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Hemen


 

Cada vez que veo el eslógan del PNV para estas elecciones, hemen (“aquí”, en euskera), no puedo evitar leer, de primeras (y con perdón), “hímen”. Creo que es debido a una sobrevenida relación fonética y visual al desconocer el euskera. Lo cierto es que ver a Ortúzar en un púlpito en el que pone eso (no pone eso sino hemen) es una experiencia religiosa. Unas veces lo veo como el erotismo sorprendente de las pinturas sacras. Es chocante ver y escuchar a un señor tan vasco como Ortúzar elevándose amenazante sobre esa parte íntima de su atril. Otras veces pienso que se trata de un mitin feminista, pero inmediatamente la masculinidad vizcaína del sermoneador me saca de golpe de tal impresión. Puede que mi interpretación refleja provenga en buena medida de escuchar a don Andoni en español y no en vascuence. Si hubiera oído ese sonido característico del habla vascongada, ininteligible para mí, seguro que mi percepción hubiese sido distinta al asociarlo y no estaría debatiéndome en esta horrible confusión. Por si fuera poco, he oído a Ortúzar (qué apellido tan sonoro, tan evocador) hablar de “la derechona” refiriéndose a Casado, Rivera y Abascal, y esto me ha parecido aún más perturbador que el susto de leer “hímen” (qué horror) en lugar de hemen bajo la imponente presencia del párroco peneuvista. «La derechona” en Ortúzar es como “los sociatas” en boca de Sánchez. O como “los rojos” en palabras de Iglesias. O como “los indepes” a decir de Torra. Es una expresión sicalíptica en el ambiente de recogimiento en el que se da, que sin embargo pasa desapercibida por la (mala) costumbre. Quizá por eso el diputado Esteban aplaudía al fondo con la mirada perdida. “La derechona” de Ortúzar suena como si de verdad hubieran escrito eso que yo veo en el púlpito, para escándalo de los devotos.

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