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Luz, libertad bajo palabra encendida. El sintonizador fronterizo de Lozano-Hemmer burla el muro de Trump

 

No podemos cambiar al frío, pero sí la respuesta a esa sensación.
Dharmachari Upekshamati

 

Rafael Lozano-Hemmer lo ha vuelto a hacer. Como es y ha sido su costumbre, de nueva cuenta ha logrado un inédito asombro. Sintonizador fronterizo / Border Tuner ha sido algo más que un puente de luz parlante para vencer a la oscuridad de un muro que nos divide vergonzosamente. Fue una megainstalación de arte participativo que puso en contacto directo a dos ciudades emblemáticas: El Paso, Texas, y Ciudad Juárez, Chihuahua, durante 12 noches, del 13 al 24 de noviembre de 2019. Con potentes reflectores de luces antiaéreas y la asistencia de micrófonos parlantes, funcionó como un restaurador de corazones rotos. Ha sido todo un acto político lleno de afecto y heroísmo, pues venció con el poder del arte las políticas de odio de Donald Trump. El proyecto, con rayos parlantes a mitad del cielo y con agilidad estética, saltó el muro de la penumbra que separa a dos naciones o dos nociones “desiguales” de lo que significa una sociedad de masas unificada: El Paso de Juárez en Texas Chihuahua. He sido testigo presencial de la instalación y todavía sigo emocionado, porque su trabajo nos ha ayudado a visualizar otros mundos posibles. Ese es el poder del arte.

Rafael Lozano-Hemmer en «Sintonizador Fronterizo / Border Tuner», fotografía de Mariana Yáñez, 2019.

En esa zona donde los territorios y las identidades comienzan y terminan, en ese borde lleno de cicatrices históricas, ahí donde el silencio brota a todo volumen y los caminos se entorpecen e inmovilizan, él y su equipo Antimodular[1] inventaron un sendero de luz que abolió las tinieblas de las barbaries políticas, el colonialismo, la estupidez de las guerras y la migración natural. Se cultivó la responsabilidad de ser nos-otros mismos instalando seis estaciones de claridad y difusión; tres en El Paso –al lado de la Bowie High School– y tres en Ciudad Juárez –desde el parque El Chamizal–, cada una equipada con un atril, un micrófono, un altavoz y una gran perilla o dial. Para lograr el comunicado y el enlace al otro lado, los participantes giraban el dial y tres reflectores cercanos creaban un brazo de luz gigante, de acuerdo con el movimiento del dial. Cuando estos brazos de luz se encontraban en el cielo y se “tocaban”, automáticamente se abría un canal de sonido bidireccional, binacional y transfronterizo entre las estaciones a distancia. Un nuevo abrazo transcultural comenzaba. Así que los recursos de la patrulla fronteriza eran revertidos desde abajo y ya no desde arriba, como es costumbre. Lozano-Hemmer lo mencionó en algún momento: “Si las luces se movían arriba, era porque alguien las movía desde abajo”.

La enorme complejidad de la logística que requirió el montaje ha sido asistida por la valiosa colaboración de los curadores Kerry Doyle del Rubin Center for the Visual Arts de la Universidad de Texas en El Paso, León de la Rosa de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y el artista de El Paso Edgar Picazo. Todos ellos tuvieron la certeza de seleccionar foros comunitarios para cada noche, incluyendo grupos musicales, organizaciones locales, artistas, académicos, luchadores sociales y colectivos representativos de las comunidades LGBT+ así como artistas relacionados con el arte público y la vida en la frontera.

 

La luz como juez de la discrepancia o la garganta del dragón

Un antecedente sustancial de este proyecto es la instalación realizada en 2008 titulada Voz Alta, creada para conmemorar el 40 aniversario de la matanza de estudiantes en Tlatelolco, Ciudad de México. En esa pieza los participantes hablaron por un megáfono montado en el lugar del genocidio, en la Plaza de las Tres Culturas. Sus voces activaron luces de búsqueda y golpearon con fuerza y destello al edificio de lo que fue la Secretaría de Relaciones Exteriores, de donde surgió la luz de bengala que señaló el inicio de la masacre a los estudiantes que promulgaban un diálogo más horizontal con el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz en 1968. Al mismo tiempo, las voces íntimas contra la violencia estatal fueron transmitidas de manera sincronizada por Radio UNAM. Las imágenes o rayos de luz con voz que se desbordaron durante la acción estuvieron repletas de significación solidaria, por la justicia social y por nuevos sentidos de esperanza. Se devolvió el golpe militar con golpes de luces directas, reconfiguradas como un proceso artístico e intercultural distinguido por metáforas condensadas desde la población misma. También fui testigo presencial y participante; observé, con el corazón en la mano, cómo los gritos de luz iluminaron la indignación contra la vergonzosa cobardía de un brutal gobierno, que oscureció el futuro de un México que se detuvo en el tiempo por muchos años.

«Voz Alta, Arquitectura Relacional 15», Memorial de Tlatelolco, fotografía del equipo de investigación de Antimodular, 2008.

 

Viajar por la luz de la emoción

En Border Tuner / Sintonizador fronterizo fui testigo de rostros felices y de muchos otros repletos de luciérnagas de llanto. Después de cada intermedio entre conversaciones, muchas de las personas asistentes se abrazaban conmovidas por la experiencia; tanto allá como acá, las lágrimas o risas eran constancia de un nuevo contacto de intercambio cultural interafectivo. La colaboración estaba activada. Yo mismo me he quedado con la experiencia de haber participado, necesitaba ese reconocimiento, saber del otro a voces vivas con gritos de luz. Desde Ciudad Juárez interactué con la voz de una mujer madura en El Paso, nos saludamos, hablamos, bromeamos, le envié muchas sonrisas floreadas y mis entrañas se sintieron tiritando a lo lejos por la conversación. Me conmoví cuando me solicitó cuidado para su hijo que vivía en Ciudad Juárez, a quien no veía desde hace mucho por las condiciones negativas de las nuevas y las ya tradicionales leyes migratorias. Cada palabra dicha fue un elemento para construir un nuevo horizonte de expectativas, de buenos deseos por el afecto, de esos que nos permiten tolerar lo desagradable y, por ello, consideran al malestar político un reto a superar. No somos responsables por sentir el odio de un demente como Donald Trump, pero sí podemos crear nuevas alternativas estéticas de interculturalidad. Y por ello Ráfaga Lozano-Hemmer ha creado una respuesta amable para generar una nueva interlocución y aprovechar nuestra preciosa vida humana de otro modo, con ayuda de un equipo Antimodular. Por eso escuché más que voces, escuché cantos e invocaciones a la alegría, poesía sonora y mucha música con bailes. La energía positiva entre ambas fronteras se extendió y entendió, en línea recta con la dirección hacia donde se propaga. Cada voz estaba llena de luminosidad palpitante y en el frío noctámbulo se sintió el calor de una semiosis afectiva.

«Border Tuner / Sintonizador Fronterizo», fotografía de Mónica Lozano, 2019

 

Los fotones del lenguaje

Las turbulencias del aire que generaban las voces enunciadas se iluminaron, ¿fueron un nuevo aliento luminoso que se expandió desde la boca? No sólo eso, la mayor parte de las veces salió desde las tripas profundas que le dieron impulso, valor y fuerza. Ha sido el aliento de las personas tranquilizado por un aliciente social, un estímulo con potencial eléctrico y electrónico: pura semiótica electrosensible.

«Border Tuner / Sintonizador Fronterizo», fotografía de Mariana Yañez, 2019.

Marshall McLuhan aseguraba que “los artistas son las antenas de la especie”; por ello, esta vez se compenetraron afinidades para dislocar que el medio no es el mensaje, sino que el miedo ha sido el mensaje y con ello sintonizar el azar con el afecto –Eleazar, en efecto, es moreno y rubio. Atmósfera de luces, laberinto de sensamientos que tejieron una trama imposible, para cruzar un muro y a la vez perforarlo, pero no desde abajo sino desde arriba; más chingón. El cielo nocturno se pobló de signos lumínicos. Pero estos signos no fueron el foco por la última hora, sino la necesidad de crear una compensación en el desajuste de pesos por dólares. Mejor dicho: se le quitaron pesos a los millones de dolores invertidos en la creación de un muro hecho con ladrillos de mentiras. Por lo sano se instauró otro régimen de cambio. Por ello, Rayo Lozano-Hemmer es más que un artista rebelde, no sólo porque se ha revelado ante la oscuridad de los conformismos estéticos y artísticos, sino también porqué unió con luminosidad a dos mundos separados por el miedo y por un terror ajeno. Su proceso de creación ha sido el mejor diplomático para que cada individuo preserve su propia integridad.

Entre otras cosas, se renovaron los Tratados de Libre Comercio de América del Norte por los Tratados de Libre Cultura y los de Libre Conocimiento. Se pactó un TLCAN más humanista, real y lleno de público inclusivo. Todo este trabajo ha sido un gran acto de amor que atravesó las barreras de la infamia, combatiendo la sensación artificial de inseguridad y todo eso que nos separa de nuestros semejantes. La inteligencia y la claridad fueron un destello que guió las tensiones hacia otro lugar. Por eso, la luz se hizo como perspicacia de un nuevo conocimiento, ver-oír al otro que no te permiten ni ver ni escuchar.

En el proceso de significación no sólo estuvo el pacto por el relato, sino también la deconstrucción de los modos habituales de comunicación. WhatsApp, Facebook, Instagram o Twitter fueron superados por nuevos comportamientos artísticos temporales: hablamos y escuchamos lo que representamos. J. L. Austin, consideraba que “el lenguaje es un acto” y ahí reside la performatividad de esta instalación, todo ha sido “una acción que ha significado lo que representa”. El giro ha sido transdisciplinario, intermedial y sobre todo un Antimodular con un nuevo diccionario cotidiano, inventado con profusa riqueza.

 

Zeus conversa con Tláloc sobre el amor por la solidaridad o, ¿cuánta energía descarga un rayo?

El rayo de luz ha sido la más alta expresión de potencia de este proceso artístico. No sólo fueron voces condensadas; cada rayo fue el reflejo del latido y látigo de una gran corazonada. Se creó un aparato circulatorio que nos involucró a todos en una sola nación: la noción de ser uno mismo en las diferencias totales, esas divergencias que nos unen, más que separarnos. Muchos sostienen que la separación siempre generará angustia; sin embargo, en este caso ese aislamiento ha sido la fuente de creación para Luminoso Lozano-Hemmer.

No hubo héroes ni mártires insólitos. Todos fuimos personas que establecimos una comunión horizontal. Hemos estado al mismo nivel. Conocí a Cassandro El Exótico, activista y luchador social de enorme simpatía, así como a los Batallones Femeninos de Adelitas Fronterizas, a las Hijas de su maquiladora madre y a Las Platicadoras, un colectivo académico y activista que trabaja con migrantes y refugiados… conocí una infinidad de personas involucradas de un lado y del otro, pero todos luchando por el mismo sitio, el de la comunidad, que bien podría ser un sinónimo de continuidad. Sintonizador encontró agujeros en el muro y lo perforó, dilatando la experiencia con un puente de luz creado para cruzar la penumbra.

«Border Tuner / Sintonizador Fronterizo», fotografía de Mónica Lozano, 2019

 

El rayo de luz como utopía imaginaria, el pasaporte de la alegría

En esta intervención se construyó un sentimiento de colaboración colectiva a través de un arte expandido que luchó contra las estrategias de distinción y violencia promovidas por políticas dementes y pestilentes. La inserción social es necesaria e inevitable, es el deseo de generar un campo autonómico con nuevos brillos, es el resplandor de nuestra fuerza social y por ello, considero, se creó y desarrolló toda una estrategia comunicacional con luces intensivas y potentes, para cultivar nuevos retos y generar una nueva percepción de realidad estética e intercultural –ahora sí– de realidad aumentada. En algún momento, en Ciudad Juárez pregunté a uno de los participantes después de haber colaborado si consideraba que su experiencia había sido artística y si había cumplido con sus expectativas. Con la mirada vidriosa, el muchacho me contestó que ahora podía valorar al arte de otra manera, pues “había visto” que la persona de El Paso con la que se comunicó llevaba años sin poder volver a México, su país de origen, debido a que era un “sin papeles”. “¿Tú crees que el externarlo desde el otro lado es un acto de libertad?”, le pregunté. “Ya no se lo va a retachar la migra, ya se quedó allá, aunque extrañe las tortas y los tacos, él ya está libre”, me aseguró.

César Martínez contemplando el fenómeno en El Paso, fotografía de Mónica Lozano, 2019.

 

Premoniciones a distancia o el presagio de una gran sospecha 

Corazonadas remotas era el título de una rama de la instalación, donde uno apoyaba sus manos sobre un artefacto sensible para tomar y sentir el corazón de algún participante al otro lado. Así es y así fue: sentir a otro corazón en las propias palmas de las manos. La experiencia fue todo un aparato circulatorio de un ir y venir de latidos simultáneos. Diástole en El Paso, sístole en Ciudad Juárez y viceversa. Un corazón partido en dos era por fin restaurado. “México lindo y qué herido, si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido…” o que digan que estoy soñando. Todo esto nos permite concluir que no nos encontramos ni tan lejos del adiós ni tan cerca del diablo.[2] Sorry deART.

Lúcido Lozano-Hemmer no sólo tejió una red de voces o murmullos de resplandor que iluminaron al sereno; también ha sido el creador de un horizonte provisional de transmisión de latidos inteligentes a través de una telepresencia o lo que podríamos llamar un trasplante de corazón sin cirugía. Con la ayuda de otros circuitos programados por su extraordinario equipo nos orientó. Tuve en mi sentir y en las líneas de vida que surcan mis manos la sensación de otra persona a la que no pude ver, pero si transmitir y recibir sus sentidos. Pero yo sentí dos como uno sólo, ha sido todo un sensamiento.

«Remote Pulse / Corazonadas Remotas», fotografía de Mónica Lozano, 2019.

Corazonadas remotas fueron los destellos de luz reflejados en las palmas de mi mano; un árbol vivo adentro de mí y lleno de pulsaciones que me causaron una serenidad feroz, al comprender que era la sensibilidad emocionante de poder tener un núcleo amoroso ajeno en la mano y asumir el sentido de la palabra responsabilidad. En esta experiencia única he sido un aprendiz inocente, mis propios latidos crecieron a la distancia para destensar nuestra presión arterial ajena, sentí el compromiso de la seriedad y la intensidad de un fragmento de vida que ha sido telegrafiado a mis sienes como un pozo de luz. Automáticamente grité “¡Órale güey!”. Posteriormente permanecí en silencio total por varios minutos; como en un paro cardiaco de voz interior, el corazón de otro fue un memorial de importancia lleno de tacto que sostuve por un rato. Los ventrículos del corazón fueron el ventrílocuo que pasó la voz de un lugar a otro, mientras las aurículas se resolvieron en los auriculares cardiacos que transmitieron el audio: obtuve un nuevo marcapasos emocional contra los infartos del muro, un sistema circulatorio de nueva cultura.

Tuve a flor de piel, conmigo mismo, el electrocardiograma de la electroconducción, las líneas de vida en mi mano definieron un nuevo sentir, un nuevo tacto, literalmente tuve al otro en mis manos, como una palpitación de otra vida a distancia. Ha sido una telequinesis de amor y fragilidad extrema donde se proclamó justicia social, no misericordia.

 

Nocturno sueño en el que todo se mira y todo se oye[3]

Los budistas sostienen que la consciencia es un rayo de luz, con el que se sintoniza un orden de percatación. Aquí, la afinidad por la luz compartida nos quitó de la sombra y del frío. Así que el antimonumento luminoso contra el miedo –la euforia de poder ser nos-otros mismos– se erigió en una cartografía de especial significación geopolítica. Sintonizador fronterizo ha sido un albergue de ensueño inclusivo y a la vez un campamento de migrantes comprometidos con la movilidad del deseo, donde nos dimos cuenta de que el colapso es innecesario y ya nos fatiga. Border Tuner es y ha sido el arte de la continuidad. Nos mantuvo alerta, vivos e interconectados; nos ayudó a confirmar que deseamos compartir nuevas condiciones de vida, porque la estupidez ya se cansó.

¿Qué son voces que son luces? ¿Qué es la voz que cruza por cumbres borrascosas y jardines de senderos que se bifurcan? ¿Qué son el silbido y el grito que vienen y se van de un lado al otro? ¿La voz que ilumina es el bosque iluminado, encendido en follajes de árboles incandescentes? ¿Es el hado que nos desprende y nos descubre? ¿Telegrafía del sueño que sueña no en decirlo todo, sino en mirar con el pulso de una red de nervios o rayos electrónicos la pupila de un corazón transnacional? ¿Qué son voces? ¿Qué son luces? ¿Es el turno de otro nocturno sueño?

Al final la luz nos dijo: mirada y voz son espejos que viajan a la misma velocidad.

 

Luz y Fuerza de la Periferia[4] y las semillas que caminan

Tal como lo afirma el EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional): “Son las artes la semilla en la que la humanidad renacerá”. Por ello, el arte es más que necesario para subvertir el orden de la realidad. Con Sintonizador fronterizo / Border Tuner se abrió la puerta y el horizonte se iluminó de experiencia, se le confirió otra actitud utilitaria al arte; el arte de ayudar a otros es uno de los tantos carismas de esta instalación interactiva e interafectiva. Ha sido mucha la chamba para mantener la solidaridad de una nueva identidad. No me imagino la cantidad de aspectos técnicos, burocráticos y transnacionales que fueron necesarios para que este trabajo brillara junto con sus públicos, a la perfección. La iluminación ha sido manifiesta, toda una fiesta de “poder hacer” para que con la luz se nos permita existir de otra manera. Pensar en los demás ha sido un acto de generosidad en un territorio lleno de historia militar.

Believe or not, believe it, somos believers. Relámpago Lozano-Hemmer es lo sano del arte, y de nuevo asumió la conductividad promoviendo descargas de propagadora energía. No hubo sólo emisiones, sino emociones de intensidad con vitalidad y vehemencia. Un sistema nervioso circundante y extraperiférico, un sistema circulatorio renovado y externo, pero sumamente interno e inclusivo.

Por los signos de los signos

Tenochtitlán City, enero de 2020

 

In memorian por Isabel Cabanillas. Durante la revisión y corrección de estilo de este texto, el 21 de enero fue cobardemente asesinada en Ciudad Juárez Isabel Cabanillas, artista juarense, activista y miembro del colectivo feminista Hijas de su maquiladora madre. Fue participante en Sintonizador fronterizo / Border Tuner. Alzo la voz por lo sucedido. Descanse en Paz.

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Para mayor información consultar la página web del proyecto: www.bordertuner.net

Libertad bajo palabra, expresión que figura en el título de este texto, es un libro de poesía del escritor mexicano Octavio Paz publicado en 1949, que define el sentido y la vitalidad que el autor otorga al ejercicio de la poesía. Tomo el título prestado, en clara alusión al vigoroso lenguaje que generan diversas escalas de invención.

[1] Antimodular es el nombre del equipo de 15 personas que trabaja en conjunto con Rafael Lozano-Hemmer.

[2] Se atribuye al dictador Porfirio Díaz la frase: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. Podemos afinarla: “Pobre Estados Unidos, tan cerca de México por culpa de Donald Trump”.

[3] En clara alusión al poema de Xavier Villaurrutia titulado Nocturno sueño en el que nada se oye. Puede consultarse en http://www.materialdelectura.unam.mx/index.php/16-poesia-moderna/poesia-moderna-cat/37-015-xavier-villaurrutia?showall=&start=6, consultado en diciembre de 2019.

[4] Luz y Fuerza del Centro fue un organismo público descentralizado que transmitió, distribuyó y comercializó energía eléctrica en la zona central de México desde 1903. En 2009, por decreto presidencial de Felipe Calderón, este organismo desapareció.

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