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Acordeón¿Qué hacer?A un querido colega que vive en Londres

A un querido colega que vive en Londres

 

Yo no me escondo ahora ni me he escondido nunca. Como todos sabéis, nací en la Plaza de Oriente y os puedo asegurar que cuando miles de personas hacían cola para venerar al Innombrable Dictador y Genocida cruzar aquellas colas con el pelo hasta la cintura y las barbas de un profeta no era nada fácil. Mis amigos y yo lo hicimos, e hicimos muchas más cosas, sobre todo recibir hostias para que llegara a España la democracia, que luego otros han convertido en un estercolero, sí, amigo, en un estercolero.

 

Eres un buen amigo (aunque te guste el pop británico) y dices que vives en Londres y uno de los mejores periodistas que he conocido en veinticinco años y medio de profesión, y hoy he tenido el honor de que me dediques una columna en nuestro querido ABC. Como yo no puedo hacer uso de una columna en nuestra Casa (en la que me tratan como a Dios, a pesar de mis camisas con estrellas rojas e imágenes del Che, a pesar de que ayer me pasé todo el día con una chapa de apoyo a Manuela Carmena, a pesar de que llevo un colgante con una bandera republicana, más por mis abuelos que por mí, pues eso que ABC es un ejemplo de tolerancia y libertad mucho más patente que otros diarios progresistas en los que dudo que ayer nadie pudiera pasearse con una chapa de apoyo a Esperanza Aguirre), pues eso, que utilizo este medio del mail a mis amigos para llegar a mi gente (ya os digo que no tengo miedo, aunque en esta lista hay jefes y jefas del más alto nivel de ABC que también demuestran esa libertad sin decirme ni pío, no como algún alto cargo del PP madrileño muy enfadado ayer).

 

Bueno, al grano, yo hablaba de que las mafias del PP y del PSOE han convertido España en un estercolero. Y lo mantengo, y mi amigo londinense me dedica una maravillosa columna tan buena como todas las que escribe, en la que abunda en que España es el paraíso terrenal. Como no tengo otro medio de contestarle lo hago aquí y también en Facebook. Sin duda mi amigo y yo vivimos en Españas diferentes. En su columna, él habla de la España maravillosa en la que él al parecer vive. En la que vivo yo las cosas son de otra manera, y mi amigo no hace mención de ello en ésa su columna.

 

Resumo: vivo en un barrio de clase media, media baja, que no es de los más desesperados de Madrid, y esto más bien parece un país del antiguo Telón de Acero. Tiendas caras, artículos desaparecidos porque nadie los puede comprar, ropa de los 70, gente pidiendo, parados y parados, negocios cerrados, taxistas que están trabajando dieciséis y dieciocho horas diarias por un puñado de euros… No dudo de que mi amigo, periodista de raza, vive a pie de calle. Yo también, pero nuestras calles no son las mismas, desde luego. Yo tengo muchos amigos en el paro y sin ninguna ayuda, entre ellos mi santa señora, gran poeta y con un reconocdio prestigio, excelente filóloga, despedida de ABC en un ERE injusto en el que nuestro abogado laboralista tuvo que enfrentarse a los Garrigues y compañía, cinco años y medio en el paro, dos sin ninguna ayuda, mi amigo seguramente no. Yo conozco personas desahuciadas, mi amigo seguramente no. Yo conozco familiares que se han tenido que ir a Londres, donde vive mi amigo, y les están tratando tan bien, con tanto cariño y respeto que a su hijo le ha llamado Ian (es mi sobrino nieto), no Pepe, y no piensan volver por aquí. Mi amigo no habla de las colas y las esperas en el Ramón y Cajal, donde me operan de los ojos cada dos meses y medio, donde a los pacientes (la mayoría gente muy mayor) no se les puede dar una gasa de más para limpiarse los ojos, donde apenas si hay médicos residentes y tienen que operar los jefes de servicio, donde no hay pijamas para los pacientes o están rotos… Donde hombres y mujeres nos tenemos que cambiar juntos (menos mal que no hay chicas jóvenes, es un auténtico espectáculo). Mi amigo no habla de que Cáritas y las demás ONG de Madrid están sobrepasadas y desbordadas y no pueden atender a tanta gente desheredada. Mi amigo no habla de los comedores escolares cerrados, ni de la ciudad de trileros a la que el PP ha convertido mis amados Madriles, una ciudad sin ley a la que los turistas juran y perjuran que no volverán. Mi amigo no habla del robo generalizado de esta casta de perros hambrientos de la gurtel y de la púnica, ni del robo generalizado de los eres y cursos de formación. Mi amigo no habla de una burocracia que no funciona ni del 21 % de IVA que ha arruinado el mundo de la cultura. Sí, claro, lo arreglarán las fundaciones, esa manera elegante de que los Botín y compañía desgraven impuestos de lo que afanan. Mi amigo no habla de los recortes en instituciones como la Biblioteca Nacional (una de las cinco mejores del mundo) de hasta el 60 por ciento, ni de lo mismo en el RAE, en el Prado, ni de lo que han tenido que pelear los enfermos de hepatitis C para que se les administren lo que les devuelva a la vida (conozco a varias personas, gracias a Dios ya a salvo). Mi amigo no habla de mí mismo, un privilegiado que gana 2.500 euros al mes y en los cinco años y medio de paro de su esposa ha tenido que vender el coche, ceder la plaza de garaje y el trastero a su casero para ahorrar, que se ha tenido que gastar media indemnización del ERE de su mujer, que ha perdido cerca de un 40 % de su sueldo en los últimos cuatro años, y eso que no tengo niños, sino tres gatos y mi único vicio es fumar y comprarme una camisa texana (valen 30 euros, no os creáis)… ¿Para qué seguir? O de la disminución de las ayudas a los centros y órdenes religiosas que ayudan a enfermos mentales y toxicómanos (lo he vivido en carne propia)… Pero lo peor no es esto.

 

Lo peor es que PP y PSOE han convertido España, sí, en un estercolero de una bajeza moral incalculable, donde media España, como escribía Gil de Biedma (pariente de la siniestra Aguirre) vive a costa de la otra media, un país de fontaneros y ñaperos de todo tipo que no cobran el IVA, de rentistas, de paniaguados, de pelotas, de defraudadores, de botarates, de adictos a los centros comerciales, a las patéticas despedidas de soltero y de soltera, esos que se han ido a vivir en el pueblo y no quieren ni respetan a la ciudad que les dio cobijo, esos que presumen de no comprar el periódico ni de ir al cine porque es caro y se gastan el dinero en afeitarse las cejas o en echar muculitos y forrarse de hormonas en el gimnasio. Un país donde casi nada funciona. Un país en el que vuelve a haber dos Españas, justo lo que no queríamos aquellos gilipollas inadaptados y antisistema de los 80, ultraizquierda que hace 30 y 40 año nos llevamos todas las hostias de la madera y de los fachas para que España fuera mejor, que nos jugamos el pellejo y nuestro porvenir en la Movida para ser libres mientras otros hacían másters y aprendían inglés y sus papis les regalaban un coche, y nosotros llevábamos desde los quince años trabajando en la tienda de los abuelos o los padres, sin seguridad social, claro.

 

¿De qué España hablas, amigo, de qué España? A mí una me sigue helando el corazón. Cuando quieras te llevo a la capilla de San Blas a la que voy siempre que puedo (las cosas están tan jodidas que hasta he recuperado la fe) y te presento a unos cuantos españoles que sí que viven en un estercolero, y sólo les salva la solidaridad de los que poco más que ellos tienen. Ha sido un placer amigo que me dediques una columna en mi ABC. Pero de verdad, ponte un día en una cola del INEM y a ver qué te parece. Y aunque es jornada de reflexión (otra añagaza de la democracia capitalista), hoy uno no se puede manifestar, porque lo dicen ellos, claro, y aunque sabéis que no soy republicano, Salud y República. Por nosotros y por todos los que se dejaron la vida (y no es una frase hecha) porque no hubiera dos Españas, la de los delincuentes y la de los honrados. Mañana, que cada cual elija dónde prefiere vivir. Amén.

 

PD. Por cierto, acabas diciendo que el PP y el PSOE construyeron nuestra democracia. ¡Amos, no me jodas! Eres un cachondo. O eres muy joven. No vi a ningún miembro de estos partidos en las manifestaciones por la amnistía (muchos presos políticos estaban en las cárceles gracias a gente que del franquismo se había convertido en Alianza Popular, es decir, del PP), ni en la manifestación tras los asesinatos de los abogados de Atocha, ni estuvieron en las huelgas mineras del 64, ni en los movimientos estudiantiles del 56 y del 69, ni dijeron ni pío cuando había estado de sitio, ni dijeron ni pío cuando los grupos fascistas compinchados mataban a los estudiantes en la Gran Vía, a dos pasos de mí… Podía haber sido yo. Un colega todavía guarda un bote de humo de aquel día y han pasado 35 años. Fijaros qué miedo pasábamos cuando aún lo guarda… ¿Sigo? Y si en España (y en gran parte de Europa) hemos conseguido vivir con un poco de decencia ha sido gracias a la lucha de miles de sindicalistas honrados (he conocido algunos cuantos, como mis abuelos y los compañeros de ABC, que no iban mendigando horas sindicales, y por ello han trabajado doce horas, yo entre ellos). Se han dejado la piel y el pescuezo (y tampoco es una frase hecha), durante generaciones y generaciones y años y años de lucha, derechos que por la fuerza el PP y el PSOE, amparados por la CEOE, nos han ido arrebatando convenio a convenio. Violencia no es la de los mineros defendidendo con pólvora el futuro de sus hijos. Violencia es la reforma laboral propiciada por los países del norte de Europa que sólo nos quieren como un putisitio barato donde veranear (ésa es la economía del PP y del PSOE, superhoteles, tursimo de chusma y skinheads, puto landismo y pacomartínezsorianismo, hacer balconing, ligar -eso se creen- y dejar propina y hartarse de cerveza tan barata como mala…). La Unión Europea la construyeron los resistentes al nazismo y al estalinismo, no los prebostes de Bruselas. Si me ducho caliente es porque empecé a trabajar a los quince años, ya lo he dicho, y ahora tendré que trabajar hasta los 67 para jubilarme. Pero lo entiendo. Nadie hablaba de los derechos de los niños entonces y no había seguridad social para nosotros, había que ayudar en casa, y yo sacaba muy buenas propinas y el trabajo (domingos y festivos inluidos) de mis tatarabuelos, bisabuelos, abuelos y padres. La gentuza neoliberal no regala nada. Se lo hemos ido arrancando y se lo volveremos a arrancar, cueste lo quecueste, ellos lo saben, por eso nuestros sueños fueron, son y serán sus pesadillas…

 

 

 

 

Manuel de la Fuente (Madrid, 1959) es periodista, ha ejercido toda su carrera en ABC, siempre vinculado al mundo de la cultura en todas sus formas. Ha publicado el libro de poesía Servicios informativos (que en 1995 obtuvo el premio Gerardo Diego, concedido por la Diputación Provincial de Soria), recientemente reeditado por la editorial Vitrubio. Hace el número 500 de la colección Baños del Carmen.

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