Weiß/Colonia, 21.4., Pascua Florida
1:00 am : Pasaron seguidas las dos primeras pelis de la trilogía protagonizada por Crocodile Dundee. En la primera, tras el susto del cocodrilo que se abalanza sobre Sue y al que Dundee consigue matar, ella dice: «Ese cocodrilo iba a comerme viva». Y Dundee le responde: «Bueno, no se lo echaría en cara. El mismo pensamiento cruzó por mi cabeza una o dos veces». Y en verdad en verdad os digo que Linda Kozlowski, a sus 28 años, estaba requetecomestible a besos.
En la duermevela antes de levantarme de la cama, recuerdo las mañanas del Domingo de Resurrección en mi juventud. Todos en la pandilla éramos apasionados por el teatro, y era tradición que los teatros madrileños cambiaran la cartelera con estrenos el Sábado de Gloria. Después de desayunar íbamos mi padre y yo al café La Palma, frente a la estación de Sevilla, en cuyo kiosko comprábamos el ABC de Madrid, con el artículo de Camba ilustrado por Goñi (¿cuándo harán una edición de esos artículos con esas ilustraciones congeniales? ¿o será que ya la han hecho y no me he enterado?) y las críticas de los estrenos del día anterior en la capital: me interesaban en especial los de Buero Vallejo y López Rubio, que eran los que para mi gusto valdrían la pena. Las leía mientras el limpiabotas me lustraba los zapatos y luego le pasaba el periódico a mi padre, que generalmente no lo leía; lo compraba por mí. Mi padre inolvidable.
Vino Rebeca a enseñarnos fotos y material informativo acerca del hotel de Alcudia donde se van a alojar, ella y Montse, en sus proóximas vacaciones en Mallorca. Como es muy lógico, la decisión de tomar vacaciones en Mallorca no la discuto, cada cual pierde su tiempo libre de la manera que mejor le plazca. Pero es que estar viviendo en Alemania e irse de vacaciones nada menos que a Mallorca es casi como quedarte en casa.
Le envié a varios amigos periodistas un excelente artículo de Víctor Núñez Jaime, descubierto cuando iba con Miss Hortensia Google a la busca de otro material. En su artículo, VNJ postula que Manuel Chaves Nogales fue el mejor periodistas español del siglo XX. Desde Montevideo me acusa recibo Rosalba diciéndome que es una estupenda revelación. Le aconsejo que lea Juan Belmonte, matador de toros, aunque no sea aficionada a los toros, e incluso si es antitaurina. Para mi mayor sorpresa, ¡viniendo de una uruguaya!, me contesta: «En mi primera juventud, mi primera aventura limeña, ¡amaba los toros!» Le contesto que Cortázar también, que Julio sentía una especie de respeto reverencial por Manolete, y le añado un recuerdo personal: «Me moriré sin haber visto corridas en el Acho, la Candelaria y Plaza México. Será en otra reencarnación. Pero que me quiten lo bailao en Las Ventas y en la Maestranza. O en la modesta plaza de Huelva (seis corridas al año) adonde mi padre me llevó desde muy niño, y exceptuando a Manolete, que nunca hizo el paseillo en Huelva, he visto torear a todos los grandes, incluyendo entre ellos a Antonio Ordóñez, Luis Miguel Dominguín y el gran mexicano Carlos Arruza, a quien lo vi como matador y, años más tarde, como rejoneador. Ay, qué de recuerdos. Como la presentación de mi amigo Chamaco en la Maestranza, donde puso al público de pìe, sumido en angustioso silencio con sólo hacer lo que hizo: recibir al toro él solo, sin la cuadrilla, y después del primer lance (por la derecha) envolverse en la capa, de espaldas al toro, y quedarse quieto lo que nos pareció una eternidad mientras incitaba al toro: “¡Jee, toro, jee!” Yo creo que el toro mismo estaba desconcertado. Al cabo de esa eternidad, Antonio avanzó un paso, se dio vuelta, dejó caer la capa al suelo teniéndola agarrada por los extremos y citó para la primera verónica (por la izquierda), y el toro embistó sin solución de continuidad enmedio de un olé unísono del público que todavía no podíamos creer aquello de lo que acabábamos de ser testigos».
Weiß/Colonia, 22.4.
La lectura del libro de recuerdos editoriales de Jorge me despierta sentimientos encontrados. Resulta que es un lector empecinado de, sobre todo, diarios. Pero no tiene computadora. ¡Con lo que me gustaría poder contar con él en la cuadratura del círculo de mis lectores!
Para cenar, ayer y hoy, costillas de cordero neozelandés. Ayer con guarnición de espárragos y huevos revueltos. Hoy a la provenzal, con arroz azafranado y una guarnición de pimiento rojo y tomate fritos. Recuerdo sin venir a cuento el antipoema de Nicanor Parra: «Cordero de Dios que lavas los pecados del mundo, / dame tu lana para hacerme un sweater».
Recibo desde la redacción de Nexos las “galeradas” de mi artículo sobre robinsones. No señala el lápiz corrector sino dos frases con el ruego de pergeñarlas algo más claras. Aprovecho para corregir el nombre de Hauptmann, porque escribí Gerhard en vez de Gerhart. Al devolverlo a México les digo que no tengo problemas en que se mejoren mis textos, que, por otra parte, casi es lo único que se puede hacer con ellos; empeorarlos sería tarea gigantesca, y además, como dirían en el Río de la Plata, «al santo botón».
La primera frase puede ser decisiva en una novela, pero mucho más en un cuento. Quiero decir en un cuento cuento, no un minirrelato como los que están de moda, que por definición casi no pasan de la primera y última frase. Y se me acaba de ocurrir una frase con la que iniciar un cuento erótico narrado en primera persona: «Son la rehostia en Vespa, brother. Aydiosmíosean que mismo es el Cantar de los Cantares». Ahora se me tendría que ocurrir el cuento.
A propósito del gazapo que le cacé a García Márquez en su Relato del náufrago, y mi sorpresa de que Carla, que tiene ojos con rayos X para la lectura, no lo hubiese detectado, me comenta David que ella es en efecto «una lectora de primera, minuciosa, detallista y con un sentido del buen escribir increíble; sin embargo, la geografía no es su fuerte, no tiene esa sensibilidad». Es una pena, le digo, porque lo suyo es la literatura clásica latina y griega, ambas atiborradas de geografía: la Odisea es una guía del Mediterráneo, el viaje de los argonautas no tiene pierde en ese aspecto, ni Platón al hablar de la Atlántida, ni Heródoto de Egipto, ni lo tiene el Anábasis de Jenofonte, y qué decir de Virgilio con su Eneida, César con La guerra de las Galias, Tácito con su Germania y Ovidio desterrado en la Tracia, pura geografía por todas partes. Yo, como fan de los atlas, los mapas y los planos, gozo más los textos que leo cuando puedo seguir a los personajes en sus andanzas con el mapa o el plano correspondientes. Hasta tengo planos antiguos de Madrid, de París, de Londres, de Oslo, para mis novelistas del XIX.
Weiß/Colonia, 23.4.
En La Modicana, Diny encarga espaguetis de la casa, yo con mariscos, y Carlitos también, pero los del menú 2, que incluye una ensalada de espárragos como entrada. Con el resultado de que le cuesta dar cuenta de los espaguetis, deja un ⅓ sin comer. Mientras esperábamos el condumio, un diálogo casi suma de monólogos sobre los atentados terroristas de Sri Lanka. Para mí pienso que la gran derrota del terrorismo es su mínima incidencia en la vida de los terrestres. Algún día terminarán por darse cuenta de que el crimen (esa clase de crimen) no paga.
Despacho correo quelonio para Carla y David. Tenía el paquete hecho desde hace una semana y sienpre me olvidé de llevarlo conmigo al salir de casa. Hoy no. Son dos números de Humboldt, uno en español, el otro en portugués, ambos para David, y una separata de mi texto sobre unos autores secretos de Amèrica Latina, que publiqué en Cuadernos Hispanoamericanos, y en aquel entonces solían enviarle a cada autor una veintena de separatas de su artículo. O tempora, o Mariano Mores!, como decimos los clásicos.
José Luis, en Nicaragua, ha sido uno de los lectores más interesados por mi artículo acerca de las robinsonadas. En especial le interesó lo que cuento de Los náufragos del Jonathan, la única novela política de Julio Verne. Y hoy me escribe que la encontró entre los baúles de sus piratas, amén de dos de título similar de Emilio Salgari. Le respondo: «¡Ay, quién volviera a tener diez años para leer de nuevo, por primera vez, libros como estos!» José Luis: «En eso he pensado muchas veces: el insuperable placer de la primera lectura. Eso sí es nostalgia al extremo». Yo: «”Es como el primer polvo. O si lo querés más explícito, como los primeros polvos respectivos, si es que ha habido varias parejas a lo largo de tu vida”. [El Cantar de los Cantares, 3, 16]». José Luis: «Me arrancaste una enorme sonrisota. Muy de acuerdo. No aplica mejor símil».
Weiß/Colonia, 24.4.
2:30 am : Me jalé de una sola tirada la novela de J.M.: me puse a leerla al levantarme de la siesta y la acabo de cerrar una vez leída de cabo a rabo. No diría que que es de las mejores de la saga de Mariana de Marco, pero me ha encantando reencontrarme con lugares donde hemos ido a almorzar invitados por José María, incluso tomado el café irlandés que recomienda en ese restaurante. Y otros lugares: La Cruz Blanca, Casa Manolo [la de Argüelles], Sol y Sombra… Mañana (es decir, cuando me levante, o mejor después de la siesta) le escribiré largo y tendido.
Diálogo por email con Marina y Javier a propósito de nuestras vivencias teatrales en los años universitarios, en Sevilla. Con Javier (y muchas veces también su padre) vi Palamedes y El cuarto sin paredes, de Pablo Romero Van Loon, como producciones locales, y cada año venía alguna compañía madrileña, lo que nos permitió ver Irma la Dulce, Té y simpatía, El Diario de Ana Frank, Las cartas boca abajo… y de momento tampoco recuerdo más, «pero no pueden ser muchas más porque la frecuencia de visitar compañías madrileñas la plaza de Sevilla era más o menos una por año y con una obra de mucho éxito en los madriles, no se arriesgaban a perder dinero en las provincias. Y para responder a una pregunta directa de Marina, y ya que estamos hablando de teatro, yo llegué a Alemania en la primera mitad del mes de febrero de 1963, y no nos volvimos a ver hasta que en agosto del 66 nos alojásteis a Diny y a mí cuando visitamos Sevilla durante nuestro viaje de novios. Diny no hablaba entonces ni entendía nada de español, e improvisamos en su honor un espectáculo Kabuki o Nô, todavía se ríe Diny al rememorarlo». Por cierto que ahora recuerdo que hace unos diez años, a mi ordenador lo bauticé con el insigne nombre de Palamedes, así como bauticé Kate Beckinsale a mi bici ergonómica. La suma total de mis rebautizos debe ser ya materia homologable en el Guinness Book of Records.
Weiß/Colonia, 25.4.
Hablo con Oskar por teléfono y me dice que se ha decidido al fin por Barcelona. Le digo que no me convence como lugar para relajarse. Que mejor se vaya al País Vasco, le digo que Donostia es la ciudad más hermosa de España, y que a lo largo de toda la costa vasca tendrá unas playas como no las va a encontrar en el ámbito de Barcelona. Y que se olvide del español que aprendió en la escuela, que lo que hablan los catalanes será para él menos inteligible todavía que aquello que te le tocó oír en Huelva. Me contesta que saldrá adelante con el inglés. Mano de santo diría uno que es el idoma de Shakespeare. No entiendo nada. Primero hablaba de recorrer Europa, un poco después me habló de Sudamérica, ahora es Barcelona. ¿Adónde irá al final? Chi lo sa!
Aparece en Nexos mi artículo sobre las robinsonadas. Lo han maquetado de un modo estupendo… pero bueno, eso no es ninguna novedad en Nexos. Han incluido como ilustración uno de los chistes de Chaval pertenecientes a mi amplia colección de chistes gráficos de naufragios e islas desiertas, aunque a decir verdad hubiese preferido el de Mordillo, del que también les pasé el enlace. Pero nunca llueve a gusto de todos, se me ocurre añadir al escuchar cómo los nudillos de la lluvia llaman, tímidos todavía, en el cristal de mi ventana.
Weiß/Colonia, 26.4.
Un día gris, ni chicha ni limoná. O ni fu ni fa, como dice Diny, y los hispanoparlantes siempre se asombran alegremente al oírselo decir. ¡Pero es que resulta tan gráfico! Enfrento la pantalla para anotar algo notable que haya sucedido hoy y no encuentro nada que reseñar. Lo malo es que no sé si eso es bueno. «Rien». Sólo eso escribía el mentecato de Luis XVI la mayoría de las veces en su diario. Incluso al día siguiente de su boda. ¡Pobre Marìa Antonieta!
Weiß/Colonia, 27.4.
0:45 am : Creo que alguna vez he hablado aquí, hace años, de las calificaciones en la revista quincenal con la programación de la TV. En especial con las pelis a partir de las 8:15 pm, todas ellas con un recuadrito propio donde hay un resumen de la trama y alguna observación curiosa acerca del rodaje, de los actores, etc. amén de una calificación a favor y en contra, pero de un modo bastante lapidario. De la revista que acabo de botar en el cesto dedicado al papel viejo, he anotado las siguientes: «Agradable de ver, pero apenas vista se olvida», «Penosa y mendaz», «Retruécanos indescriptibles», «Aquí rechina la arena en la maquinaria del guión», «Basura involuntariamente cómica», «Sólo los fans del género no salen corriendo»… y en la tesitura positiva, «Poderosa y emocionante, una obra maestra [Million Dollar Baby]», «Alto nivel, cómica, inteligente, una joya del cine [Juno]», «Sigue siendo sencillamente divina [La vida de Brian]», «Medalla de oro a la diversión [Ásterix en los Juegos Olímpicos]», «Exactamente como la vida [C’est la vie]», y por último la ultralacónica de la que acabo de ver, Man of the West, con un genial Lee J. Cobb: «Edelwestern», es decir, un western noble, de la aristocracia del género, una calificación que sólo le dan a las pelis de John Ford, Howard Hawks, Henry Hathaway o, como en este caso, Anthony Mann. Y con razón.
Diny amaneció acatarrada y tosiendo a tutiplén. Tal parece que la fastidió Henri ayer con un virus que es bastante contagioso, ya que lo ha padecido toda la familia, menos yo… hasta ahora, con el virus instalado en esta casa. Ay. Veremos, como decía el padre Homero, siempre tan optimista. Lo cierto es que Dimy ha cancelado ya su viaje a Ámsterdam y La Haya, adonde quería ir con Willy la próxima semana para visitar la inmensa retrospectiva de Rembrandt, en el Rijksmuseum y la Mauritshuis, con motivo de los 350 años de su muerte. Pero bueno, todavía tiene tiempo para verla hasta el día de mi cumpleaños, cuando se cierren ambas exposiciones.
Bajé al garaje a buscar agua mineral aprovechando un claro de sol enmedio de la lluvia, que no ha cesado en todo el día. El aire parece recién salido del lebrillo, y escondidos en el tupido seto frente a los garajes hay un par de mirlos que cantan a pleno pulmón. Benditos sean. Enter.
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