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Mientras tantoDe mi diario : Semana 23 / 2018

De mi diario : Semana 23 / 2018


 

Weiß/Colonia, 3.6.

3:33 pm : Es la tercera vez que intento hacer pasar mi Doble Envío por las horcas caudinas de Gmail.com. Y es la tercera vez, desde la medianoche, que Gmail.com me devuelve la remesa en su totalidad. Finito, pues. No tiene sentido insultar a Gmail.com, que es un ente jurídico, ni conozco a ninguno de sus ingenieros, para mentarle la madre, de manera que me quedo piola, y lo único que me parece positivo es que ninguno de mis lectores, salvo Ibsen, se me ha quejado de que no le llegó mi Doble Envío. Probablemente estarán, a) hartos de mis exabruptos cuando me han escrito veces anteriores para reclamármelo; o bien b) han aprendido ¡por fin! qué es lo que tienen que hacer en estos casos. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.

 

Toda la tarde dedicada a mi artículo para Nexos acerca del libro de Jesús Castañón, Hinchas del idioma. Lo quiero enviar a la redacción a más tardar el martes, para que así tengan diez días por delante para poder programarlo en su página web el 14, cuando comience el Mundial de Rusia.

 

Weiß/Colonia, 4.6.

Trabajando todo el día ordenando el material para un libro que planeamos sacar en Fronterad, con mis semblanzas de gente que he conocido, o a quienes les he dedicado artículos especiales: Lutero, Darwin, Mata Hari, Freud, Hedwig Courts–Mahler, Beuys, y también algunos textos como los de mis dos viajes a Dublín, al Bloomsday del 79 (que seguramente sólo lo festejamos Willy y yo) y el del 2004, donde nos perdimos entre muchedumbres de turistas bloomsdayanos. Puede quedar un lindo libro, y además con él me sacaría de encima a todos los amigos que me reclaman que cuándo pienso escribir mis memorias. Pergeño luego, para no perder la mano, un artículo para La Jornada Semanal. Un conjunto de casi 40 miniaturas históricas, algo así como instantáneas que no alcanzan a ser, como en el libro de Stefan Zweig, momentos estelares de la Humanidad, pero la iluminan mucho. Casi a giorno. Una de ellas que me encanta es cuando la emperatriz Eugenia le preguntó a Ventura de la Vega si también él habría tenido “relaciones” con cierta dama, y él contestó muy digno y caballeroso: «Señora, por no singularizarme».

 

Weiß/Colonia, 5.6.

0:20 am : Las brujas de Salem, con Simone Signoret e Yves Montand, en la versión de Sartre. La obra es tan buena que ni siquiera Sartre la pudo sabotear. Por cierto que la ficha de la peli en www.imdb no registra su estreno en España, y lo cierto es que se estrenó en París el 26.4.1957, y en Lisboa menos de un año después, el 22.1.1958. Tan distintas eran las dictaduras de Franco y Salazar. Lo confieso sin rubor: pensando en Franco, Salazar me caía simpático. Por más que fuese justamente su dictadura la que originó amnistia international. Nobody is perfect!

 

En La Modicana, y teniendo en cuenta las temperaturas que sufrimos me decido de nuevo por el carpaccio de carne de res con trufas y parmesano rallado; Carlitos encarga lo mismo, pero con guarnición vegetal. Es un Gargantúa en edición renana.

 

Mientras esperábamos la comida, Carlitos quiso saber qué pensaba yo acerca de la salida de tono de uno de esos payasos de la extrema derecha, un tal Gauland, quien dijo el pasado fin de semana que «Hitler y los nazis sólo fueron una cagada de pájaro» en una exitosa historia de más de mil años como lo es la historia alemana. Ni Carlitos ni yo podemos hacernos a la idea, pese a que la realidad documente lo contrario, de que haya todavía gente en Alemania que piense como semejantes imbéciles, peligrosos imbéciles. Pero al regresar a casa ya hechas las compras en Aldi, cuando bajo del auto con las bolsas le digo a Carlitos que tiene a Hitler y los nazis en el techo de su auto. Y ante su mirada extrañada le explico: «Una cagada de pájaro».

 

Manu se me quejó de que han vuelto a cambiar las normas de acceso a Fronterad para dejar comentarios y no pudo dejar el suyo a mi última entrega. De modo y manera que sin decir oxte mi moxte copié su comentario (que me lo había pasado) y lo pegué al pie de mi diario. Ella me escribe dándome las gracias y preguntándome que cómo lo hice, a lo cual le respondo la verdad monda y lironda: «Bueno, sospecho que tengo acceso directo por ser el autor del blog. Más no me preguntes porque de cibernética, física, química, astronomía, biología, frenología, álgebra, numismática, fisiología, otorrinolaringología, dietética, energía eólica, heráldica, cosmogonía, meteorología, botánica, zoología, entomología, geología, arqueología, talasoterapia, y del arte moderno, así como del arte de capar curas, no tengo ni la más remota idea».

 

Weiß/Colonia, 6.6.

2:05 am : Spooks. Por razones que no alcanzo a entender, debo haberme dormido viendo la peli, lo que no habla precisamente bien de ella, máxime teniendo en cuenta que en ella actúa uno de mis grandes amores, Jennifer Ehle. Pero parece que ni Jennifer pudo salvarla. En España la han presentado con el título Jaque al MI5, y en realidad, de lo que recuerdo, responde a los mismos planteamientos de los 86 episodios de la serie, que es serie de culto, y con razón. Pero en esos 86 episodios está todo mucho más concentrado, quizás ese sea el fallo de la peli.

 

Cuando a uno le gusta[ba] el fútbol, era imposible no amar a Di Stéfano ¡¡¡aunque jugase en el Real Madrid!!! ¡Eso sí que era ser un Grande de España! «La Saeta Rubia» era algo así como decir «el Duque de Alba del fútbol». La aristocracia. Proletarios como el tal Metadona serán grandes para quienes nunca aspiraron a algo más grande que simplemente jugar al fútbol. Y el fútbol es algo más que saber jugar, es también saber perder (Metadona no supo, no encaja en sus esquemas mentales), pero sobre todo es saber estar, lo que Metadona nunca. A Di Stéfano siempre lo he colocado por delante de Pelé, Cruijff, Beckenbauer, Tostão, Garrincha, Puszkas De los verdaderamente grandes. Y es que él no era grande, sino un Grande.

 

Envié a varios amigos como anticipo la entrada de ayer sobre las cagadas de pájaro, y recibo un email de José María, desde Arboletes, donde me comenta: «»Menos mal las vacas no vuelan», me dije alguna vez que, justo pasando bajo unos cables de energía, una tórtola me «bendijo» con un coprológico obsequio sobre mi límpida testa». Le contesto que yo,  «lo más memorable que recuerdo acerca de cagadas de pájaro es el día, allá por 1956, 57, 58, en los Jardines del Muelle, en el puerto de Huelva, que estábamos reunidos unos cuantos amigos y, muy andaluces, contando chistes verdes y anticlericales. Y uno de nosotros, que para más inri se apellidaba Monjas, empezó a contar un chiste acerca del Espíritu Santo, y a la mitad de su cuento pasó volando por allí una paloma y le dejó caer la cagada en el centro de la mera testa. ¡No puedes ni de lejos imaginarte el jolgorio que se armó, ni cómo buscamos a la paloma de marras, conscientes de que el Espíritu Santo, en esos momentos, se encontraba en Huelva!»

 

Regreso a la Sala Torquemada del centro de fisioterapia. Bajo un sol de justicia. Sudo como un bejino (así decía mi abuela Remedios y nunca pude localizar esa tribu en las enciclopedias que consulté). Durante la sesión hubo un momento en que tuve un amago de mareo. Finalmente le pedí a mi monitor, el vietnamita, que me dejase ir sin hacer el último de los ejercicios de la tabla. Este calor me mata, es decir, me hace daño, físicamente, mi cuerpo carece de defensas térmicas contra él, la puta que lo remilparió (al calor, no a mi cuerpo, aunque también). En días como este es cuando mejor entiendo lo que contesta Meursault, en L’Étranger, de Camus, al preguntarle por qué mató al árabe. Meursault simplemente responde: «Hacía mucho calor».

 

Weiß/Colonia, 7.6.

Al cabo de ± 25 años me escribe Zoé Valdés. Nos conocimos en octubre 1986, en aquel magno recital poético donde con ella leyeron sus poesías Antonio Cisneros, Pedro Shimose, Álvaro Mutis y el mago Gonzalo Rojas. Luego ella regresó a Cuba, pero cuando se exilió a París, nos encontramos allá un par de veces en el apartamento chiquetisísimo, casi como una casita de muñecas, donde conocimos a Luna, su hija recién nacida y que ahora tiene ya 25 años. Después, y en realidad no sé por qué razón, dejamos de contactarnos, así es que me alegro de este email suyo, en el cual incluye un enlace con su blog, justamente ilustrado con la grabación del recital y una ½ docena larga de fotos, entre ellas una de Zoé con Gonzalo y con Nono Carrrillo, mi entrañable Nono (tengo que llamar pasado mañana a Cheme).

 

En El árbol invertido, una revista cultural cubana independiente, maquetada por Arzola, han reproducido mi artículo de Nexos sobre Severo. Y para mi desagradable sorpresa encuentro a su pie este comentario: «Muy divertido, como siempre, Ricardo Bada. Soy lector suyo en el Espectador». Sulfurado, bufando azufre, le contesto: «¿Divertido? La última cosa que se me hubiese ocurrido es que mi dolorosa remembranza de un amigo muerto tan joven fuese a ser objeto de diversión de ningún lector. Para que me lean así, casi sería mejor dejar de escribir».

 

Weiß/Colonia, 8.6.

2:00 am : Acaban de pasar en el canal Arte Shepherds and Butchers [titulada En el corredor de la muerte en alemán; despluralizada, y por lo tanto desvirtuada en español como Guardián y verdugo]. Es, de lejos, el más crudo alegato que he visto nunca en contra de la pena de muerte. El valor estético de la peli como tal me importa un carajo, aunque creo que está bien rodada y con unas actuaciones de gran rigor. Especialmente Steve Coogan, a quien un crítico del pasquín de Prisa le atribuía la sinvergonzonería de estarse riendo por dentro del papel que interpretaba: cosa que habla mucho acerca del sistema de valores internos de un crítico criado en ese medio.

 

Comenzó a llover a las 10:15 am, torrencialmente y seguía lloviendo cuando salí a las 11:30 para tomar el bus e ir a una nueva sesión en la Sala Torquemada. De modo que entre la lluvia, a pesar del paraguas, y mi predisposición genética a sudar cada vez que tengo que abandonar mis cuatro paredes, llegué al centro de fisioterapia empapado de arriba abajo. Esta vez hago completa la tabla de ejercicios y mientras la hago considero el desempeño de algunos de mis compañeros de galeras: sobre todo aquellos a quienes les imponen hacer tareas cuyo sentido no acierto de desentrañar. Pero soy un lego en la materia, y eso a pesar de que los monitores, entretanto, al menos al hablar conmigo, ya han adoptado el nombre de “la crucifixión” con el que bauticé una de las posturas que debo llevar a cabo como ejercicio de distensión muscular.

 

Weiß/Colonia, 9.6.

Leyendo el diario durante el desayuno, al llegar al cuadernillo con las esquelas fúnebres, que hoy es de seis páginas tamaño tabloide (el del propio diario), detecto la presencia de tres epígrafes en inglés de, respectivamante, Paul Stewart, Queen y Freddie Mercury. Además del ya habitual repertorio de Eichendorff, Stefan Zweig, Bonhoeffer, Thoreau, Rilke, Erich Fried, alguna cita evangélica o bíblica (¡esta vez ni una sola del insufrible Principito!) Y la última  no es fúnebre sino de felicitación a un tal Horst, con motivo de su 80.º aniversario. Un día antes de mi 79.º, reflexiono sobre quienes envían la felicitación a Horst [esposa, hijo, nuera, nieto y bisnieto] y me digo que sí, que uno de los riesgos de la viejez, como la llama Diny, es que de pronto te felicita un bisnieto. Mi madre, cuando murió tenía ya cinco, si he echado bien las cuentas, y mi suegra, que murió en vísperas de cumplir los cien años, tenía ya una docena larga de ellos. En el caso de este Horst de hoy, y considerando la cadena de sucesión (hijo, nieto, bisnieto), su mejor regalo de cumpleaños, seguro, será saber que su apellido se perpetúa.

 

Llamo a la Cheme a Torrenueva. Es el primer 9 de junio que no lo llamo a Nono, que se nos fue y los pájaros siguieron cantando. Pero no quiero perder la costumbre de llamar a Torrenueva y pegar la hebra con ese acento andaluz, granaíno, de la Cheme, ella tan entrañable amiga como Nono. Me dice que entre sus papeles ha descubierto una caricatura suya de Saramago dedicada a mí, y que también ella pensaba llamarme mañana para, además de felicitarme, preguntarme si ya tengo un ejemplar de ese trabajo de Nono. Le digo que no y toma nota para mandármelo por correo. ¡Ay Nono, eres como el Cid, me ganas la batalla hasta después de muerto!

 

El correo quelonio me sorprende hoy con la llegada de dos libros. Desde Londres, y a tiempo de ser regalo de cumpleaños, Susanita me manda Fuegia, la novela de Eduardo Belgrano Rawson donde se narra el destino de la fueguina que fue llevada a Londres y luego devuelta a Tierra del Fuego con la expedición en que iba Darwin. El segundo libro me llega desde Madrid y es una verdadera joya. Me lo manda Carmen. Carmen es la representante legal de la comunidad de herederos de JRJ y Zenobia, y no hay año en que no me sorprenda con regalos como este. Una edición preciosa de aforismos e ideas líricas de JRJ, publicada en Sevilla por La isla de Siltolá, con una portada en donde se ve a Platero con las alas de Pegaso y la pata trasera izquierda levantada apuntando a una letra “j”. Dentro del libro, la primera página después del prólogo va enriquecida por la marca de agua “Familia de Zenobia y Juan Ramón” orlada por la perenne ramita de perejil, y hay además un encarte tamaño postal, como señal de lectura, con un poema de JR compuesto en la imprenta y corregido a mano por él: donde decía “coger” corrigió “cojer” y donde decía “Dios” corrigió “dios”. Al reverso unas letras manuscritas de Carmen, cuya letra recuerda un poco de la su tío abuelo. Espigo al azar este aforismo, que viene mucho al caso en un diario como el mío: «El olvido no pierde nada, todo lo atesora, y si merecemos la memoria, ella nos dará la llave del olvido». ¡Qué fiesta de lectura la que me espera! Pero antes, claro, les escribo a mis dos hadas madrinas del cumpleaños, Susana y Carmen, y les agradezco con tutto il cuore por estos dos regalos. «España y yo somos así, señoras», como no dice Don Diego de Acuña al final de la segunda jornada de En Flandes se ha puesto el sol.

 

Me preparé la cena: Diny se encuentra hoy por segundo día consecutivo en lo de Montse, porque Montse y Frank han viajado al Este, a una boda o un cumpleaños redondo, no recuerdo bien a qué, y no podían dejar a Henri solo con Oskar. Y tras la cena, antes de ponerme a repasar las entradas de la semana para subirlas a Fronterad, me regalé dos episodios de la saga de Candice Renoir y The 40 Year Old Virgin [Virgen a los 40], que ya conocía pero quise ver de nuevo por dos motivos: confirmarme en lo buen actor, y lo versátil, que es Steve Carell, y reafirmarme por otro lado en que la sociedad USAmericana padece de histeria. The fake president, payaso de lo más peligroso, no es sino la proyección sublimada de dicha histeria

 

***************THE END***************

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