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Mientras tantoGuineanos en la salsa de siempre

Guineanos en la salsa de siempre


 

Estoy otra vez en Malabo y adoptando la forma personal en artículos que siempre hemos escrito en obligatorio plural de modestia. Allá vamos, intentando hacer pequeñas menciones a los personas o colectivos que ocupan un lugar significativo en la sociedad urbana de la Guinea nguemista. La no- urbana es un sitio aparte, al que volveremos para maravillarnos de lo que ha dado de sí tanta dejadez.

 

A los que estudiaron en Espanje y luego regresaron a Guinea tengo un recuerdo también:

 

A  vosotros que vais a un Paff  malabeño a  pagar 2 mil francos por una tónica os he de decir que eso no es cool ni pijerío de ningún tipo. Sí, no sois nada de esto, porque el que tiene una vida de comodidades, con su Bentley en su villa en Villarobledo, no lo abandona para venir a vivir esta merienda de… No lo digo por respeto a mí. Así que lo vuestro son ganas de venir a torturar a los guineanos y porque padecéis un inmarcesible complejo de inferioridad, y siendo viciosos, acabaríais torturando a los que no irían a estos tristes sitios a desahogar, como vosotros, su  pusilánime conciencia. (Si fuerais alguien, no iríais, de hecho, a un lugar que en vez del bar de toda la vida, lleva el pomposo nombre de paff, no siendo, lo que hubieran puesto de no ser porque en este país están muertos de miedo y de vergüenza, ajena y propia y sois, además, graciosamente ignorantes. (Paff…)

 

Queridos opositores, lo hacéis bien. ¿Os acordáis de  cuando os reías de cierto ministro que preguntaba por la relación existente entre la democracia y los derechos humanos?, decía él, ufano de su ignorancia: «¿Qué tiene que ver la democracia con los derechos humanos?» Y os reíais. Quién nos iba a decir que  durante veinte años ibais a asumir esta postura idiota, deseando que el dador de poder, un triste alférez de transporte de material bélico, os ponga dos o tres escaños en la buchaca para que os olvidéis del resto, todo lo demás. Sí, porque al ritmo que vamos, acabaremos siendo un país democrático, sin comillas, en el que no habrá sistema electoral, no habrá sistema educativo ni habrá jamás un poder judicial independiente, como ahora. Y habrá un dictador, alguien que presuma de dictar todas las leyes paisanas, mientras el país gaste millones en sueldos de los parlamentarios.

 

Guineanos, seguid aguantando como recomendáis a todos los que pasan por aquí, y seguid con las tonterías como «nadie duerme», «guinealogía» y «sala de mi casa» que soltáis cuando estáis medio borrachos. Muy bien, no hay reproche Hay una especial mención para los guineanos de la etnia fang. Queridos súbditos de esta etnia continental: mirad, se acabó la tontería esa de que cuando os relacionan con la situación de Guinea empezáis a enumerar los muertos habidos en vuestra parte. No cuela, no es creíble, pues si os molestara lo que está pasando, y no es una ocurrencia de unos meses, ya os habrías rebelado, estando, como podéis contar, en franca mayoría respecto a todos los demás. Incluso si os levantarais contra todos los abusos que padecéis, no se opondrán a vosotros los de las otras etnias. (Lo diré entre paréntesis; no sabéis que la cuestión étnica es importante, porque preferís ideas excelsas, casi  coloniales, e imperiales, como unidad nacional, la patria guineana, etcétera etcétera, pero cuando os sale a cuenta)

 

Sí, a cuenta, porque si los guineanos aguantan todo lo que aguantan, saben que si hicieran lo contrario perderían su pan, la posibilidad  de gozar de estas bellas edificaciones y de matricular a sus hijos en el Colegio Español. Qué malicia, ¿verdad?, pero la realidad es que quien se sintiera feliz con el colegio elegido para sus vástagos es el que lo inscribe en un colegio dirigido por extranjeros, porque acá preferimos vivir y pensar como hace 100 años, y con todos los aspirantes a políticos incapaces de recordar que hace 100 años que no se ha regulado ninguna norma de convivencia. Por ejemplo, y raquítico ejemplo, viviendo en la ciudad, cualquiera puede montar una fiesta desde las 17 de la tarde hasta las 5 de la mañana, sin importarle que el resto de vecinos no pueda dormir. Claro, decibelios es una palabra que nunca se ha pronunciado acá. Ya no digamos de la llamativa costumbre de cortar una calle porque en medio de ella vas a colocar un ataúd con su muerto dentro y tan tranquilo, rezando avemarías.

 

La guinda que aguinalda toda esta colección de aberraciones tiene forma de réplica intelectual que sale de las bocas de los pocos que en esta selva saben juntar dos letras. Sí, por fin un indicio de civilización en Guinea. Pero oh desilusión, pues los que se atreven a abrir sus bocas últimamente dicen todos los mismo, lo molesto que se sienten al recordar cuando estaban sometidos a la dominación colonial. Como la moda a veces crea respuestas, y es una moda subvenida a costa de la necesidad del poder de justificar el larguísimo poder de la familia de Obiang, dan muchas ganas de arrugar la cara ante sus sucias insinuaciones y preguntarles a la cara por cómo un país de negros se llama Guinea Ecuatorial y en el que unos han estado comiendo a otros de manera desvergonzada a cuenta de un invento caprichoso de foráneos venidos de Europa. Sería una forma de acallar las tonterías que sueltan los pocos que llevan gafas en esta merienda de… No lo vamos a decir; tampoco vamos a recordar lo que dijo Donald Trump de ciertos países africanos. Eso sí, acabamos de conocer a un paisano suyo residente en este bosque que en todas las ocasiones que se ha referido al mismo ha dicho aquello de fucking country. Esto sí, no parece que tenga intenciones de abandonarlo.

 

Francamente, y como cada vez hay más variedad de cristianos entre nosotros, cuando descubramos la mierda de país en el que estamos metidos nos haríamos cruces.

 

Malabo, 19 de junio de 2018

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