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Mientras tantoA Andorra y su literatura

A Andorra y su literatura


Dicen que en España en general damos la espalda a dos de nuestras cinco fronteras, la portuguesa y la marroquí. Sí atendemos con frecuencia a otras dos, la francesa y la británica.

Respecto a la otra, la andorrana, lo generalmente conocido se ciñe a la nieve y la banca.

*

Y así, por lanzar algunas cuestiones interesantes y abrir fronteras:

¿Qué sabemos de la literatura de Andorra?

¿Qué escritores y escritoras escriben y publican en aquella isla entre montañas y calles?

¿De qué escriben y por qué?

Hoy, ante estas preguntas, cedo este espacio a un buen amigo y gran conocedor y vividor de Andorra y su literatura, Carles Sánchez.

*

He traducido del catalán el artículo en el que él escribe sobre el canon central de la literatura del pequeño vecino país pirenaico, publicado el catorce de enero en el diario digital de Andorra Bondia.

El objetivo es dar a conocer sus obras y sus mundos.

Aquí su voz.

*

El centro del canon

Es inevitable iniciar este artículo con el fallecimiento del escritor Antoni Morell. No tuve el placer de conocerlo en persona ni de frecuentarlo. A sus Set lletanies de mort dediqué otro artículo, y a la significación de sus novelas me gustaría dedicar el de hoy.

Estos días muchos articulistas, amigos y conocidos del autor han dedicado buenas y acertadas palabras para alabar su figura literaria y destacar su importancia: «gran humanista», «padre de la literatura andorrana», «que la pone en el mapa a través de las relaciones con otros autores», «definidor de la identidad andorrana»… Vicenç Villatoro dice de su primera novela —lo hace en la obra Escriure Andorra (2019)— que «es el texto fundacional de la literatura andorrana contemporánea». También está Borís I, rei d’Andorra o La neu adversa, pero la fuerza de las Lletanies es tal que es difícil descartarla como el centro gravitatorio, todavía hoy, de la literatura andorrana.

Digo centro gravitatorio porque la obra establece ascendientes, descendientes y una periferia. En los ascendientes estaría toda la literatura producida sobre Andorra y su peculiaridad, desde el fundacional Manual Digest a toda la literatura etnográfica y recopilatoria de paisajes y costumbres producida por los denominados viajeros románticos. Y como cristalización de toda esa corriente de buscadores de exotismo se situaría la novela Andorra o els homes d’aram, de Isabelle Sandy —si a la literatura andorrana le ha salido un padre, la autora francesa es, sin duda, la madre—.

Los descendientes los encuentro en las novelas históricas de Joan Peruga, en ciertas definiciones de atmósferas y personajes de las novelas policíacas de Albert Villaró, y también en la obra Frontera endins, de Josep Enric Dallerès. Encontraríamos huellas linguísticas y estilísticas en la poesía de Manel Gibert y de Arnau Orobitg, y también en alguna de Teresa Colom. Y no continúo porque no he leído todo y trabajo de memoria, por lo que es muy fácil perder la referencia y porque seguramente existan otras obras donde podríamos encontrar este mundo construido partiendo de una equivalencia entre el ser humano y la naturaleza, donde ambos disfrutan a la vez del mismo carácter indómito y cálido, caduco y eterno, hostil y conciliador.

Si en otros artículos me he dedicado a autores más periféricos —donde su obra trabaja desde una perspectiva que evita el centro y tematiza en torno a lo extraño— como Kirkup, Arrabal, Blanco y Puig, hoy he querido hablar de obras que constituirían el centro de la escritura andorrana, centro que recogió y difundió en muchas direcciones las principales imágenes y sobre todo la actitud estilística hacia el mundo mítico de Andorra.

Creo que su muerte —tendremos que conocer su obra póstuma— es una frontera en nuestra literatura.

*



Ja no és l’aïllament físic ni el mític, és la sensació d’estranyesa entre la familiaritat dels companys en el concert de les nacions. Crec, però potser m’equivoco, que voler explicar què és Andorra és el nostre vici compartit, perquè la vida illenca no és com la del continent.

Carles. S.

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Solo el contemplador superficial de lo ajeno puede permitirse el lujo del tópico y trivialidad consumistas: cuanto mayor sea el grado de familiaridad con el mundo en el que penetra mayores serán también sus dificultades en componer de él una imagen explicativa y plausible.

Aproximaciones a Gaudí en Capadocia, J. Goytisolo

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