Weiß/Colonia, 22.7.
Como siempre al levantarme de la cama, bebo un vaso de agua y, aún adormilado, me siento ante la pantalla y abro la estafeta para ver el correo llegado durante la noche. Esta mañana, no hace ni ¼ de hora, me despierto de golpe y porrazo con un texto que me dedica Arcángeles en su blog. Es como una ducha de agua fría bienhechora en esta canícula maldita. Hace ese efecto de despertarme sin decir agua va. Y me llena de orgullo, de un legítimo orgullo indecible, porque sé que esas palabras han sido escritas de todo corazón pero también con la cabeza.
Almuerzo en La Modicana, con Diny, Rebeca y Chico. Entretanto hay noticias de Cerdeña, con foto: Montse & Co. llegaron a la patria chica de mi bienamada Grazia Deledda. Por su parte, Chico partirá de vacaciones el sábado, a Lège–Cap–Ferret, en la costa de Aquitania, cerca de Burdeos. Después del almuerzo vamos despacito a la parada del bus, tenemos 20’ de espera, sí, pero la parada está justo enfrente de una de las casas que más me gustan de por estos pagos. Me encanta el tejado de dos aguas, de pizarra oscura, con las tres ventanitas sobresalientes de la buhardilla, la claraboya más arriba y la chimenea coronando el parteaguas. Y luego las cuatro ventanas del piso superior y las tres del parterre, todas con sus contraventanas azules de madera y sus jardineras desbordadas de geranios. Y el perro de piedra atado a una cadena al lado de la puerta de tres cuerpos y el llamador en forma de puño agarrando una bola, igualito igualito al de la casa de mis padres en Huelva. Y la vieja lápida sepulcral incrustada a la derecha de la puerta. ¡Pena de la insania municipal profanando el conjunto con un necio poste del alumbrado! A esta casa le hicieron una vez un reportaje en el diario, y pude ver que dentro de ella hay una escalera de caracol que me fascinó porque era exactamente el mismo modelo de la que en mi casa de Huelva subía del patio a la azotea. Y mientras admiro la casa, que me sé de memoria, esa misma memoria me lleva a Grazia Deledda y me digo una vez más que cuando Rulfo me confesaba en Berlín, 1982, que una de sus grandes influencias fue el suizo Ramuz, perdí la ocasión de preguntarle si también había leído a la Deledda, cuyo mundo rural cerrado, y sus mujeres fuertes, en la Cerdeña profunda, tanto tienen de Comala.
Buscando materiales para armar los números de The Twitter’s Digest de la próxima semana, me encuentro uno del 3.7., del tuitero bogotano @jaimeprada, donde se lee lo siguiente: «¿Por qué mierda ponen a un tipo que dice “soccer”, en vez de “football”, a pitar un partido de esta envergadura?» Una consulta al calendario del Mundial me dice que el ataque va dirigido contra Mark Geiger, el árbitro gringo de los octavos de final entre Colombia e Inglaterra. Lo que se le podría replicar a @jaimeprada es que, con ese mismo criterio, tampoco la FIFA hubiera podido designar para ese partido (ni para ningún otro) a alguno de los siete árbitros italianos activos en el Mundial y que le dicen “calcio” al “football”, y no sólo eso: se precian de haber sido los inventores del “football”, como castizamente, según parece, lo nombran en Colombia. ¿Ah?
Weiß/Colonia, 23.7.
El diario me confirma el pronóstico meteorológico de Diny, el sábado, anunciando para toda la semana unas temperaturas crecientes, entre 30º y 37º. Yo ya salgo poco de casa, pero lo que es esta semana nada más lo haré mañana, martes, el almuerzo con Carlitos, que esta vez no será en La Modicana (la signora está de vacaciones desde hoy al 12 de agosto), pero contaremos con la presencia de Claudia y también de Julio y su hijo, que andarán mañana por Colonia. El resto de la semana lo pasaré tan ricamente en clausura, entre estas cuatro paredes, leyendo, viendo pelis, oyendo música, ojalá escribiendo alguna que otra cosa. Ojalá. Aunque me hallo en la situación de aquel español de que habla Julio Camba, para quien había años en que no estaba para nada.
Dos grandes pelis seguidas, en el canal Arte, Ipcress y Mon oncle. La primera con un Michael Caine de 32 años dueño de todo el aplomo que se le siente varias décadas después. Como me diría Rolando: «Ah viejo, es que los actores ingleses son otra cosa». Y luego Mi tío, con un Tati que ha sido un regalo del cielo para el mejor cine costumbrista, el que desvela de una manera satírica, suave, nunca agresiva, las máculas de la pobre Humanidad.
Weiß/Colonia, 24.7.
Hoy comemos en el italiano que dejó de serlo, excepto por la carta, a la orilla del río. Voy con Claudia y ya nos están esperando Carlitos y Julio con su hijo, Diego, que viste la chompa del equipo nacional del Perú y es un niño requeteguapísimo; como dirían en la Extremadura de mis abuelos, «salió a la manta de abajo». Hace un calor tan infernal que Claudia y no nos decidimos por el carpaccio con parmesano, nada de platos calientes. Hablamos de miles de cosas. Por supuesto que del Mundial y por supuesto que del repartido de AVAAZ, ayer, reportando todos los compromisos financieros que tiene the fake president en Rusia, desde que era empresario. El pobre idiota es una mosca en la araña de Putin. Hablamos también de vocablos, de cómo peruanos, colombianos y españoles podemos nombrar la misma cosa de la forma más distinta. A Claudia le encanta el lugar donde comemos y toma nota para venir en el futuro, supongo que con Javier. Y a mi Julio querido le está sentando bien Viena. Se lo ve muy bien plantado, hasta bien alimentado, y feliz de estar con su hijo y volar con él dentro de un par de días a Lima. En cambio Carlitos arrastra todavía las consecuencias de su catarro de la semana pasada, casi no interviene en la conversación, y eso es algo más raro que un perro verde que te quiero verde.
Otro tema del que hablamos durante el almuerzo fueron las declaraciones de Mesut Özil en las que acusa de racismo a la Federación Alemana de Fútbol y a su presidente, e insiste en que su foto en Inglaterra con el autócrata Erdogan (que pisotea las libertades en el país de los padres de Özil) no tiene nada que ver con la política, que él es tan sólo un jugador de fútbol. Pero ayer, un columnista del diario de Colonia se enfrentó a esas explicaciones arguyendo que no son sino narcisismo puro, porque pareciera querer excluir una parcela de su vida de la responsabilidad que tiene frente a la sociedad en que vive. Y le recuerda como ejemplo el Mephisto de Klaus Mann, donde el hijo del gran Thomas retrató al gran Gustaf Gründgens, tal vez el mejor actor alemán de todos los tiempos, un consentido de los nazis (en especial de Goering) y que vendía al mundo la imagen de que «Sólo soy un artista». Por mi parte pienso que Özil ha hecho dos veces pipí fuera del tacho: una con su foto con Erdogan, y otra con sus declaraciones de ayer.
Hoy no lee ya nadie las novelas de Giraudoux, mientras que sus obras de teatro siguen teniendo éxito en todo el mundo. Pero yo no puedo olvidar el fulgor de mis ojos al leer Bella, allá por 1960, y alucinar con la frase de que Chile era «esa espada colgada al flanco de Sudamérica». Cuando la vi mucho tiempo después atribuida a Borges supe que Borges también leyó Bella y citó esa frase memorable sin comillas, con lo que todos pensaron que era suya. Años después, en Alemania, leí en alemán Susana y el Pacífico, pues de siempre he sido un apasionado por las robinsoniadas, y me reí jubiloso porque la protagonista ganara su viaje de vuelta al mundo en un concurso patrocinado por el Sydney Daily para quien presentase el mejor aforismo sobre el aburrimiento. Lo ganó Susana (Suzanne, claro), la joven provinciana francesa, con el siguiente: «Cuando un hombre se aburre, excítalo. Cuando una mujer se aburre, ¡detenla!» Esta noche, en vista de la que la tele no ofrece nada interesante y el televisor parece padecer bajo la canícula un catarro que desfigura imágenes y sonidos, decido releer Susana y el Pacífico. Y la verdad es que me estoy divirtiendo harto. Quienes no leen libros como este no saben lo que se pierden. Me encantan pasajes como aquel donde Susana descubre que naufragó en una isla, caminando por la playa hasta completar el perímetro de la misma «a la busca de un vado, de un vado para atravesar el Pacífico». ¡Un vado para atravesar el Pacífico! Chapeau!
Weiß/Colonia, 25.7.
Dos noticias en el diario de hoy. Una: En Colonia metes la pala en el suelo y sale Roma. Esta vez ha sido en el puro centro, en la zona peatonal. Allí se ha encontrado la primera biblioteca romana al norte de los Alpes. Dos: Karim Bellarabi, 11 veces alineado en Die Mannschaft, un atleta de 28 años, se desplomó víctima de un colapso durante un partido jugado ayer en la fase de preparación para la próxima temporada de la Bundesliga. ¡Si eso le pasa a un atleta en plena forma física, qué no hará la canícula con los gordos fondones como yo!
Me escribe Pepe Juan para, entre otras cosas, agradecerme la reseña que hice en Revista de Libros de la novela última de Padura, «pues creo que es acertadísima, y lo digo como lector de toda su obra y admirador, sobre todo, de La novela de mi vida y El hombre que amaba a los perros. Quise incluso hacerte un comentario pero tras varios intentos no hubo forma. Venía a decir, lo que hace muy poco dijo Ángeles Mastretta (magistral para mí Arráncame la vida) sobre tu escritura, que yo lo extendía a tu “ojo” y pluma como crítico». Le contesto: «Gracias por tus palabras acerca de mi reseña de la novela de Padura. De las otras dos que mencionas sólo conozco la del asesino de Trotski, y esa novela sí es buena, aunque conozco una mejor sobre el mismo tema, sólo que escrita en Costa Rica y publicada allá. Si tienes contactos con Costa Rica, pídeles que te consigan La herencia del asesino (que es sobre Ramón Mercader) y El discreto encanto de la KGB, que es la historia verídica de un espía soviético que llegó a ser embajador de Costa Rica en el Vaticano. Ambas de Marjorie Ross, una de las mejores plumas de nuestro idioma, con la sola rémora de ser tica y no publicar sino en Tiquicia. (Recuerda al respecto que la carrera de Rubén Darío comenzó cuando publicó Azul… ¡¡en Chile!! Estoy convencido de que de haberlo publicado en Managua nunca habría llegado a ser lo que fue)».
¡Qué lindo ver a Nairo Quintana escribiendo Historia en el Tour! La primera vez que una etapa del Tour concluye en esta cumbre, y es el buen Nairo quien gana la escalada. Yupiiiiiii…
En el canal Arte Parle–moi de vous, una peli francesa, sobre una radiofonista que conduce un consultorio sentimental vía micrófono y llamadas telefónicas. Se dan en ella todas las chances para hacer una buena peli, pero ni el guión ni la actriz principal ni el director las aprovechan, casi podría decirse que poco menos si las ignoran. Una pena. Pero después de todo, como diría @juanalajirafa, es una peli tan poco francesa que en toda ella no aparece una sola bicicleta.
Weiß/Colonia, 26.7.
Casi dos planas, la segunda y la tercera, le dedica hoy el diario a la canícula. Y no es por falta de otros temas de interés, sino porque este verano puede llegar a ser el más cálido en lo que va del siglo; y eso no es lo malo, sino que son muchas las voces alertando de que las temperaturas ya no serán más las que hasta hace poco considerábamos habituales. O sea, que mis tataranietos nacerán en Alemania, sí, pero una Alemania que será entonces un país subtropical. Y el cretino del fake president sin darse por enterado del cambio climático.
Weiß/Colonia, 27.7.
0:15 am : Pasaron Viaje al centro de la Tierra, la vieja de 1959 con James Mason, que se filmó en parte en la Gruta de las Maravillas, en la sierra de Aracena, en mi Huelva «lejana y rosa», como la retrató Juan Ramón. La veo siempre que la programan porque es tan deliciosamente pasada de moda, tan ingenua, que no dejas de sonreír todo el tiempo.
Alrededor de las 11 am me despierta Diny para darme la noticia: Dieter ha muerto. Antes de sentarme a desayunar busco en este diario lo que escribí aquí el 15.6.: «Cuando regreso a casa me dice Diny que tengo una llamada telefónica de Dieter, que quiere hablar conmigo acerca de un problema serio de salud. Nosotros ya lo sabemos, por Gertrud, que es cáncer y le deben hacer quimioterapia, y no quisimos llamarle por el respeto que inspira la intimidad de un caso así. Pero ahora es él quien quiere comunicárnoslo, aunque en realidad, muy Dieter en eso (genio y figura), a quien se lo quiere comunicar es a mí, así se deduce del mensaje que me ha dejado en el contestador automático y que Diny ya escuchó. Hago de tripas corazón y lo llamo. Su voz está cascada, es la de un anciano (siendo como lo es un par de años más joven que yo), pero lo peor es el acento subsumido de resignación. Pienso que no debe de haber peor tarea en el mundo que la de hablar con un condenado a muerte, y resignado a ella. Todo lo que se te antoja decir son lugares comunes olorosos a pésame anticipado incluso si se trata de dar ánimos. Cuelgo con una pena grande pesándome en el alma». Esto escribí el 15.6. sospechando (pero sin querer confesármelo) que esa había sido la última vez que platicábamos. Ni él ni yo tuvimos el valor de decirlo de una manera abierta, pero tal actitud es algo que condecía con su persona y condice con la mía. Dos maestros del understatement.
La etapa del Tour, hoy, con las escaladas del Tourmalet y el Aubisque, me supo a poco. Les voy a pedir a los organizadores que el año próximo organicen una que incluya además el Galibier, con la meta en su cumbre. Tras de lo cual iniciaré inocente una relectura del marqués de Sade.
El eclipse total de luna más grande que se producirá en este siglo, y desde nuestro balcón sólo pudimos alcanzar a ver el final, cuando ya la luna lunita cascabelera estaba saliendo de la zona de sombra proyectada por la Tierra: «Niño, déjame, no pises / mi blancor almidonado».
Weiß/Colonia, 28.7.
Ha llovido a primera hora de la tarde, y de vez en cuando el bóreas se digna darse un garbeo por estos pagos en modo brisa fresca, con lo que el aire vuelve a ser respirable. Hasta me atreví a salir de casa después de la cena, y aprovechando que los supermercados están abiertos hasta las 10 pm, comprar una botella de Pinot Grigio para Diny y otra de licor de hierbas para mí. Hago un descubrimiento sensacional: la mejor hora para las compras del sábado son las 6:30 pm, ni siquiera tendría que hacer cola en las cajas, aunque lo cierto es que en los últimos tiempos ya me acostumbré a pagar en una de las cajas automáticas y con la tarjeta. Progre que es uno.
En una carta del 3.4.1876 a su querida amiga y maestra George Sand, que moriría dos meses más tarde, Flaubert se queja amargamente al final: «¡Qué dificil es entenderse! Hay pues dos hombres a quienes profeso afecto y a quienes considero verdaderos artistas: Turgeniev y Zola. Lo que no impide que no admiren la prosa de Chateaubriand y aún menos la de Gautier. Frases que a mí me arrebatan de entusiasmo, a ellos les parecen vacuas. ¿Quién está equivocado? ¿Y cómo va a gustarle uno al público cuando quienes te son más próximos están tan lejos? Todo esto me pone muy triste. No se ría». Pero bien puedo imaginarme que la Sand sí se haya reído ante la ingenuidad de su amigo Flaubert. ¡Si ni siquiera a todo el mundo les gustan dos gigantes como Shakespeare y Cervantes!
***************THE END***************