Weiß/Colonia, 25.11.
0:20 am : Burn after Reading [Quemar después de leer], humor negro à los hermanos Coen. Cada vez me gustan más sus pelis, hasta las que parecen intrascendentes encierran su grano de sal, amén del de pimienta, para darle sabor a la pantalla.
Sin decir agua va, se me ocurre de repente el tema para mi columna de esta semana en EE, se la voy a dedicar al segundo Brexit. Todo el mundo habla del Brexit de ahora como si fuese algo novedoso y se olvidan de que en 1531 Enrique VIII se salió de la comunidad católica fundando la comunidad anglicana y erigiéndose en su cabeza visible. Y todo ello para casarse con Ana Bolena, a la que terminaría por hacer que la decapitaran. Pero es que además provocó el cisma no sólo por el enamoriscamiento con la Bolena, sino porque su esposa, Catalina de Aragón y Castilla, la hija menor de los Reyes Católicos, no le daba un hijo varón. Tampoco se lo dio la Bolena, con lo que al final resultó que cuando murió Enrique VIII, tras el breve intermedio de Eduardo VI, le sucedieron dos mujeres: María, hija de Catalina, e Isabel, hija de la Bolena. Desde el punto de vista de Enrique VIII no pudo ser peor ese Brexit de 1531, pero creo que el del 2019 lo va a dejar chiquito.
Weiß/Colonia, 26.11.
Me escribió Álvaro preguntando si me gustaría reseñar para Revista de Libros uno que se titula El origen de las palabras, y le digo que claro que sí, con lo que me gusta el tema. Poco después me escribe Olga Sobrido, la secretaria de la redacción, para que le confirme mi dirección de correo quelonio… ¡amén de interesarse por el estado de mi pulgar! Siento alegría y gratitud al enterarme así de que lee mi diario. Una vez más la conciencia de que no aro en la mar.
José María también leyó mi diario, me comenta que eso de “la puente” no le suena. Le contesto: «A mí lo de «la puente» sí me suena, y más en esa canción. El castellano antiguo, bien cantado, es de una gran dulzura. La que en él se ha perdido, pero se la ha conservado el gallego, más cercano al portugués de Brasil que al de Portugal, aunque te parezca paradójico. Y ya sabes lo que dijo el gran Eça de Queiroz del idioma de Brasil: que era «português com açúcar»».
Comenzó una serie de documentales en el Canal Arte dedicado a las catedrales del ferrocarril. Abrió cancha la de Lyon, en París, cuyo restaurante es un lugar poco menos que mágico. Estuve en ella, pero en el bar, aunque viendo todo el restaurante al fondo, tomando un cóctel una vez que viajé a París con Rebeca. Ella se trajo como souvenir un cenicero del bar. Una cosa que me gusta de esta serie es que han optado por darle voz a la estación, una voz femenina, claro está, y ello hace que asomemos nuestros ojos a lo que nos cuentan las imágenes como si fuéramos voyeurs del tocador de una dama. Pero además me hace recordar cómo don Eduardo Zamacois, en 1921, fue el primero de los novelistas que le dio voz a un objeto, en su caso un vagón de ferrocarril. Esa es una novela que a mi juicio podría filmarse como peli de episodios ligados por el hilo rojo de la voz narradora. En este caso, claro está, una voz masculina.
Weiß/Colonia, 27.11.
Hoy, en La Modicana, con Carlitos, larga conversación acerca del poder. Surgió a partir de que le conté lo de mi columna para EE sobre el primer Brexit en la historia de Inglaterra. Lo que no le dije a Carlitos es que esta mañana, repasando el texto de la columna antes de archivarlo, me di cuenta con pavor casi pánico de que en ese texto, ya enviado ayer a la redacción, se me fue un par de veces el santo al cielo y a Enrique VIII lo llamé dos veces Eduardo VIII. Corregí de inmediato el texto y lo reenvié a la redacciòn como fe de erratas, entonando la palinodia.
Llega Diny de casa de Montse con una buena noticia; Paul no necesita ser operado porque la lesión es menor de lo que se temió en un primer momento. Van a tratar de restaurarle toda la estructura de los ligamentos a base de nada más que fisioterapia. Hosanna in excelsis!
En la serie de las catedrales del ferrocarril hoy le tocó el turno a la Central de Milán, y entre las curiosidades de la ciudad que se mostraron estuvo la tumba de la familia Campari en el famoso cementerio monumental, uno de los más bellos del mundo. Esa tumba es un mausoleo adornado por un grupo escultórico que muestra la Última Cena en tamaño natural. En honor a la familia, el ingenio popular de los milaneses la rebautizó como el Último Aperitivo.
Por fin tiene Diny su compu portátil nueva y no depende de mis horarios de sueño para poderse dedicar a uno de sus deportes favoritos, surfear entre una veintena de diarios y revistas en tres idiomas. Se la trajo y la instaló el bueno de Arzola, y yo acabo de programarle toda una barra de marcadores de auténtico lujo. Los dioses del martes fueron hoy propicios a la familia Bada Hansen. A ver si se mantiene la racha y nos toca el Gordo el 22 del mes que viene.
Weiß/Colonia, 28.11.
Gran parte del día hilvanando el texto que le prometí a Camila Builes para la puesta en marcha de “la nueva HJCK”. Es mucho lo que le debo a esa emisora, que además me acompaña en las horas sin cuento que paso «amarrado al duro banco» de una galera que no es turca ni casi tiene nacionalidad (¿colombiana, española, mexicana?) pero me ata a esta pantalla mientras el cuerpo aguante. Tengo en la lista de Favoritos el enlace con HJCK, y lo activo cuando estoy atareado, el sonido me llega desde los auriculares, colgados del pomo de la gaveta superior de la mesa, a mi derecha. A veces, un par de veces al día, interrumpo el tecleo para escuchar de nuevo la voz de Álvaro, ese Álvaro Mutis de mi alma, que sigue anunciando a esta emisora para la inmensa minoría con la misma fresca voz que el primer día de sus transmisiones, el 15.9.1950.
En la serie de documentales del canal Arte sobre las catedrales ferroviarias acaban de pasar el dedicado a la estación central de Amberes, bella como pocas. El trabajo en sí es bueno, aunque se dedique un pelín demasiada atención al Zoo antuerpiense, que se ubica al lado de la estación. Pero dos cosas me han disgustado de esta entrega. En primer lugar que la estación tiene esta vez una voz masculina. Ni modo, como dicen los mexicanos: las estaciones ferroviarias son todas sin excepción mujeres. Y la otra cosa que me disgusta, o al menos me extraña, es que para nada se haya nombrado a W.G. Sebald. Me basta recordar que mi deuda estherna peregrinó hasta esa estación para ver con sus propios ojos el lugar donde se inicia la trama de Austerlitz, la última novela de Sebald. Lo contó en un memorable artículo en La Jornada Semanal, de México.
Weiß/Colonia, 29.11.
2:20 am : Creo haber dejado constancia aquí de que algunas adaptaciones a TV de los cuentos de Agatha Christie, en la serie protagonizada por David Suchet, son mejores que los originales. Y me sigo reafirmando en ello. Pero en uno de los de hoy me temo que se haya deslizado una nota de ciencia ficción, y es que un general argentino fuese fusilado por corrupción durante el tiempo que ejerció como ministro de Minas, en 1936, tras el golpe militar del general Uriburu contra el presidente legal, Hipólito Irigoyen. A otro perro con ese güeso. Guau [=He dicho].
A la taruguita querida la han entrevistado en el pasquín de Prisa, durante la feria del libro de Guadalajara, en México. Es una de esas entrevistas estandardizadas a las que se les notan las ballenas del corsé por lo sagaz de las respuestas de la persona entrevistada, y en este caso con mayor razón, porque la taruguita, la mujer a quien le gustaría haber escrito Macbeth, al corsé de una entrevista como esa le hace saltar las ballenas con cada respuesta. Reparto el vídeo urbi et interneti, y el bueno de José María me acusa recibo del envío desde su Beatus ille en el Caribe con un email donde me dice: «Linda la muchacha y no se deja enredar. Habla con el rostro; con su gestualidad. Es, como diría mi abuelo Venancio, «una cajita de música»». ¡”Una cajita de música”, taruguita! ¡Flor de piropo, mare mía de mi arma!
Me quedé con los crespos hechos esperando la llamada para grabar mi texto acerca de “la nueva HJCK”, pero luego estuve repasando mi correspondencia con Camila Builes y creo haber dado con la clave del malentendido. Ella me escribió que quería «un texto para publicar, o sea no para ser leído», y eso lo interpreté en el sentido de una frase mía en mi email anterior al de ella, donde le dije que «escribo distinto cuando lo hago para el ojo que cuando lo hago para el oído». A la luz de esta frase mía, cuando me dijo querer un texto no para ser leído, pensé que no debía tratarse de un texto para el ojo, sino para el oído, y así, en mi email de respuesta, le proponía que me llamasen hoy a las 6:00 pm hora europea, para grabarlo; y como ella no me sacó del error me quedé junto al teléfono esperando a Godot. En fin, es aquello que decía Bernard Shaw hablando del inglés de los ingleses y el de los gringos: «Ese idioma común que nos separa».
En la serie de las catedrales ferroviarias acaban de pasar el dedicado a la que se llama Nyugati, la vieja estación imperial de Budapest, en su tiempo la más moderna de Europa, construida por Gustave Eiffel. No es aquella a la que llegamos Diny y yo en el primero de nuestros dos viajes a Budapest (en el segundo volamos allá); nuestra estación de arribo fue la Keleti. Pero de todas formas me ha hecho recordar esos años en que Lizandro era embajador en Budapest y nuestra asidua correspondencia, sobre todo después de que conocimos a Lillian, y cómo congeniamos con ella desde el vamos, porque nos recibió sola: Lizandro debió ausentarse justo el día en que llegamos a Budapest, para acudir a una reunión de todos los embajadores nicaragüenses en la Europa del Este, que se celebró en Berlín oriental. Eso nos permitió conocer a Lillian de una manera mucho más directa y personal que si hubiese estado Lizandro desde el primer momento, y así se anudó una amistad entrañable que dura hasta la fecha. También me ha hecho recordar este documental nuestra visita común al balneario de aguas termales que hay en una isla en medio del Danubio y donde Lillian y Lizandro nos instaron a beber un vaso de las aguas tales, y cómo desde ese momento supe que nuestro planeta sabe a mierda.
Weiß/Colonia, 30.11.
1:30 am : Es uno de los mejores documentales que he visto en mi vida, con la secretaria de The Beatles, Freda Kelly, una muchacha de Liverpool, de 17 años, fan de the Beatles antes de que se convirtieran en THE BEATLES. ¡Y cómo llevó adelante ese secretariado durante 10 años, hasta la disolución del grupo! Basta pensar en los miles y miles de cartas que se recibían a diario en su buzón durante la gloriosa década de los escarabajos tocados por la chispa del genio.
Edición especial del Kölner Stadt Anzeiger (incluso con una portada en femenino: Kölner Stadt Anzeigerin) con motivo de cumplirse cien años del derecho al voto conquistado por las mujeres alemanas tras una dura lucha. A mí lo que me llama mucho la atención de la lucha feminista en nuestros dìas, es que suele reducirse en último término al reclamo de una cuota femenina poco menos que paritaria en los parlamentos, los consejos de administración, el funcionariado… Hace poco, el kabarettista Dieter Nuhr le preguntaba a su público: «Está demostrado con datos estadísticos que los hombres se suicidan tres veces más que las mujeres. ¿Por qué no reclaman las feministas una cuota femenina entre los suicidas?»
Sale mi columna en El Espectador, casi respingo al verla al primer toque en la página web, por lo general se olvidan de subirla a la página y les tengo que llamar la atención para que lo hagan. Así pues, al menos hoy, alabado sea el santísimo sacramento del altar.
La última entrega de la serie documental sobre las catedrales de la era industrial, las grandes estaciones de ferrocarril, está dedicada a la única de las cinco que no conozco, de la St. Pancras en Londres, y no la conozco por la sencilla razón de que nunca estuve no ya en Londres sino ni siquiera en Inglaterra, excepto un paseo de ± ½ hora por el puerto de Felixstowe, el 3.12.2001, durante el viaje que hicimos a Buenos Aires en un carguero de contenedores. De la entrega de esta noche lo que más me ha gustado es la aparición puntual cada semana de un halconero que con dos de sus pupilos mantiene el recinto libre de palomas. Ahora lo que hay que esperar es que la reacción del público haya sido tan favorable como la mía y le den a la productora el encargo de una nueva tanda de documentales en la que figurasen la estación madrileña de Atocha, con el asombro de su palmeral; la romana Stazione Termini, refrescando el recuerdo de la peli de Vittorio de Sica, con Jennifer Jones (vestuario: Christian Dior) y Montgomery Clift, un bello Monty de rostro todavía no desfigurado por el accidente que le cambió la vida; y la actual estación principal de Berlín, que durante los años del muro era el lugar de la despedida para las visitas que volvían al Este, unas escenas patéticas que tantas veces me tocó ver en esa estación donde terminaba Occidente y empezaba el socialismo real; y claro está que también la estación de Finlandia, en San Petersburgo, con la llegada del tren donde Lenin regresó a Rusia; y alguna otra que ahora no quiere acudir a la memoria… ¡pero qué digo!, la de Ámsterdam, que es un prodigio arquitectónico. Ay sí, hay que pedir que repitan la serie, pero ahora con otras protagonistas.
Weiß/Colonia, 1.12.
Angela Merkel llegó retrasada a la reunión de los G-20 en Buenos Aires, a causa de un defecto técnico del avión oficial cuando estaban sobrevolando Holanda y el piloto puso proa a Colonia, interrumpiendo el vuelo. Luego de mañana, al día siguiente, doña Angela voló a Madrid, y de allá a Buenos Aires en un avión de línea. En el chiste del día del Kölner Stadt Anzeiger se ve el avión que ya ha aterrizado en Ezeiza, la escalerilla con el letrero AEROPUERTO DE BUENOS AIRES, y al pie de ella la limusina con el estandarte alemán donde doña Angela le dice al chófer: «Y ahora tranquilo, nada de ir a la carrera. Es mejor que se vayan acostumbrando a saber lo que se siente cuando yo ya no esté». Y sí que lo van a sentir, porque una Merkel no se la saca ningún mago de la chistera. Dejará un vacío tan grande que ya le estoy temiendo.
Henri en casa. Lo miro y pienso en el poco tiempo que nos queda para disfrutar su presencia en esta casa. El 4 de enero cumplirá nueve años y poco después ya no van a ser sus padres y sus abuelos quienes detenten sus prioridades. Es una ley de vida, y hay que conformarse con ella. Pero no sin lamentarlo, no sin lamentarlo. Aunque desde luego sería descabellado pretender que nuestros hijos, o nuestros nietos, fueran todos unos Peter Pan. Me viene al pensamiento un tuit alemán que traduje hace poco: «En un mundo justo la lechuga contendría 1000 calorías y el chocolate ninguna». Pues eso, en un mundo justo, nuestros nietos no deberían de crecer nunca; nuestros hijos sí (porque sin ellos no tendríamos nietos). ¡Cuantísima pendejada se me ocurre acerca de este tema, mejor lo dejo aquí y así, de este tamaño!
***************THE END***************