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Mientras tantoA mi antojo: junio 2018

A mi antojo: junio 2018


 

Martes, 5 de junio

 

—Extraordinario Chaves Nogales en ‘La agonía de Francia’. Acierta en todo: en el reportismo, en el estilo, en el análisis, en la ideología… Es un modelo. Es la anticaspa. Cuánto perdió el periodismo en España al olvidarlo. […] Otro gallo habría cantado si hubieran ganado los Chaves Nogales y no los Ruanos y Umbrales. […] Pla escribía muy bien, pero se escaqueó de cubrir las grandes noticias de su tiempo (o muchas de ellas), e ideológicamente erró de lleno. Chaves Nogales acertó en todo. Su estilo es moderno, estuvo al pie de todos los cañones, y acertó ideológicamente: era un demócrata liberal cuando nadie lo era.

 

*     *     *

 

El arranque del cuento ‘Un día de estos’:

 

«El lunes amaneció tibio y sin lluvia. Don Aurelio Escovar, dentista sin título y buen madrugador, abrió su gabinete a las seis. Sacó de la vidriera una dentadura postiza montada aún en el molde de yeso y puso sobre la mesa un puñado de instrumentos que ordenó de mayor a menor, como en una exposición. Llevaba una camisa a rayas, sin cuello, cerrada arriba con un botón dorado, y los pantalones sostenidos con cargadores elásticos. Era rígido, enjuto, con una mirada que raras veces correspondía a la situación, como la mirada de los sordos».

 

Gabriel García Márquez.

 

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“Todo el mundo quiere que se haga justicia. Como ahora, que existe el movimiento #MeToo. Lo apoyás, querés que se lleve ante la justicia a estos terribles acosadores, y creo que es algo bueno. Lo que a mí me molesta es que me vinculen con ellos. Personas que han sido acusadas por 20 mujeres, 50, 100 de abuso. Yo , que fui acusado una vez por una mujer en un caso de custodia de menores que fue analizado y demostrado ser falso. Me agrupan con estas personas. Como digo, soy un gran defensor del movimiento #MeToo. Me conmuevo cuando encuentran a personas que acosan a mujeres y hombres inocentes. Es bueno que los expongan. Yo debería ser la cara de los afiches del #MeToo. Trabajé en películas durante 50 años, trabajé con cientos de actrices y ni una sola, grande, famosa, principiante, nadie ha sugerido ningún tipo de indecencia. Siempre he tenido un comportamiento maravilloso con ellas. Creé papeles maravillosos para muchas mujeres. Hubo 60, 65 nominaciones a premios para las mujeres que trabajaron en mis películas. He empleado a cientos de mujeres, más de 200 mujeres en los equipos de mis películas, detrás de cámaras, durante años, cientos de ellas. Y siempre les hemos pagado lo mismo que a los hombres. Tenemos un historial maravilloso. Estoy de su lado y me siento parte de eso. En principio y espíritu estoy completamente a favor de que lleven ante la justicia a los verdaderos abusadores”.

 

Woody Allen habla con acento argentino porque lo ha entrevistado Jorge Lanata. Habla meses después de que el jurado tuitero lo sentenciara. Lo leo y pienso que ya da igual lo que diga. Los reportajes sobre las acusaciones del #MeToo ocuparon las primeras páginas de los diarios. Estas declaraciones las he visto por casualidad.

 

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Así contó ‘ABC’ la muerte de Mariano de Cavia, en julio de 1920:

 

A media tarde tomó un vaso de leche y le acostaron. A las ocho le visitó el doctor González y le encontró gravísimo.

 

Mariano de Cavia pasó la noche hablando con su criado, el medico y las hermanas de la caridad.

 

El criado se quedó en la habitación contigua para poder observar al enfermo. Ya de madrugada, Cavia llamó y dijo: «Estoy muy mal, Manso.» «Ya se aliviará usted, si Dios quiere», repuso el servidor.

 

Don Mariano mandó al criado que sa retirara, y éste, por no alarmarle, pues no se daba el enfermo cuenta exacta de su estado, hizo como que se retiró; pero se quedó en la puerta. La fatiga se acentuó de una manera alarmante. Cavia trató de llamar al criado y no pudo, apenas articuló la primera sílaba del apellido. Como Manso estaba en la puerta, acudió al instante Cavia trató de incorporarse y So pudo, estrechó fuertemente la mano de su servidor y murió.

 

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Jueves, 7 de junio

 

—Zaragoza y Numancia están ahí para subir. Nos lo jugamos todo fuera de casa. Solo puede quedar uno: o mi novia o yo. […] Cero crisis. La relación ganará en cualquier caso. Bueno, si sube el Numancia igual no.

 

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—Practico la inmersión. No hay mejor manera de conocer un país que sumergirse en su cultura. No es la única, pero ayuda.

—Un profesor mío decía que a un país se le puede conocer por sus periódicos.

—Ojalá. Quiere decir que aún cuentan.

 

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Sábado, 9 de junio

 

—Hay mucha gente en la cola para ser Javier Marías. […] Hay muchas mujeres.

—Sí, me está sorprendiendo para bien. […] ¿Seguro que esta es la cola de Javier Marías? A ver si está firmando Marwan y estamos haciendo el tonto.

—Voy a ver. […] Ven. Es La oreja de Van Gogh. Javier Marías está ahí, y no hay nadie.

 

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Eve Babitz en ‘El otro Hollywood’:

 

La mejor descripción condensada de F. Scott Fitzgerald que he leído era una biografía breve que empezaba así: «Francis Scott Fitzgerald nació en 1896 en St. Paul, Minnesota, y murió a los 44 años en Hollywood.

 

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Otra de Eve Babitz:

 

Una vez que declaré ante el Comité del Senado sobre el LSD, Bobby Kennedy me preguntó a cuánta gente conocía que fumara marihuana. Proclamé descaradamente: «Todo el mundo que conozco fuma marihuana menos mi abuela».

—¿Por qué no convences a tu abuela para que fume? —me preguntaría después la señora del ‘New York Times’.

—Ella flipa sola —repliqué.

 

Las dos abuelas se enteraron.

 

Mi abuela judía me mandó una fotografía que ilustraba un artículo en alguna fugaz y moderna publicación neoyorquina moderna sobre «la abuela que flipaba sola» y lo cierto es que lucía una sonrisa radiante y beatífica.

 

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Julià Guillamon en ‘Culturas’:

 

Me gustan los artículos y no me gustan los blogs. En el artículo, tener que enfrentarse a una constricción de espacio, contribuye a estructurar y articular las ideas, aporta ritmo y tensión. Mientras que en el blog, por bien escrito que esté el blog y por bien amueblada que tenga la cabeza su autor, la escritura queda siempre un poco deshilachada. El escritor lo dice todo, escribe hasta que se agota la fuente. Sin la perspectiva de un número de líneas limitado y un final de página inexorable, los temas corren el peligro de encharcarse. Es aquella distinción clásica de Salvador Dalí entre espinacas y langostas. Las espinacas no tienen forma, son un revoltijo, mientras que las langostas han colocado el esqueleto fuera del cuerpo y son pura estructura. Los blogs son platos de espinacas y los artículos (los buenos), langostas.

 

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Domingo, 10 de junio

 

—Mira qué bien me quedan estos pantalones amarillos.

—Madre mía la crisis de los 30.

—Me los llevo.

 

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—Es muy difícil convertir una buena novela en una buena película. Los casos son raros. Una mala novela en una gran película sí es habitual.

 

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Lunes, 11 de junio

 

James Ivory habla sobre la adaptación al cine de la novela ‘Call Me By Your Name’.

 

«Hay momentos de la novela que pasé al guion casi palabra por palabra porque sentí me hablaban a mí, como el discurso del padre al final de la historia. En otros momentos tuve que darle más vueltas a la narración», explica. ¿Cómo hizo para explicar la labor del padre del protagonista? «Era todo más borroso en la novela. Yo lo llevé hacia la historia del Arte y la arqueología. Porque en el cine es muy complicado reflejar el trabajo intelectual, y encontré en su labor con las estatuas clásicas, los bronces helenísticos, algo más plástico para el cine».

 

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Concha Méndez en ‘Memorias habladas, memorias armadas’:

 

La primera vez que viajó a los Estados Unidos, fuimos con los niños a despedirlo al aeropuerto. Una de mis nietas, Paloma, se agarraba de él llorando sin querer soltarlo. Al ver que todos se quedaban desolados por su partida, para que vieran que no se iba para siempre, por esas cosas que se dicen, le dije: «No dejes de escribirnos al llegar para saber cómo has llegado». «Si a mí me pasa algo», contestó, «el mundo entero lo sabrá». Luis Cernuda sabía el gran poeta que era; y en efecto, el año de su muerte, un periódico americano lo incluyó, junto con el Papa y Kennedy, entre las personalidades destacadas que habían muerto ese año. Y me sorprendo al comprender su grado de conciencia, sabía el lugar que ocupaba en el mundo.

 

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Miércoles, 13 de junio

 

En ‘Babelia’ escriben sobre los talleres de escritura. Dos ideas:

 

– Luis Landero señala algunas sombras. “En un taller de escritura no se hace un escritor, pero tampoco se pierde porque asista a él. Pero crea un tipo de relatos impersonales, intercambiables y, de algún modo, castrados por un atracón de técnica, de fidelidad a un dogma que solo puede desembocar en el artificio”.

 

– “Algunas de las voces más distinguidas de la ficción estadounidense reciente —Rachel Kushner, George Saunders, David Foster Wallace, David Means, Alice Sebold— salieron de programas de escritura, así que no estoy demasiado preocupado por el efecto de “uniformización”, rebate el estadounidense Jonathan Franzen.

 

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Lunes, 18 de junio

 

Vía Víctor Fernández veo este consejo de Cela a Umbral: «No te juntes con los escritores, Paco, que no tienen más que hambre».

 

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Martes, 19 de junio

 

Hoy hay mercadillo de gafas de sol en la redacción.

 

—Vaya verano te vas a pegar con estas gafas —me dice E.

—De verbena en verbena, chaval.

 

[…]

 

—Cuánto tenemos que aprender de Jaime.

 

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Miércoles, 20 de junio

 

Cristina García Rodero, entrevistada en ABC:

 

Estamos experimentando una euforia por la imagen. La gente está literalmente pegada a sus móviles, que son como una verruga, que es como yo siempre he definido cariñosamente a mi cámara, porque para mí no es un objeto, sino algo mío, que no noto. A eso se suma que, sin conocimientos, estamos logrando hacer muy buenas imágenes, somos capaces de documentarlo todo, para luego, a la postre, compartirlo, aunque sean auténticas tonterías. No hay selección de los contenidos. Por último, somos especialmente sensibles al concepto de fama, que las redes sociales amplifican. Las aguas volverán a su cauce, sobre todo cuando nos demos cuenta de que la privacidad es mucho más importante que mostrar lo que comes o el cine al que vas. Además, el tiempo es oro, y lo están perdiendo abusivamente en todo esto, en subrayar lo irrelevante. Soy de las que piensan que el anonimato es algo magnífico. La intimidad es lo más valioso que tenemos y la estamos sobreexponiendo.

 

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—¿Y profesión podemos decir periodista?

—Depende de lo que te dejen hacer en tu medio.

 

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Frank Conroy relata así en ‘Stop-Time’ el reencuentro con un amigo de la adolescencia:

 

Miré al suelo. Muy dentro de mí se estaban cerrando puertas, una detrás de otra, bloqueando el paso a una zona vital que no podía permitirme el lujo de perder de golpe y encerrando mi amor en una oscuridad muy íntima. Cuando lo hube hecho, levanté la cabeza y lo miré.

 

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Viernes, 22 de junio

 

Ayer vimos la entrevista de Letterman a Seinfeld en el programa que tiene en Netflix. Una de los temas que abordaron fue el show que montó Michelle Wolf en la tradicional cena de corresponsales de Estados Unidos, a la que no acudió Trump por su mala relación con la prensa. Leo que fue inusualmente mordaz y lasciva. Letterman comentó que leyó el guión completo y le encantó, fue una locura. Y encima no pidió perdón, «en esta época en la que todo el mundo pide perdón por todo».

 

*     *     *

Domingo, 24 de junio

 

Algunos subrayados de ‘Stop-Time’, de Frank Conroy:

 

* A los once años, mi filosofía era el escepticismo.

 

* La formalidad puritana de Victor lo arrastró al alcoholismo, la modestia de Dan, a la soledad y a la misantropía, y la naturaleza salvaje de Jean lo llevó al mundo delirante de los desequilibrados psíquicos.

 

* Los niños se hallan en la curiosa tesitura de estar obligados a hacer lo que se les pide, tanto si quieren como si no. Un niño sabe que tiene que hacer lo que se le ordena. Importa poco si la orden es justa o injusta, porque el niño carece de confianza en su capacidad para apreciar la diferencia. La justicia no es la misma cosa para los niños que para los adultos. Para un niño todas las órdenes son moralmente neutras.

 

* Mi madre era una mujer valiente que no permitió que la vida la destruyera.

 

* Al principio su sarcasmo no me importaba –era como un juego–, pero a medida que fueron pasando las semanas empecé a sentirme incómodo y comprendí que no era un juego, sino el síntoma de una ira profunda y casi incontrolable.

 

* Empecé a tener la peor de las aprensiones que puede sentir un niño: la de que están ocurriendo cosas que no es capaz de entender.

 

* Yo había hecho cosas feas, pero nunca algo que pudiera suscitar el desprecio de mis padres. Siempre había podido enfrentarme a ellos con la cabeza bien alta.

 

* Cuando no hay ego, uno se limita a mirar.

 

* Para protegernos, los dos habíamos tenido que refugiarnos en una actitud extrema: Alison en la desconexión y en la calma, yo en la rebelión y en la rabia.

 

*     *     *

En el prólogo de su ‘Poética para acosadores’, Stanley Elkin escribe:

 

Cuando ficción y estilo no están modelados por los vínculos comúnmente compartidos entre el autor y los pactos, acuerdos y tratados de una moral razonable y reconocible –mi ley del justo merecido–, quien prevalece es el escritor. Todo efecto, todo «giro» que le imprima a la pelota, es puramente suyo. Él lleva la voz cantante. Él manda, ustedes siguen. Él dirige, ustedes juegan a pillarlo.

 

*     *     *

Lunes, 25 de junio

 

En ‘The Objective’ me pidieron que recomendara un libro para este verano. Elegí uno sobre el que no había escrito: ‘Entre ellos’, de Richard Ford.

 

*     *     *

—Me han grapado la sandalia rota con la grapadora de grapar sentencias. Viva la judicatura.

 

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Martes, 26 de junio

 

«El juicio mediático prospera gracias a la falta de memoria a largo plazo, y Twitter no necesita ni conocimiento ni restricciones», escribe Moses Farrow, hijo de Woody Allen y Mia Farrow, en un texto traducido por ‘Letras Libres’, y en el que defiende a su padre contra las acusaciones de pederastia. «Os habéis unido rápidamente al coro de condena en base a una acusación desacreditada por miedo a no estar en el lado ‘correcto’ de un gran movimiento social. Pero en vez de aceptar el relato de la turba de Twitter, que repite sin pensar una historia investigada y desacreditada hace 25 años, por favor considerad lo que tengo que decir. Después de todo, estuve ahí -en la casa, en la habitación- y conozco tanto a mi madre como a mi padre y lo que cada uno es capaz de hacer mucho mejor que vosotros».

 

*     *     *

Jueves, 28 de junio

 

Algunos subrayados de los cuentos de Stanley Elkin en Poética para acosadores’:

 

* La calle estaba tranquila. Parece domingo, pensó. En la tienda no habría nadie. Vio su reflejo en un escaparate y se fijó en que había olvidado quitarse el delantal. Se le ocurrió que, de algún modo, el delantal le confería aspecto de persona muy ocupada. Es lo que tienen los delantales, pensó. No ocurre lo mismo con los trajes. A menos que lleves maletín. Los maletines y los delantales dan la impresión de que uno está ocupado. Los uniformes no. Los soldados no dan la impresión de estar ocupados, y los policías tampoco. Los bomberos sí, pero solo cuando se ponen el casco.

 

* Ándate con cuidado. No ames. No odies. Ese es el secreto. Impasibilidad y precaución.

 

* Prefería ir por la vida sin hacer aspavientos.

 

* Cuando pienso en esa apatía tan esnob de los yonquis ricos, me doy cuenta de que no saben apreciar su suerte.

 

* Un hombre no puede pasarse toda la noche bailando.

 

* Te voy a enseñar cómo doy la mano. En el mundo de los negocios es muy importante. Un buen apretón.

 

* Hay algo vagamente deshonroso y triste en la gente que toma el transporte público los domingos. Son, se ve de lejos, personas que van de “excursión”, que dedican su anhelado día de fiesta a pelearse con los horarios del tren y el autobús, o cautos visitantes aferrados a esas cajitas de dulces baratos con que obsequiarán a otros más afortunados.

 

* Ahí está, ese es el mal, usted lo ha dicho. El relativismo. ¿Cuándo aprenderán que la verdad no es más que una?

 

* La gente siente un gran respeto por los dementes. Los locos son el colectivo que sufre menor índice de persecución en cualquier sociedad. La razón es que no forma parte de la sociedad. Son extraños. En esto subyace la ética helenopersa de la hospitalidad. Les diré una cosa. Yo no leí ‘Hamlet’ hasta los cuarenta y dos años, pero aprendí la lección. ¿Cuándo muere Hamlet? En el único momento en que se muestra perfectamente cuerdo.

 

*     *     *

—No me cabe la poesía en la crónica.

 

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Viernes, 29 de junio

 

En el avión que nos trae de vuelta a Madrid, tras pasar dos días en Líbano. Lo bueno de estos viajes organizados por el Ministerio de Defensa, en los que el ministro de turno, Margarita Robles en este caso, visita a las tropas desplegadas en el extranjero, es que quedan muchos ratos muertos para leer. Dos horas y media de bus de Beirut a la base de Marjayún. (El destrozo que he hecho con los subrayados en la correspondencia entre Pla y Gaziel es considerable). Cinco horas de vuelo. Sin 3G ni Wifi en el móvil. Leo el relato ‘Levantad, carpinteros, la viga del tejado’, de Salinger:

 

* Todo resultó muy sencillo. Sólo había que seguir a la multitud.

 

* A menudo siento una atracción desmesurada por la gente que no se excede en sus disculpas.

 

* Ha tratado de enseñarme a sonreír, tirando de los músculos alrededor de mi boca.

 

* Defenderé la simplicidad hasta el día del Juicio Final.

 

* Sospecho que todos conspiran para hacerme feliz.

 

*     *     *

Durante la comida, la compañera de Cuatro me ha preguntado si yo hago Defensa en ABC. Le he explicado que solo vengo a estos viajes cuando el que lleva Defensa no puede hacerlos. Que yo llevo la parte web de España, con toda la sección en la cabeza. La conversación ha seguido y el compañero de Telecinco ha comentado que cubrir un único tema en un medio es un lujo. La periodista de Cuatro lleva Casa Real y Defensa, y también Ciudadanos, cuando toca. Yo también hago crítica de libros en el Cultural. Mañana irá en el periódico una página mía con la crónica del viaje de la ministra a Líbano y una reseña en el suplemento. Y además me toca trabajar, y cuando trabajo los fines de semana lo hago en la mesa central de web, llevando la ‘home’. Con todo el periódico en la cabeza. Cuando acabe de leer a Salinger remataré la reseña que irá el próximo sábado. Toca ‘Stop-Time’, de Frank Conroy.

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