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Mientras tantoAlgarabía blanquirroja

Algarabía blanquirroja


La selección de Perú clasificó a una Copa del Mundo después de 36 años. Entre el grito clasificatorio contra Nueva Zelanda en Lima y el llanto por la goleada con que Polonia nos sacó del mundial en A Coruña, ha pasado mucha agua y sangre bajo el puente.

 

El Perú de los 80s fue uno de los peores lugares para vivir en la historia del siglo XX. Tal vez los españoles recuerden los años en que sus calles se llenaron de peruanos, atraídos por el bienestar europeo, expulsados por una catástrofe en la que se combinaba la inflación brutal y la violencia que enfrentaba al Estado contra los terroristas de Sendero Luminoso. Desde que Perú salió goleado por Polonia del estadio de Riazor, hasta el partido entre Dinamarca y Perú en el estadio de Saransk, han pasado muchas cosas en la patria de Teófilo Cubillas y Paolo Guerrero.

 

La hiperinflación y la estatización de la banca. El paquetazo de 1990. El ascenso y caída de Sendero Luminoso, el desmantelamiento del movimiento terrorista Túpac Amaru, el autogolpe de Estado conocido como Fujimorazo. La moneda de Sol a Inti, a Inti Millón y a Nuevo Sol. Varios fenómenos de El Niño. Los vladivideos. La renuncia por fax. La diplomacia del pequeño Paniagua. Las borracheras mediáticas de Alejandro Toledo. Los neobalconazos de Alan García. El miedo al comunismo venezolano de Ollanta Humala. El ascenso de los hijos de Fujimori. El caso Odebrecht. Han pasado siete gobiernos democráticos. Uno que empezó en las urnas y se volvió dictadura. Un gobierno de transición. Otro interrumpido por el Congreso, que dio el poder al vicepresidente, quien hoy nos gobierna.

 

De los presidentes que nos gobernaron en esos años, dos están muertos, dos han estado en prisión, uno tiene orden de captura, otro es investigado eternamente, y el que acaba de terminar, apodado “ Pedro Pablo El Breve”, tampoco se libra de las pesquisas que podrían mandarlo a la cárcel.

 

La economía peruana mejoró (algo) en los años 90s, y mejoró (mucho) en la primera década de los años 2000. Sin embargo, desde fines de 2010 comenzó a dar muestras de cansancio.

 

Entre los historiadores ya se habla de otra oportunidad desperdiciada. El abundante dinero que entró en este período de bonanza no se ha visto reflejado en cambios estructurales, en mejoras del sistema educativo, ni en grandes infraestructuras pensadas en resolver los problemas de crecimiento poblacional.

 

Si bien la historia reciente abarca el perdón presidencial al condenado Fujimori en la Nochebuena de 2017, la batalla entre los hijos de Fujimori y la renuncia de Pedro Pablo Kuzsynski en marzo de 2018; quien no haya seguido de cerca estos eventos, al tornar hoy hacia los medios masivos peruanos, encontrará que la única noticia que importa es la de su selección de fútbol y el Mundial de Rusia.

 

El drama de la suspensión del goleador Paolo Guerrero (al encontrarse rastros de droga en los análisis de orina tras un partido en octubre de 2017) fue seguido durante meses por sus compatriotas, que recibieron con júbilo la decisión FIFA, a principios de junio, de permitirle jugar la Copa del Mundo.

 

Hoy, ver televisión peruana es arriesgarse a quedar sumergido en una algarabía rojiblanca.

 

A pesar de los gritos destemplados de los fanáticos, este sigue siendo un país que no ha resuelto, en una década prodigiosa, ninguno de sus grandes problemas. Es una sociedad que sigue siendo, en lo principal, muy desigual, muy racista, muy misógina y homofóbica.

 

Aquí y allá se han escuchado las voces de quienes desean avanzar una agenda progresista. La iglesia católica ha promovido o se ha sumado a los intentos por enlodar cualquier avance en asuntos como el matrimonio igualitario o la discusión de temas de género en la currícula escolar. La desigualdad social se ha incrementado a niveles que superan el adjetivo de alarmante.

 

Hoy eso no importa.

 

Si Perú consigue ganarle a Dinamarca, a Francia, a Australia, o llegar a la siguiente fase, ningún peruano hablará de desastres sino de hazañas. Y le repetirán esa tonadilla que nos ha acompañado desde los años 70s en tanto dolor social y en procesos clasificatorios fallidos. A pesar de todo: Perú Campeón.

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