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Acordeón¿Qué hacer?Reflexiones, tal vez de perogrullo, sobre la crisis del periodismo

Reflexiones, tal vez de perogrullo, sobre la crisis del periodismo

 

Helena Coll Domenech, mallorquina, autora del blog Suiza desde ojos españoles, estudia periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona y prepara un trabajo sobre “la crisis del periodismo”. Como sabe que escribo desde hace treinta años en periódicos me pregunta, aunque no soy periodista ni tengo idea de la profesión, qué opino sobre tan sesudo asunto; es decir, quiere saber por qué se ha llegado  a la actual crisis del periodismo, que es evidente, y qué soluciones tiene la misma: si es producto exclusivo de la crisis económica o también ha influido lo que ella llama “el mal periodismo”. Helena quiere saber también si esa “crisis” tiene solución y, por la cuenta que le trae, si tienen futuro laboral sus compañeros estudiantes de periodismo y ella. Las preguntas que me ha trasladado Helena, con sus variantes y cual foro, se las quiero trasladar a ustedes para que las contesten, siquiera mentalmente, dado que conocen el problema mucho mejor que yo.

 

La crisis del periodismo es el producto de media docena de factores que desgraciadamente han coincidido a la vez y en el peor momento: (1) la propia crisis económica con la correspondiente caída del consumo general, (2) la pérdida de ingresos publicitarios, lo que reduce la edición en papel con la consiguiente reducción del número de artículos y de su extensión, (3) la salida al mercado de periódicos gratuitos que laminan los cimientos del mercado, (4) la competencia desleal de muchas webs piratas, incluso de multinacionales como Google, que incluyen los contenidos de las grandes empresas periodísticas, difuminándolos, y sin pagar nada, (5) los grandes soportes digitales de pago, por ejemplo Kiosko y más, están dando sus primeros pasos, y frutos y tardarán en cuajar, (6) las ediciones digitales de los mismos periódicos con las líneas básicas de información animan a muchos a no comprar el rotativo de turno, (7) el pavoroso descenso del nivel educativo del país, la gente lee más pero lee peor, con lo que no se demandan artículos de calidad. Es verdad que hay excepciones como esta FronteraD en la que tengo el gusto de participar, pero como se lee en la cabecera es una revista digital para las “inmensas minorías”.

 

Todos los factores mencionados, y algunos más que se me escapan, forman un cóctel que explica la crisis del periodismo o lo que es lo mismo que el periodismo clásico, el que hemos conocido hasta ahora, sufra una gran transformación que, sin duda, ira en dos direcciones: la digitalización y venta por internet, y una reformulación de los contenidos que tendrán que ser más acordes no con la noticia, sino con los gustos del potencial cliente que son o serán: (A) un pobre hábito de lectura, (B) incapacidad para analizar demasiado cualquier información que no esté demasiado masticada, (C) incapacidad para digerir una ingente cantidad de sobreinformación que es producto de la globalización y de la revolución de las comunicaciones.

 

El mal periodismo

 

La crisis económica, caída de las ventas de los periódicos, falta de facturación publicitaria, significa que hay que ajustar los presupuesto de las editoras de periódicos, de modo que gente que aportaba calidad al periódico deja de escribir, o carece de medios para poder hacerlo con la solvencia necesaria, y entonces el periódico tira más de agencias y de noticias enlatadas que aportan poco valor añadido. De hecho, actualmente, cuando leemos las noticias digitales de los grandes periódicos, la base noticiosa de todos es la misma, enlatada y con poca diferencia. De modo que la crisis sí influye, pero no es un factor determinante porque se podría hacer igualmente, y con la crisis, buen periodismo: ¿por qué no se hace?, lo ignoro aunque es una buena pregunta con respuesta.

 

El mal periodismo viene fomentado por los mismos medios de comunicación que ante sus penurias han decidido acostumbrar al lector a la basura, poco a poco lo van convirtiendo  en un lector poco exigente, incapaz de leer un artículo de fondo y, claro, acaban convenciéndole que periodismo es el periodismo barato que ofrecen. A lo anterior se une la cercanía de las editoras de los periódicos al calor del poder político y su dependencia de la publicidad de las  grandes multinacionales (bancos, líneas aéreas, eléctricas), lo que implica una mordaza velada o una censura previa que no ejerce el medio sino el propio periodista que tiene miedo de perder el trabajo. En realidad el periodismo es otra cosa, no lo que estamos viendo actualmente, aunque excepciones haylas y muchas.

 

Soluciones y futuro, ¿qué hacer?

 

El sector tendrá que reconvertirse, buscar nuevas alianzas, hacerse el harakiri para renacer cual ave fénix de otra forma. Si la economía mejora en los próximos años, mejorará algo el sector, pero eso no será suficiente para vadear la crisis, por eso los años venideros son apasionantes para los estudiantes de periodismo como Helena, porque tendrán que aparecer formas nuevas de comunicación y el reto es muy interesante.

 

El periodismo que hemos conocido hasta ahora, el periodismo clásico, va a desaparecer o está a punto de hacerlo. Es el fin de una época dorada y el comienzo de otra, nada dorada, en la que el lector ya no es el mismo, el periodista no será el mismo y la sociedad tampoco será la misma. El estudiante de periodismo que sea capaz de adaptarse a lo que vendrá, que sea creativo, capaz de ofrecer nuevos enfoques podrá vivir y vivir muy bien, pero tendrá que empezar ya a pensar en  todo eso y en cuál va a ser su aportación.

 

 

 

Jesús García Marín fue alumno de doctorado de Camilo José Cela, y Fernando Arrabal lo nombró Embajador Patafísico. Ha escrito unas 70 guías turísticas de todo el mundo (desde Finlandia a Nueva Zelanda o La Patagonia), y numerosos artículos de investigación histórica, así como reportajes y artículos en los dos periódicos más importantes de Mallorca.  Actualmente coordina para el Institut d´Estudis Baleàrics un número especial de la revista Estudis Baleàrics dedicado a Cristóbal Serra

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