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Mientras tantoSticky Fingers: sobre Jann Wenner y la revista Rolling Stone

Sticky Fingers: sobre Jann Wenner y la revista Rolling Stone


A mí, desde que supe lo que era, me gustó aquella música en que tres o cuatro tipos arañaban una guitarra, destrozaban una batería y cantaban letras que le hablaban a mi espíritu adolescente: había que ser rebelde pues en el mundo todo estaba muy mal.

 

El término rock and roll no es muy preciso. En el listado de las bandas que creo que han ilustrado ese espíritu puedo pasar de Sex Pistols y The Clash a The PoliceWhite Stripes, de RadioheadSoda Stereo  (rock en español con espíritu pop, sea dicha la verdad), y de LeuzemiaRage Against the Machine.

 

Si te gusta esa música, has escuchado de Rolling Stone. Tienes que. Es que yo, que ni siquiera estudié inglés en el colegio, sabía de la mítica revista, mucho antes de verla por primera vez.

 

Saber de RS no significa que sepas quién es Jann Wenner. Yo no lo sabía. Él fundó la revista en 1967 y, con gran olfato editorial, cuando la prensa seria de los Estados Unidos miraba al rock and roll por encima del hombro, empezó a publicar reseñas de discos, entrevistas y fotografías memorables de Dylan, Lennon, Grateful Dead, Jagger, Hendrix, Joplin, The Who y, durante 50 años, de todos los nombres que valen la pena en el universo del rock. Además, le dio cabida a la prosa gonzo de Hunter S. Thompson y a Tom Wolfe, padre del Nuevo Periodismo. 

 

Sticky Fingers es un libro fascinante. El autor, John Hagan,  arroja luz sobre la ilusión y la corrupción de los ideales de los años 60s. Nos muestra la caída y el ascenso de Wenner: ese pequeño, rollizo, lambiscón y arribista judío de 21 años que empezó la revista en una pequeña oficina prestada al lado de las máquinas de una imprenta en San Francisco. Hagan presenta sus aventuras y desventuras con la cocaína, la bisexualidad, el dinero, la prensa, la fama y su rol como padre. No hay forma de que acabes las 507 páginas de esta biografía sin pensar que así sea un hijo de puta, quieres conocerlo.

 

Después de publicado el libro, Wenner tuvo un ataque cardíaco y pasó el control de la revista a uno de sus hijos. Rolling Stone se sigue publicando desde Nueva York.

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Acápite:

Si te interesa Sticky Fingers, pero no tanto para ir a conseguir el libro, añado aquí un apretado resumen. Lo preparé mezclándolo con ciertas anécdotas personales, que puedes saltarte con facilidad, oh sabio lector:

 

1994. Un joven estudiante de ciencias de la comunicación entra a trabajar a una revista para suscriptores de televisión por cable en Lima, Perú. El editor le dice que rebusque fotos y artículos en el material de archivo para cuatro páginas que van a publicar sobre U2. El archivo consiste en un estante lleno de suscripciones periódicas que llegan desde Miami: Entertainment Weekly, People, Newsweek, Time, y… Rolling Stone. El joven asistente de edición de la revista TeleCable vio la portada (Cobain) y fue amor a primera vista.

1970. Jann Wenner, el editor de Rolling Stone, una revista con 200,000 lectores, sale de un cine en San Francisco junto a su esposa Jane y dos personas que acaban de conocer. Una de ellas está llorando. Se llama John Lennon. Han visto Let it Be, un documental sobre la última reunión de The Beatles. Lennon se ha emocionado con la escena donde Paul McCartney canta desde una azotea. La otra persona que los acompaña se llama Yoko Ono. En los años 80, Ono escogerá a Wenner como padrino de su hijo, Sean Lennon.

1985. Wenner entra a formar parte de la mesa directiva de The Rock and Roll Hall of Fame. Wenner junto a dos ejecutivos discográficos multimillonarios ─David Geffen, Ahmet Ertegun, y sus abogados─ se apodera de la idea original presentada por un ejecutivo de poca monta. Años después, la mesa directiva acepta una oferta millonaria de la ciudad de Cleveland para construir el gran museo del rock. Ese año, Wenner y su esposa Jane adoptan un hijo.

1986. Rolling Stone se muda a Nueva York. Se convierte en una revista con un millón de lectores. En ella han publicado Hunter S. Thompson, Tom Wolfe, Cameron Crowe, también los fotógrafos Richard Avedon y Annie Leibovitz. En la oficina neoyorquina no sobrevive ninguno de los editores de San Francisco. El consenso es que la revista de Wenner ha traicionado los principios que le dieron vida al rock y a la contracultura:Wenner es millonario, ellos no. Jane Wenner sale embarazada. Ella deja las drogas, él también. Contando a Alex, el primero que adoptaron, la pareja tendrá 3 hijos. Wenner se compra una mansión en el exclusivo pueblo de Amagansett (los Hamptons) y─contra el criterio de su contador─ un jet privado.

1994. En la víspera de la Navidad, Wenner le anuncia a su esposa que se va a vivir con un hombre. Matt Nye es un diseñador de modas de ojos azules y 20 años menor que él.

2000. Wenner adquiere US Weekly, un semanario de paparazzis y chismes. Tras varios cambios editoriales y un contrato que le da la mitad de la compañía a Disney Corp., el pasquín pronto produce el triple de ingresos que Rolling Stone: 90 millones al año en ganancias netas. De vez en cuando su amigo Michael Douglas llama a Wenner para rogar que US Weekly sea más cariñosa con su esposa, Katherine Zeta-Jones: la editora, una tipa bastante fea, odia a Jones.

2001: Un peruano de 28 años, meses después de aterrizar en Nueva York (sin ningún plan ni destino) lleva su currículo a las oficinas de Rolling Stone en el 1290 de la Sexta Avenida. El peruano no entiende un carajo de lo que le responde la sonriente muchacha de la recepción, pero sospecha que su diligencia no lo llevará a ningún lado.

2004: Wenner le compra a su futuro esposo, Matt Nye, una casa de 12 millones de dólares en Montauk y un avión más grande: el jet Gulfstream IV (34 millones de dólares). Mick Jagger presenta a Wenner como el nuevo integrante del Rock and Roll Hall of Fame.

2008: Colapsa la economía y Wenner se salva de la bancarrota por un pelo. Se deshace de su mansión en Montauk y de su avión. Le debe 100 millones de dólares a la corporación Disney. Entre MTV y los medios en Internet, sucumben las ventas de la revista. Se ve obligado a reducir el formato grande de Rolling Stone. Al ver la diminuta portada, el inmigrante peruano─sin ningún remordimiento─cancela su suscripción anual.

2013: Joe Hagan, ex empleado de Rolling Stone, se encuentra con Wenner en un pequeño café en el pueblo de Rhinebeck, a un par de horas de la ciudad de Nueva York. Wenner ha entrado a comprar medio galón de leche. Los tres hijos pequeños de Wenner con su esposo─concebidos en vientre alquilado─duermen en la camioneta Mercedes estacionada frente al café. Wenner invita a Hagan a su mansión, y le propone escribir su biografía. Le ofrece acceso a quinientas cajas de cartas, fotos y material de archivo.

2017:A punto de publicarse Sticky Fingers, el libro al que Hagan ha dedicado cuatro años de extenuante trabajo, Wenner renuncia a seguir colaborando con él. Afirma que el trabajo de Hagan es de mala calidad y de mal gusto. ¿Por qúé? Es que el libro presenta, basado en decenas de entrevistas y múltiples fuentes, a un sujeto ambicioso pero mezquino, inestable, traicionero, drogadicto, acosador sexual y arribista. Rolling Stone parece haber sobrevivido 50 años no gracias a él sino a pesar de él. Sticky Fingers le da enorme crédito a la esposa de Jann, Jane. Sin ella, Rolling Stone, nunca hubiera sido posible. Periodistas, músicos y fotógrafos que detestaban a Jann, amaban a Jane. Él siempre sacó provecho de la simpatía de su esposa.

2019: El peruano, de veraneo por los Hamptons─la vida no es tan injusta, el rock and roll lo exageraba todo─ al terminar las 507 páginas de Sticky Fingers hace lo único que puede hacer: busca la casa de Wenner (ya no de él, se la quitó Jane tras pedirle el divorcio para poder casarse con Matt Nye en 2011). En su modesto carro de casi 10 años de vida, llega y encuentra la única seña que da Hagan en el libro, las iniciales JSW sobre la puerta de acceso en la calle Further Lane en Amagansett. Ahí está. El peruano da fe.

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