Cada actriz, cada actor, múltiples personajes. Y, luego, el de verdad. No es Antonio Banderas: es Antonio Domínguez. No es Helen Mirren: es Ilyenia Lydia Minoroff. El personaje del actor es su nombre artístico: es el que él interpreta cada día. Ese personaje, para toda la vida, hay que elegirlo con cuidado.

 

FRIENDS


 

Chandler le busca a Joe un buen nombre.

 

TERCERA DIGRESIÓN. PARÁBOLA DEL PP.

 

La misma cara que se le queda a Chandler debe de quedársele, cada día, a Rajoy, a Soraya, a la cúpula entera del PP.: “¿De verdad el votante se está tragando ESTO? ¡Pues vamos a por otra!”

 

ALLÁ PELÍCULAS.

 

Festival de Cine Europeo de Sevilla. ‘Un beau soleil intérieur’. ’Zama’. ‘Oro’. Actrices y actores conocidos: Juliette Binoche, Gérard Depardieu, Xavier Beauvois, Lola Dueñas, Mariana Nunes, Raúl Arévalo, Bárbara Lennie, Óscar Jaenada, José Coronado, José Manuel Cervino, Antonio Dechent, Juan Diego. Actores que son ellos: Meinhard Neumann, Veneta Fragnova, Viara Borisova. Y que pronto serán, o no, rostros del cine. ‘Western’.

 

Y el jinete, que se pierde cabalgando hacia el sol.

 

 ALVIN LEE. Hey Joe

 

 

“¿Qué hay, Joe? ¿Dónde vas con un arma en la mano?” A hacer barbaridades. Como si fuera gente del gobierno. Luego, huir lo más deprisa que se pueda. Balada acerca de un canalla que, tras asesinar a su mujer, pretende refugiarse donde van todos los malhechores desde el norte de Río Grande, en Méjico, para eludir las consecuencias. Y que ayudó, las cosas de la vida, al músico Dino Valenti (Chester William Powers) a salir de la cárcel tras una condena por drogas en la prisión de Folsom, cuando el compositor de ‘Hey Joe’, Billy Roberts, la registró a nombre de Valenti proporcionándole, de ese modo, algún dinero. Dicen. También dicen que lo que Powers vendió fueron sus derechos sobre ‘Get Together’ al manager del Kingston Trio. No estábamos allí y no pudimos verlo. A Jimi Hendrix, que popularizó ´Hey Joe’, sí que lo vimos, una vez, por Bruselas. Y a Alvin Lee. Pero eso es de otro blogo.

 

En Sevilla, hoy, el western. El oeste que, cuando se va el sol, es lo que el sol nos deja.

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