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Compraron el seguro de un mundo en llamas. Una guía para ver ‘The big short’

 

Introducción

 

 

 

La primera vez que vi The big short (2015) me quedé con la impresión de que no estaba mal, de que tenía el mérito da tratar con éxito un tema bastante difícil de sacarlo a flote –el enriquecimiento a base de compra de permutas de los créditos hipotecarios–, pero tampoco justificaba dedicarle mucho más tiempo. Pensé que lograr que el espectador llegase hasta el final en una historia que cada minuto decía “CDO” (Obligación de deuda garantizada) bien podía merecer un premio Oscar al mejor guion adaptado –incluso venciendo a la inteligente Inside Out (2015)–, pero no mucha más atención de mi parte, sobre todo tomando en cuenta el tipo de historias que me gustan, siempre aparentemente más pequeñas, más íntimas, más sencillas. Sin embargo cedí a la insistencia de Robert Gahl, profesor de Narrative ethics, y me sumergí en el estudio de un relato con cinco o seis personajes, ritmo agitado que mezcla la ironía tipo Saturday Night Live con explicaciones financieras hechas por celebridades, todos ellos visionarios de una caída que afectaría a todo el mundo.

 

Su clave de lectura –la del profesor Gahl– estaba casi al final, cuando un personaje, sumido en una doble crisis, les dice a sus asesores financieros que, ahora que ha apostado millones de dólares en contra del mercado inmobiliario, debe buscar la redención moral. Ese es, en efecto, un punto de quiebre para este personaje: un momento que abre la resolución de sus conflictos, que se remontaban al terreno familiar. Y algo parecido sucede con un par de personajes más. Es decir: la película no es una colección de pseudónimos con el objetivo de explicarnos la crisis. La atención valió la pena. Ahora puedo ver The big short con bastante mayor interés. La presente guía –corta– para ver la película busca que el espectador pueda sumergirse en la historia sin tener que dedicar más atención de la necesaria a todos los movimientos financieros y a comprender términos que nos son ajenos al común de los mortales. Busca que, desde el principio, uno pueda fijarse en los aspectos de los personajes que están más allá de sus reuniones de trabajo.

 

En una de las críticas más valoradas por los usuarios de FilmAffinity a The big short, Óscar Fernández repasa los enfoques que desde el cine ya se han dado a la crisis del 2008. Revisa desde el documental Inside Job (2010) hasta la gran Margin Call (2013), de J. C. Chandor, pasando por The Company men (2010), Marx Reloaded (2011), Too big to fail (2011), Arbitrage (2012) y Le Capital (2012). En estas se ha hablado de las posibles causas de la crisis, de la ética profesional de los magnates financieros, del rol del Departamento de Tesoro de los Estados Unidos e incluso se han hecho lecturas ideológicas. Óscar Fernández titula su texto El gran acierto –que, dicho sea de paso, busca hacer juego con el título La gran apuesta con el cual la película se estrenó en castellano– ya que la perspectiva de The big short es clara e interesante: la de aquellos pocos que predijeron la caída y, no pudiendo hacer mucho por evitarlo, decidieron aprovecharla. Como uno de los personajes explica: la perspectiva de aquellos que compraron el seguro de una casa que estaba en llamas.

 

El fotograma del encabezado de este artículo aparece casi al final de la película. Muestra a Jared Vennett, uno de estos banqueros que apostó en contra de la propia banca, cuando, al recibir su cheque de 47 millones de dólares, nos repite que nunca prometió un relato con héroes. Porque The big short, clasificada en términos clásicos, es una tragedia de principio a fin, aunque Adam McKay, su director, la logre revestir de un vertiginoso thriller con destellos de humor. Desde un principio sabemos que no hay nada que nos pueda salvar, que todo se hundió. La cinta tan solo nos va a presentar unos cuantos relatos de los “bichos raros” –en palabras de mismo Vennett– que lograron profetizarlo pero no podían hacer más que apostar por un caballo que ningún analista veía: todos se estaban cubriendo los ojos con billetes de préstamos falsos. 


 

Los personajes

           

La película, escrita por el mismo Adam McKay junto a Charles Randolph, está basada en el best-seller de Michael Lewis, periodista y ex-empleado de Salomon Brothers, que lleva el mismo título que el filme. Casi todos los personajes son pseudónimos de quienes existen en la realidad, como lo desentraña Alex Von Tunzelmann en su artículo en el diario británico The Guardian titulado ‘How historically accurate is The Big Short?’. Allí se habla, por ejemplo, de Steve Eisman, Greg Lippmann o Ben Hockett. En el caso del filme, se sigue a cuatro personajes principales –o grupo de personajes– que es bueno ubicarlos desde el principio. La rutina de todos es: i) comprender que va a explotar una burbuja inmobiliaria; y ii) buscar dinero para poder invertir en esa caída.

 

 

1. Michael Burry (Christian Bale) es quien, revisando una a una las hipotecas que componen los bonos que negocian los bancos, se da cuenta, dos años antes, de que en el 2007 el mercado inmobiliario va a fallar. Se trata de un genio para el análisis financiero, con dificultades para la socialización, que camina descalzo por su oficina escuchando rock pesado. Tiene a su cargo un fondo de inversión en Scion Capital sobre el cual goza de amplia libertad de movimiento, tanto así que, en un determinado momento, llega a bloquear la capacidad de sus inversores para retirar capital. Los demás personajes de la película llegan a saber que existirá una crisis solo porque indirectamente tienen acceso a las predicciones de Burry. Está casado y tiene hijos. Empieza a comprar permutaciones de crédito a los bonos hipotecarios –“apuestas” que se explicarán más tarde– que a todos los bancos les parecen una locura. Sus inversores deben pagar cuantiosas primas hasta que suceda algo que nuca ha pasado: que explote una burbuja inmobiliaria.

 

2. Jared Vennett (Ryan Gosling) es quien, con cierta dosis de cinismo, narra toda la historia. Es un financiero del Deutsche Bank que descubre el cálculo de Michael Burry al ver a sus colegas festejar en un bar las ventas millonarias que acaban de realizar en permutaciones. Investiga el tema y decide también tratar de hacer el mismo negocio de Burry, a pesar de estar apostando a la quiebra del mismo sector para el que trabaja. No tiene familia ni conocidos en la película: su móvil es ganar dinero. Trata de buscar fondos para este movimiento financiero pero, inicialmente, ningún banco quiere invertir en su iniciativa.

 

3. Mark Baum (Steve Carell) maneja también un fondo de inversiones en Wall Street que depende del banco de inversiones Morgan Stanley. Es judío, de pequeño buscaba incoherencias en la Biblia, y desde hace años cree que el sistema está totalmente corrupto. Maneja un equipo de tres analistas que lo acompañan. Está casado, tiene dos hijos, y recientemente se suicidó su hermano. Está asistiendo a unas terapias grupales de ayuda psicológica en las que no parece tener mucho interés. Uno de sus asesores recibe equivocadamente una llamada por la cual llega a conocer los intentos de Vennett por conseguir fondos. Investigan el tema y deciden contactarlo.

 

 

4. Un par de socios jóvenes, Jamie y Charlie (Finn Wittrock y John Magaro), tienen una firma de garaje para realizar inversiones de poco riesgo. Después de una cita en la que son rechazados por J. P. Morgan para hacer negocios, encuentran, en la sala de espera, la carpeta de Vennett. (En la misma película, durante una de las varias “rupturas de la cuarta pared”, el mismo Jamie confiesa que no sucedió exactamente así en la realidad). En este documento se explica el hallazgo que había hecho Burry sobre la futura falla del mercado inmobiliario. Sin embargo no tienen el suficiente prestigio para sentarse a negociar con ninguna institución grande, para lo cual llaman a Ben Rickert (Brad Pitt), de quien eran amigos. Ben es un veterano en Wall Street que ya está retirado pero estudia el caso y decide ayudarlos.

 


 

La trama y su estructura

 

The big short es una película compleja. No es un documental ni una explicación financiera de la crisis del 2008 empaquetada en un relato. Sin embargo, para poder acceder a un segundo nivel de lectura en la historia, aquel que se hace cargo de los anhelos y

 

móviles de los personajes, de las crisis o fortalecimientos en sus convicciones, necesitamos comprender antes ese primer nivel, el de los hechos. Y aquí los hechos son particularmente difíciles. El visionado que más se disfruta de la película es aquel en el cual se puede hacer pausa en cada concepto financiero inentendible e inmediatamente invertir tiempo para buscar una explicación en bibliografía especializada o en internet.

 

 

 

En este fotograma (00:13) vemos en pantalla a Michael Burry convenciendo a su jefe que vale la pena apostar en contra de los préstamos hipotecarios. La línea, sin embargo, pertenece a Jared Vennet. Este, haciendo las veces de narrador, explica con voz en off al espectador que, si no entiende lo que es un “valor respaldado por una hipoteca” o un “préstamo sub-prime”, si se siente estúpido o aburrido al escuchar esos términos, es porque así lo ha planeado Wall Street para que nadie se meta en sus cosas. Por esto, aunque la película tiene una estructura clásica en tres partes –incluso divididas por potentes epígrafes que funcionan como clave de lectura– la primera parte dura más de lo normal, ya que tiene que introducirnos en un mundo no tan familiar.

 

 

Parte 1

 

Epígrafe: “No es aquello que no sabes lo que te mete en problemas. Es lo que sabes con seguridad, lo que lo hace”. Mark Twain. (0:01).

 

 

 

En la primera parte, junto a sendas introducciones de cada personaje, se cuenta cómo descubre Michael Burry los fallos en las hipotecas, así como la manera en la cual los demás personajes llegan hasta sus cálculos financieros. Jared Vennett, por ejemplo, como se dijo antes, lo escucha en un bar mientras sus colegas festejan sus buenos resultados financieros. Mark Baum, por su parte, contacta a Vennett después de haber recibido una llamada telefónica equivocada. Jaime y Charlie, finalmente, junto a Ben Rickert, encuentran la explicación de Vennett –basada en las conclusiones de Michael Burry– en una carpeta olvidada en una sala de espera.

 

Mark Baum y su equipo, antes de invertir, hacen una investigación de campo para averiguar si, en efecto, existe una burbuja en el sector inmobiliario, sector que supuestamente estaba entre los más sólidos financieramente. Se dan cuenta que se están entregando muchísimos préstamos casi sin ninguna garantía, sobre todo a inmigrantes, aprovechándose de su desesperación por comprar una casa. Además visitan varias propiedades abandonadas o arrendadas ilegalmente. “¿Por qué están confesando?”, pregunta Baum, intrigado, a uno de sus asesores, cuando se dan cuenta de la facilidad para acceder al dinero del banco. A lo que aquel responde: “No están confesando, están presumiendo” (00:52). Mark Baum concluye que, efectivamente, tal como lo calcula Michael Burry, existe una burbuja inmobiliaria (00:55).

 

En tres momentos del metraje, The big short inserta creativamente explicaciones financieras valiéndose de celebridades que no son personajes de la película. Las veremos con mayor detenimiento más adelante. En esta primera parte de la película se explica qué es un bono de titulación hipotecaria y qué es una Obligación de Deuda Garantizada (CDO).

 

 

Parte 2

 

Epígrafe: “La verdad es como la poesía. Y la mayor parte de la gente odia la poesía”. Escuchado en un bar de Washington. (1:01).

 

 

 

En la segunda parte, todos los personajes ya han hecho inversiones millonarias basándose en las predicciones de Michael Burry. Las inversiones no solo les afectan a ellos, sino a muchos inversionistas que dependen de sus movimientos. Poco a poco la tasa de impago de hipotecas empieza a subir, pero las medidoras de riesgos para estos préstamos no cambian, y tampoco las cotizaciones de los bonos que Burry, Baum y Rickert han comprado. Pueden haber sucedido dos cosas: o se equivocaron, o el sistema está incluso más corrupto de lo que pensaban, porque estos valores, en medio de una inminente crisis, se están manteniendo artificialmente. “Es posible que esté equivocado pero no sé cómo… Supongo que cuando uno se equivoca nunca se sabe cómo” (1:19), dice Michael Burry, casi para sí mismo, a medianoche en su oficina.

 

Todos los personajes, separadamente, con bastante nerviosismo, viajan al American Securitation Forum para oler qué está pasando. Allí ratifican su confianza en las predicciones de Burry al constatar cómo funcionan las mediciones de riesgos para préstamos hipotecarios y los movimientos de alto riesgo reempaquetados. Se dan cuenta de que es una bomba a la que le queda poco tiempo para estallar.

 

Aquí también se lleva a cabo la tercera explicación financiera insertada en el metraje, esta vez sobre los CDO sintéticos, imprescindibles para comprender cómo el fallo en las hipotecas pudo hacer que se colapsara todo el sistema.

 

 

Parte 3

 

Epígrafe: “Todos, en el fondo de sus corazones, esperan la llegada del fin del mundo”. Haruki Murakami. (1:34).

 

 

 

En la tercera parte viene el declive: se ven los intentos desesperados por la banca de camuflar la inminente caída y las ventas millonarias de los bonos que los personajes de The big short habían comprado. Cada uno, de cierta manera, explícita o implícitamente, realiza su balance ético del asunto. Al final el narrador nos cuenta a qué se dedica cada uno actualmente.

 

En resumen, la trama se la podría exponer así:

 

 

Explicaciones de términos financieros (dentro de la misma película)

 

Bonos de titulación hipotecaria en dos pasos:

 

1.

 

 

 

—(0:01) Voz en off de Jared Vennett: Los bancos era aburridísimos hasta que, en los años setenta, Lewis Ranieri inventa los bonos de titulación hipotecaria. Sucede que miles de hipotecas juntas hacen que aumente el rendimiento de ese dinero pero conservando el riesgo pequeño. Las ganancias exorbitantes hicieron que los banqueros pasen del club campestre al club de striptease. La vieja y aburrida banca se convierte en la industria número uno. 

 

2.

 

 

 

—(0:13) Margot Robie, actriz, en la bañera: Estos bonos hipotecarios se quedaron sin hipotecas para poner dentro porque los hogares con dinero son limitados. Así que, para mantener las ganancias, los llenaron con hipotecas más y más riesgosas llamadas sub-prime. Esto es lo que descubrió Michael Burry.

CDO u Obligaciones de deuda garantizada en dos pasos:

 

1.

 

 

 

—(0:30) Jared Vennett a Mark Baum y su equipo: Hay muchos bonos AAA que son bonos BBB reempaquetados. Si el impago sube a 8% muchos BBB irán a cero. Comprar un seguro para ese bono, en el caso que explote, puede dar una ganancia de 20 a 1. Nadie se da cuenta de esto por ganar obscenidades vendiendo bonos. El sistema americano de vivienda es como una torre de Jenga que va a caer.

 

2.

 

 

—(0:34) Anthony Bourdain, chef y escritor, con sopa de pescado: en su negocio, el pescado que no vende –que serían las hipotecas con alto riesgo– de ninguna manera lo tira a la basura, sino que lo convierte en sopa de pescado. Esto es algo totalmente nuevo, ya no es basura. Y, al tener la fama de ser de su restaurante, puede venderlo caro otra vez.

 

 

Explicación de CDO sintético en dos pasos:

 

1.

 

 

 

—(1:22) Manager de CDO de Harding Advisors a Mark Baum: Explica cómo trabajan los bancos. Aunque él representa a los accionistas, en realidad vela por las operaciones del banco: escoge los bonos que van a las CDO y los monitorea. No corre riesgos personales con respecto a una probable falta de pago. Habla de CDO al cuadrado y de CDO sintéticos. En 50 millones que mueve el bono hipotecario, pueden estar en juego un billón en permutas hipotecarias o apuestas que dependen del primero.

 

2.

 

 

 

—(1:26) Dr. Richard Thaler, famoso economista, y Selena Gomez, cantante, con apuestas a una jugada de Black Jack: Selena tiene un 18, más del 80% de probabilidades de ganar. La gente empieza a hacer apuestas, y apuestas sobre las apuestas. Cada una de estas es una CDO sintética. Una inversión de 10 millones de transforma en billones de dólares. Llegados a este punto, la voz narradora de Jared Vennet resume: Si los bonos hipotecarios que Michael Burry descubrió fueran una cerilla y los CDO fueran trapos empapados en gasolina, los CDO sintéticos eran la bomba atómica. Ese momento –sigue diciendo Vennet– se dio cuenta Mark Baum de que toda la economía del mundo se podía colapsar.

 

 

Detrás de los cálculos: “¿A dónde vas?”

 

En el texto sobre The big short que publica Peter Travers, el principal crítico de la revista Rolling Stone, al momento de repasar la historia personaje por personaje, dice lo siguiente: “Baum is the only character in the film with a working conscience”. La afirmación no deja de ser interesante cuando, a primera vista, Mark Baum es el tipo más inestable psicológicamente de los que tenemos en pantalla: lo vemos permanentemente nervioso, pelea con la gente que se le atraviesa en la calle, siempre ha creído que todo el sistema está podrido, acude a un grupo de terapia psicológica desde el suicidio de su hermano e interviene imprudentemente en conferencias en las que debía pasar inadvertido. Es muy valiosa, en este sentido, la excelente interpretación de Steve Carell.

 

El filósofo norteamericano Alasdair McIntyre llama “crisis epistemológica” al momento en el que una persona tiene que reformular el marco narrativo a través del cual comprende la realidad. Este esquema es el que nos orienta al valorar qué aceptamos por evidencia, nos ayuda a establecer ciertas coordenadas que permiten compartir una cultura y –siempre según McIntyre– la constante construcción y reconstrucción de este marco es el camino hacia el progreso intelectual. Estas crisis epistemológicas pueden darse, por ejemplo, por contrastar nuestro marco narrativo con otros contrarios, o por circunstancias inesperadas de la vida que lo ponen en duda. Mark Baum, por lo que nos cuenta The big short, al menos se enfrenta a dos: al suicidio de su hermano y a la constatación de que la corrupción en la banca es mucho mayor de lo que pensaba.

 

De lo primero –el suicidio de su hermano– somos conscientes muy temprano cuando, por teléfono, su esposa le dice que tiene que procurar dar salida a los sentimientos que generó aquel golpe emocional. De lo segundo –el mercado financiero está peor de lo que él, siendo ya pesimista, pensaba– el mismo Mark no era consciente hasta que el manager de CDO de Harding Advisors le explica las CDO sintéticas y su manera de funcionar. Inmediatamente después, Mark Baum, desconcertado, compra todo lo que ese manager vende: medio billón más en permutas. Es decir, apuesta medio billón más a la burbuja inmobiliaria. Sale del restaurante agitado. Cuando uno de sus asesores le pregunta a dónde va, Mark responde (1:28):

 

 

 

Inmediatamente después viene una conversación con su esposa que probablemente sea la escena más importante de la película, desde el punto de vista de la construcción interna del personaje. Aquí se unen el mundo del dinero, de los negocios, con su mundo familiar, con su papel como hermano. Ya que se nos presenta tan solo unos fragmentos, se entiende que la conversación es más larga y seguramente contiene ciertas discontinuidades:

 

Cynthia: ¿Por qué estás tan sorprendido?
Mark: Está más retorcido de lo que podría haber imaginado.
C: Te encanta ser el tipo virtuoso.
M: Soy un banquero, soy parte de esto.
C: Siempre lo has sido, Mark.
M: Me ha cambiado. Me ha cambiado en una persona que no es capaz de alcanzar a otra persona. Él sufría, mi hermano verdaderamente sufría.
C: No hay una perfecta manera de ayudar.
M: Suena aterrador, así que deja de intentar arreglar el mundo.
C: Él me dijo…
M: No eres un santo, los santos no viven en Park Avenue.
C: …que estaba teniendo malos pensamientos. Mi primera respuesta fue ofrecerle dinero. Le ofrecí maldito dinero. Su cara estaba tan golpeada.

 

Este diálogo funciona como punto de convergencia entre las dos “crisis epistemológicas” en las cuales Mark Baum estaba inmerso ese momento. Las lágrimas que derrama junto a su esposa –las únicas de la película– son una muestra de esa necesidad de revisión del marco narrativo a través del que veía la realidad. Un marco que se podía resumir en un comentario del mismo Mark (00:36) cuando Jared Vennett le expusó por primera vez la posibilidad de apostar en contra del mercado financiero inmobiliario: propio interés. Uno de sus asesores le pregunta por la razón de confiar en alguien que representa lo que siempre han desconfiado:

 

 

 

Pero regresando a la escena en la cual Mark Baum dice que va a buscar la redención moral, vale la pena fijarse en la pregunta a la que aquello responde: “¿A dónde vas?”. Es interesante porque esa pregunta, literalmente igual, aparece en otro momento: cinco minutos antes, cuando Ben, también después de apostar en contra del mercado inmobiliario –incluso en contra de préstamos de bajo riesgo– recrimina a Jamie y Charlie por festejar una crisis que va a paga la gente corriente. Les informa de que acaban de apostar en contra de la economía de Estados Unidos, lo que significa que, si tienen razón, la gente perderá sus casas, perderá sus trabajos, perderá sus pensiones de retiro. Y que cada número que suba el desempleo 40 mil personas mueren.

 

 

 

No deja de tener gracia que estas palabras salgan de Brad Pitt quien, al mismo tiempo que actúa como viejo lobo arrepentido de Wall Street es uno de los productores de la película.

 

Si le aplicamos la misma pregunta –¿a dónde vas?– a Michael Burry, el gran profeta de la crisis, podríamos encontrar su respuesta en un mensaje (1:56) que envía a los inversores que dependen de él para informarles que cierra el fondo. Aparte de revisar algunos eventos de su vida, Burry señala: “Ganar dinero no es como pensé que sería. Este negocio mata una parte esencial en tu vida: la parte que no tiene que ver con los negocios. En los dos últimos años he sentido que mis entrañas se están comiendo a sí mismas. Todas las personas que respetaba no me hablan más, excepto a través de sus abogados”. Aunque el tema de sus relaciones familiares nunca se ha desarrollado mucho, es imposible que no regrese a la mente una corta escena (0:23) en la cual le llega un mensaje de texto que dice: “We miss you”. Burry cierra el mensaje y se queda mirando unos breves momentos el fondo de pantalla en el cual están su esposa y su hijo. 

 

 

 

Peter Travers, el crítico de la revista Rolling Stone citado al principio, tiene razón en notar que Mark Baum es el personaje más complejo –y completo– psicológicamente, ya que es en quien vemos más detenidamente los cambios que generan en su interior los eventos que le rodean. Sin embargo, aunque sea al final de la película, podemos ver que lo mismo sucede con Michael Burry y con Ben Rickert. Mucho más cuando, en las letras finales, nos dicen que uno de ellos está dedicado solo a invertir en iniciativas que tengan que ver con el agua, mientras el otro vive con su familia cuidando un huerto lleno de semillas.

 

 

 

 

Andrés Cárdenas Matute (Quito, 1989) estudió periodismo en Ecuador y Chile. Ha colaborado en varios periódicos y revistas de América Latina como El Comercio, El Telégrafo, La República, Revista Mundo Diners o El Malpensante. Cursa estudios de doctorado en filosofía en Roma. En FronteraD ha publicado La incapacidad (nuestra y de los medios) para el diálogo. Miley Cyrus contra Gadamer y Noelle-NeumannEdward Hopper, el primer párrafo de un relato. Se habla demasiado del silencio.

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